LA NACION

Un inicio claro, una segunda fase confusa

- Orlando Ferreres

Al ganar Mauricio Macri las elecciones de 2015 y asumir como Presidente tomó aquellas medidas que a muchos de sus economista­s les daban miedo: unificar el sistema de cambios en un solo mercado en un solo día, ponerse en posición adecuada con Venezuela, salir de una economía cerrada y lograr su integració­n con el mundo. Este inicio fue un verdadero cambio de aire para mucha gente y aumentó su prestigio.

La segunda fase de Cambiemos ya fue más confusa: tuvo que retroceder en muchos aspectos como pueden ser los incremento­s de las tarifas de servicios públicos, especialme­nte en luz y gas, aunque finalmente logró aumentarla­s tal como estaba casi previsto desde el inicio.

Se logró dar una imagen externa muy buena, pero no pudo concretar inversione­s muy distintas a las del gobierno anterior, aunque sí un aumento significat­ivo de la inversión pública, de las inversione­s en Vaca Muerta y en sectores muy favorecido­s por el Gobierno, como el campo, al que se le sacaron los derechos de exportació­n, salvo a la soja que se fue reduciendo de a cinco puntos por año, aunque estuvo postergado por un año en el cual no bajó.

Macri logró un éxito resonante en materia de blanqueo del ahorro nacional el cual se había tenido que dirigir al exterior, especialme­nte después de las medidas de expropiaci­ón de 2002. Dicho blanqueo alcanzó un valor de US$ 116.500 millones y alrededor de US$ 10.000 millones de impuestos.

Hay muchas cosas que no fueron tocadas en estos dos primeros años: no hubo, mayormente, acción fiscal y el número de este conglomera­do se acerca a los 4 millones de almas, cuando en 2001 era de algo más de 2,3 millones de personas. Los planes sociales no sólo no disminuyer­on sino que aumentaron a 4,2 millones de personas y este número compara con algo así como 0,3 millones personas en 2001. Finalmente, el sistema jubilatori­o creció alrededor de un 100%, de algo más de 4,2 millones a los casi 9 millones de jubilados y pensionado­s actuales. El total de gente que cobra del Estado pasó del 18% en 2001 a 38% en la actualidad, siempre de la población total, que es un número muy difícil de bajar.

Dado que este aspecto quedó paralizado, se recurrió a financiar la diferencia con deuda, la que aumentó mucho. Ahora se está preparando un gran reordenami­ento de impuestos, pero, aunque saliera bien, no se va a volver al gasto público de 2001/2, que era unos 15 puntos menos que el de hoy.

El tipo de cambio se atrasó y como el objetivo del BCRA está puesto en frenar la inflación que en lugar de ser 12-17% en este año se acerca a 23%, la autoridad monetaria decidió que la tasa de Lebacs se ubique alrededor del 30% anual, lo que es muy complicado para el costo financiero de las pymes y las empresas que actúan en las economías regionales. Mientras tanto, el objetivo del Gobierno que era el de bajar la pobreza y el desempleo, no se concretó pero, este aspecto no puede esperar todo el tiempo.

La pregunta es: ¿a dónde vamos? Y la respuesta es difícil. Ya nos fuimos salvando de parecernos a países como Venezuela, pero quizá eso no alcance. Necesitamo­s tomar medidas más fuertes, con mayor poder de convencimi­ento de la población. Modificar nuestro perfil, muy mejorado, pero de manera tal que nadie se engañe acerca de cuál es nuestro verdadero punto de llegada.

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