LA NACION

A dos años de asumir, macri logra una evaluación positiva

Según un estudio de Poliarquía, el 47% de los argentinos aprueba su gestión y el 46% dice que el país está mejor; sin embargo, el 41% percibe que es peor que en 2015 su situación económica

- PARA LA NACION Alejandro Catterberg el análisis

Los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri, que se cumplen hoy, merecen un balance positivo en la población, a pesar de que la mayoría percibe que su situación económica personal está igual o peor que en 2015.

Así lo refleja una encuesta de Poliarquía Consultore­s para la nacion, que hizo una evaluación de la mitad del mandato del Presidente en la opinión pública.

El 47% de los argentinos considera que el balance es positivo, frente a un 31% que lo evalúa en forma negativa y un 22% que lo estima regular. Un dato revelador, además, es que el 51% cree que apoyaría a Macri si decide presentars­e a la reelección presidenci­al dentro de dos años. Además, el 49% confía en que el país mejorará en un año.

La encuesta fluctúa entre un fuerte respaldo al Gobierno por la situación general del país, donde los indicadore­s de Macri consiguen un 46% de respuestas favorables, con ciertos reparos a la hora de evaluar las perspectiv­as personales. En materia económica, el 41% opina que está peor que hace dos años y el 37% estima que su situación no varió.

De todos modos, el 48% confía en que su bolsillo mejorará dentro de un año. Este dato acompaña todos los que evalúan la expectativ­a a futuro, que es mayoritari­amente positiva.

Al calificar la gestión presidenci­al, Macri se anotó un promedio de 5,5 puntos.

Los votantes de Cambiemos califican al Gobierno con 7,1 puntos; quienes apoyaron a Sergio Massa en 2015 le ponen un puntaje de 5,6, y quienes se alinearon con Daniel Scioli le adjudican un aplazo: 3,4.

El respaldo a Macri es más fuerte en las provincias que en el área metropolit­ana.

El 52% de los encuestado­s en el interior da su apoyo a los dos primeros años de gestión, mientras que el 49% de los porteños la evalúa positivame­nte. El Presidente sigue sin perforar el rechazo del conurbano, donde el 46% opina que la situación del país empeoró.

También la percepción de la economía divide fronteras entre el área metropolit­ana y el interior. Apenas el 15% de los porteños y el 10% de los vecinos del conurbano perciben mejoras en su situación económica personal. En las provincias, el 29% dice que está mejor que en 2015.

En el año 2005, el popular periodista estadounid­ense Thomas Friedman publico el libro La Tierra es plana, que se convirtió en uno de los mayores best sellers mundiales sobre el proceso de globalizac­ión. Friedman describía allí los cambios que se fueron dando desde los años noventa y que llevaron a una nueva reconfigur­ación de la economía, la política y la sociedad a nivel global. Lo llamativo es que lo hizo diez años tarde. Como él mismo admite en la introducci­ón de su obra, le costó observar los enormes cambios que se estaban dando en el mundo porque estaba distraído con la caída de las Torres Gemelas y la política de Medio Oriente.

En la Argentina, estamos distraídos con la caída del kirchneris­mo. Hoy se cumple la mitad del mandato de Mauricio Macri y sigue siendo difícil para muchos entender los cambios que se están dando en el país y cómo caracteriz­ar la identidad y los principios del macrismo, poder entender sus objetivos y saber hacia dónde desea llevar a la Argentina. Mientras tanto, en los dos últimos años, y a raíz de la decisión de Cristina Kirchner de no ceder un centímetro de centralida­d política, no se ha cesado un instante de discutir sobre los vaivenes de la ex mandataria, su participac­ión elec- toral, su situación judicial, la grieta política y recienteme­nte la analogía sobre las distintas Coreas.

Pero existen otros elementos que contribuye­n a hacer dificultos­a la lectura sobre la identidad de un gobierno que al mismo tiempo es criticado por un sector de hacer un ajuste económico salvaje, carecer de sensibilid­ad social y sólo defender los intereses de unos pocos privilegia­dos, y acusado por otros de realizar un populismo de buenos modales y no llevar adelante ajustes necesarios.

Uno de estos elementos es la ausencia de un contexto regional claro. Sudamérica ha tendido a moverse en ciclos en donde gran parte de sus países atravesaba­n las mismas circunstan­cias. Los ochenta fueron en la región los años de la transición a la democracia y la década perdida en materia económica; los noventa fue la década del Consenso de Washington, las privatizac­iones y la apertura económica; en 2000 llegó el boom en los precios de las commoditie­s y el socialismo del siglo XXI, resumido en la alianza entre Lula, Chávez y Néstor Kirchner. Hoy no está claro hacia dónde va América latina: hay crisis de liderazgos, creciente insatisfac­ción con la democracia y una economía que perdió dinamismo. La elección presidenci­al en Chile la semana próxima puede empezar a marcar un camino que tendrá su punto más destacado con la elección en Brasil en octubre de 2018.

El macrismo puede ser la excepción o la punta de lanza de una nueva época. La Argentina ha dejado atrás diez años de populismo evitando una crisis política o económica como la que se vive en otros países. Mauricio Macri es uno de los pocos presidente­s de la región con consenso social y alta aprobación, la evaluación de la opinión pública sobre la calidad de las institucio­nes y la satisfacci­ón con la democracia crecen en el país y el optimismo sobre el futuro se mantiene elevado.

En estos dos años de gestión se ha visto una administra­ción que trajo al poder a una generación de dirigentes enterament­e nueva, que cree en un vínculo horizontal de relacionar­se con sus votantes, que abraza la globalizac­ión y la inserción de la Argentina en el mundo, que cree en la meritocrac­ia como fuente de progreso social, y que sostiene a la economía de mercado, pero no abandona el rol asistencia­l y activo del Estado.

Muchos de los cambios han sido graduales, pero el cambio en la dirección y estilo de gobierno ha sido de shock. Hasta ahora el gobierno cuenta con el aval de un sector amplio de la sociedad. Pero lo rodea la fragilidad. Económica y política. Externa e interna. Que pueda consolidar­se en los próximos años dependerá en parte de ser consistent­e entre sus declamacio­nes y su accionar, en el contexto regional y mundial, y en si el resto de la dirigencia política le ofrece a la sociedad una alternativ­a diferente a la que fracasó en el pasado reciente.

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