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s iete temporadas después de consagrarse como el campeón más joven de Turismo Carretera, a los 20 años, Agustín Canapino se ilusiona con una segunda corona. Diciembre se presenta como un mes pleno de definiciones para el arrecifeño: el domingo obtuvo por séptima vez el título en el Top Race V6, el fin de semana intentará dar el golpe en el TC y en nueve días, en Alta Gracia, buscará retener el N°1 en el Super TC2000. Siempre protagonista, los resultados reafirman su voracidad; aunque es el menor de los tres principales candidatos al título, es quien cuenta con mayor experiencia en situaciones bajo presión: las estadísticas lo enseñan con un total de 11 coronas, desde la Copa Megane, en 2007, a la del STC 2000.
Es la sexta ocasión en la que Canapino disputa la Copa de Oro, la cuarta de manera consecutiva, siempre bajo el paraguas de una misma marca. “Las mejores cosas me pasaron con Chevrolet, es muy importante en mi carrera deportiva”, reflexiona quien en STC 2000 extendió el vínculo para ser piloto oficial del equipo hasta 2019. Una única victoria en el año, en La Pedrera, en la primera de las dos visitas que hizo el TC a ese trazado, no lo desanima: la regularidad del auto que alista su padre Alberto y que cuenta con la motorización de Fernando García –ante su retiro, en 2018 el encargado de los impulsores será Lucas Alonso–, entusiasma. “En el año tuvimos siete podios en 14 carreras, eso genera una expectativa: demostramos ritmo y potencia. Pero los grandes candidatos son los Torino, fueron los más ganadores en 2017”, comenta el arrecifeño, mentalmente fortalecido con el título de TR V6. “Presión siempre hay, al igual que nerviosismo, pero eso lo tengo que convertir en motivación. Si comparo, la tensión la siento más ahora que en 2010, pero se compensa con la experiencia. Este deporte no permite errores, en una definición no te podés equivocar arriba ni abajo del auto”.
En las últimas seis visitas al autódromo Roberto Mouras, (en 2013 el TC no se presentó en La Plata), su mejor posición fue un 3er puesto hace siete años, resultado que le dio aire para definir en Buenos Aires. “En Comodoro Rivadavia y en Rafaela me tocó remontar, pero acá es casi imposible pasar. Un porcentaje importante del campeonato se puede decidir en la clasificación”, dice Canapino, que donará al museo del autódromo el auto con el que fue campeón en 2010.