Nicolás Leiva, el gendarme que fue la revelación del campeonato
A los 24 años, pasó del cuarto equipo a la primera y fue convocado por Mario Ledesma para la preselección de Jaguares
De hooker a pilar derecho, del cuarto equipo a la primera, de levantar la copa de la URBA al seleccionado de Buenos Aires. Todavía es temprano cómo para decir qué futuro espera a Nicolás Leiva luego de que fuera convocado por Mario Ledesma en su primera preselección para Jaguares y Argentina XV de 2018, pero ya se puede afirmar que el crecimiento del joven de 24 años ha sido sideral en esta temporada. En una nota previa a la semifinal, Severiano Escobio lo había señalado como el mejor de su equipo. Vaya distinción estando al lado de referentes como Senillosa, Agulla, Fernández, Ezcurra, Díaz Bonilla, Bávaro.
La adaptación se entiende fácilmente al conocer su ocupación: Nicolás Leiva es oficial de la Gendarmería Nacional Argentina y tiene que lidiar diariamente con una realidad mucho más dura que la que le opone, por ejemplo, el scrum de Belgrano.
“Tengo muchos antepasados gendarmes en mi familia, me crié en el régimen. Me gusta mucho lo que hago. Es una cuestión de vocación”, cuenta Nicolás, que para llegar a ese puesto debió realizar un curso de un año. “Entraba el domingo y salía el viernes. Dan una instrucción militar muy rigurosa, con mucho contenido académico y legal, que es muy importante en el contexto actual. Eso forja el temple y da disciplina”, cuenta.
Un día en la vida de Leiva incluye levantarse al alba, tomar el transporte público desde Adolfo Sourdeaux (la estación que sigue a Don Torcuato) y viajar una hora hasta Buenos Aires para afrontar el crimen y la ilegalidad. “Se viven cosas fuertes”, cuenta sin entrar en detalle. Regresa directamente para el entrenamiento de rugby, a eso de las 19, cuando no llega tarde por “algún q...”.
Hooker por naturaleza, Nicolás debutó en la primera de Hindú a los 19 años, pero luego quedó relegado a la división de menores de 23. Ante las bajas en el puesto más codiciado en el rugby internacional, el de pilar derecho (Mariano Viano fue suspendido, Pablo Henn se retiró, José Ignacio Martínez Sosa pasó a ser pilar izquierdo), los entrenadores le pidieron que cambiara de posición, y con muy poca práctica en la nueva Leiva volvió al primer equipo cinco años después, en la 13ª fecha de este año, frente a Newman.
“Estoy donde a cualquier jugador le gustaría estar. No lo esperaba. Por suerte tuve al lado a tipos como [Gonzalo] Lu Pulido, Nico [Fernández Miranda] y Pablo Henn, que trataron de guiarme para que me adaptara lo más rápido posible. Y en la cancha hay jugadores como Santi Fernández y el Gato [Gonzalo] Delguy, que me ordenan constantemente”, sostiene.
El legado de los ex jugadores es una de las claves del éxito de Hindú y Leiva es uno de los tantos jóvenes que se beneficiaron de ellos. “Siempre tratan de aportar su sabiduría en el juego y en la parte humana. El sentimiento de pertenencia que tienen es tan grande que cuando dejan de jugar, no se desprenden del club”, cuenta. “El sentimiento siempre está y lo muestran día tras día. Valoro la atención que tienen en lo que somos como personas más que como jugadores. Eso habla también de cómo son como personas. Hay un vínculo mayor que el de un entrenador con un jugador. Al recibir tanto cariño, uno siente el compromiso de retribuirlo en la cancha”, valora el pilar.
Famoso por el juego de sus tres cuartos, Hindú también ha sabido ganar partidos y hasta campeonatos por mérito del pack, con menos renombre pero con igual preponderancia que los backs. “Tenemos un pack joven que está conociéndose ahora. Los grandes van guiándonos y los chicos están jugando desde hace bastante. Nosotros tratamos de darles juego a los tres cuartos de la mejor manera, siempre intentando ser agresivos. También, aprendiendo siempre de los más grandes, que son aquéllos con los que compartimos más en los entrenamientos. Mariano [de la Fuente], Fara [Augusto Faraone], Pablo Henn... De ellos se aprende siempre”, expresa Leiva.
El miércoles y el jueves de esta semana Nicolás pidió licencia en Gendarmería y se entrenó bajo las órdenes de Ledesma y de su –por ahora– ex entrenador Nicolás Fernández Miranda en la cancha de “Biei” (Buenos Aires), donde había debutado en la primera cinco años atrás. Actuando en el puesto más deseado del rugby y con la posibilidad real de que se amplíe el número de jugadores profesionales en los seleccionados a partir de 2019, el futuro le abre una puerta. Eso sí: los entrenamientos en dos turnos lo obligarían a dejar su trabajo de gendarme. “Todavía no me planteé qué haría en caso de seguir en el sistema. Sería un sueño. Pero me encantaría que me dejaran seguir en la fuerza”, anhela.