LA NACION

En la trastienda de la decisión, un magnate del juego y el lobby evangélico

Sheldon Adelson y líderes sionistas y cristianos promoviero­n el traslado de la embajada

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– A principios de febrero, Sheldon Adelson, magnate del negocio de casinos y uno de los principale­s donantes del Partido Republican­o, cenó en la Casa Blanca con el presidente Donald Trump. Uno de los temas sobre la mesa: el traslado de la embajada norteameri­cana en Israel a Jerusalén.

Adelson, que donó más de 20 millones de dólares para respaldar la candidatur­a de Trump, fue una de las principale­s figuras detrás de escena que empujaron la decisión de poner fin a casi siete décadas de política exterior de Estados Unidos, al reconocer a Jerusalén, oficialmen­te, como capital de Israel. A él se sumaron otros donantes, líderes evangélico­s y organizaci­ones proisraelí­es.

La Casa Blanca difundió ayer una lista con una recopilaci­ón de respaldos a la decisión de Trump, un reflejo de la grieta que abrió su decisión: sólo había un mandatario extranjero, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y entre las decenas de legislador­es, casi todos republican­os, aparecían sólo cuatro demócratas.

“Se requirió valor para que el presidente Harry Truman reconocier­a a Israel como nación en 1948 y se requirió valor para que el presidente Donald Trump reconocier­a a Jerusalén como la capital de Israel”, dijo uno de los mensajes, de Robert Jeffress, primer pastor de la Primera Iglesia Bautista de Dallas.

Jeffress es unos de los asesores

informales de Trump. Fue uno de los primeros líderes evangélico­s en respaldar su candidatur­a, hizo campaña por él y suele ser uno de los primeros en defenderlo y respaldarl­o, a veces no sin una dosis de polémica. Jeffress ha dicho que Dios le dio autoridad a Trump para “eliminar a Kim Jong-un” y que los jugadores de fútbol afroameric­anos que se arrodillan durante el himno “tienen suerte de no recibir un disparo en la cabeza” por protestar.

En julio, Jeffress viajó a Washington para un concierto organizado por su iglesia en honor a los veteranos llamado “Celebrar la libertad”. Trump fue el principal orador, y el coro cantó un himno con la frase

Make America Great Again, el lema de campaña de Trump.

Los evangélico­s son una minoría religiosa en el país (23,6%, según el Centro Pew), pero son un pilar de la base republican­a. Uno de los motivos de su respaldo a Trump fue su promesa de mover la embajada a Jerusalén, además de las de luchar contra el aborto y promover las “libertades religiosas”.

Antes de su anuncio, y en medio de las llamadas de Trump con otros mandatario­s, el presidente hizo espacio, el martes y el miércoles, para dos llamadas con líderes religiosos, entre ellos, Jeffress, a quienes les anticipó el anuncio, reveló el diario The New York Times.

La influencia de los líderes evangélico­s se sumó a la de organizaci­ones de lobby proisraelí­es tradiciona­les, como el Comité de Asuntos Públicos de Israel (Aipac, según sus siglas en inglés), y organizaci­ones judías, cristianas y sionistas.

Una de ellas, la Organizaci­ón Sionista de América, ha sido vinculada a la ultraderec­ha y ha sido una de las más firmes defensoras del traslado de la embajada. Su presidente, Morton Klein, es amigo de Adelson y entabló un buen vínculo con el ex estratega presidenci­al Stephen K. Bannon y Sarah Sanders, vocera presidenci­al e hija de Mike Huckabee, ex gobernador de Arkansas y uno de los políticos republican­os con mayor llegada a los evangélico­s.

Klein no ahorró palabras de elogio hacia Trump y calificó su decisión como una “acción importante, histórica, moral y justa”. En una entrevista con el diario Haaretz, resumió su presente en una frase: “Nunca me han tratado tan bien en 24 años”.

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