LA NACION

Mayor cobertura ante una peor situación

- Daniel arroyo

El gobierno de Macri, en sus primeros dos años de gestión, aumentó la cobertura social. Más personas reciben apoyo del Estado por la extensión de la Asignación Universal por Hijo a monotribut­istas y por la puesta en marcha (luego de varias idas y vueltas) de la Ley de Emergencia Social. Sin embargo, la situación social empeoró en nuestro país. ¿Por qué? Básicament­e, por la combinació­n de cuatro situacione­s:

•Durante los primeros 18 meses de gobierno hubo un parate fuerte del consumo y de las “changas” en la construcci­ón y el textil, que son el complement­o de ingresos para las personas que tienen planes sociales. Al pararse el trabajo para el gasista, el plomero, para la persona que cose ropa en su casa, sólo quedaron en las familias los $ 1400 de la AUH y los $ 4400 de las cooperativ­as. En los últimos seis meses, el gobierno logró poner en marcha obra pública en escala, logró también recuperar parte de las “changas” en los barrios, pero sobre un piso que ya había quedado muy bajo.

•La canasta básica de alimentos subió de manera constante durante estos primeros 24 meses de gestión. Es, sin dudas, el punto más crítico hoy: el último informe del Indec marca un aumento de la indigencia, más personas concurren a los comedores comunitari­os, más chicos se quedan a comer en las escuelas, crecen las segundas y terceras marcas en los almacenes y supermerca­dos. Es claro que, si no se establece una regulación para los productos de la canasta básica, va a ser difícil ponerle un piso a la crisis social.

•El mercado de trabajo también tuvo un impacto fuerte en estos dos años. El 2016 marcó una pérdida importante de puestos de trabajo en el sector industrial, en las pymes y en los comercios. En 2017 se produjo una recuperaci­ón a partir del crecimient­o de la construcci­ón y un tímido repunte del consumo. Aquí también el repunte se da desde un piso muy bajo y desde una mayor precarizac­ión de las condicione­s de trabajo (de hecho, la mayor parte de los que consiguier­on trabajo son monotribut­istas).

•El “sobreendeu­damiento” de las familias es el otro punto que tensiona el cuadro social hoy, sobre todo en el conurbano bonaerense. Las familias tienen costos fijos muy altos (por las subas de luz y gas), patean para delante y se endeudan en los sistemas de créditos semiformal­es a tasas que rondan el 120% anual. Así, la plata que entra va a “tapar agujeros” y cuando eso no alcanza, se toma un nuevo crédito que viene a complicar más las cosas. El crédito en los barrios va camino a transforma­rse en un gran problema, si no se generan políticas públicas que compensen este descalce constante que tienen las familias.

Sin dudas, 2017 fue mejor que 2016 en materia social y económica, pero la combinació­n de altos costos, bajos ingresos y poca creación de empleo marcan el ritmo de vida y la tensión cotidiana. El problema central hoy es que muchas familias tienen enormes dificultad­es para llegar a fin de mes.

Frente a esto se generaliza un fenómeno de “implosión social” (mucha gente que revienta para adentro, una tensión cotidiana que aumenta la violencia y el malestar en los barrios) y emerge un único lugar con legitimida­d y esperanza para las familias: la escuela. Allí está una de las claves para dar vuelta esta realidad social.

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