LA NACION

El turismo menos pensado

A pesar de la creciente insegurida­d y las constantes protestas, hay grupos que ofrecen recorridos a pie para explorar la capital; los tours incluyen a los barrios pobres

- Andreina Aponte AGENCIA REUtERS

En medio de manifestac­iones y disturbios, llegan visitantes a Venezuela con ganas de conocer Caracas pese a los riesgos.

CARACAS.– La tasa de asesinatos y secuestros está entre las más altas del mundo. Las calles a menudo se agitan por las disputas políticas. Los más pobres sufren por la escasez de alimentos, mientras que los adinerados se desplazan en vehículos blindados y con guardaespa­ldas. Sólo un loco pensaría en pasear por Caracas, ¿no? Bueno, tal vez no.

En los últimos años surgieron organizaci­ones que ofrecen recorridos a pie por las caóticas calles de la capital venezolana, para explorar su arquitectu­ra, sitios históricos y populosas barriadas. Cerca de una docena de ellas hace recorridos de varias horas para grupos de cuatro o hasta 150 personas.

Algunas ofrecen tours gratis, mientras que otras cobran desde 20.000 a 200.000 bolívares por persona (equivalent­e a entre 0,2 y 2 dólares, según el precio en el mercado paralelo).

“Quiero ver lo positivo que puede haber en esta ciudad”, dijo Francis López, una abogada de 50 años, mientras caminaba con un grupo de cerca de 60 personas por la extensa y humilde zona popular de Catia, una de las más antiguas al oeste de Caracas.

“Uno antes recorría toda la ciudad. Dejás de hacerlo por miedo a que te roben. Y ya los asaltos no son sólo que te quitan algo, sino que te pegan un tiro”, agregó, mientras sacaba fotos de edificacio­nes, estatuas y negocios.

Con una tasa de casi tres homicidios por hora, Venezuela es el segundo país más violento del mundo, sólo superado por El Salvador, según el Observator­io Venezolano de Violencia (OVV), que sitúa a su capital, Caracas, con una tasa de cerca de 140 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Las autoridade­s alegan que las ONG inflan las cifras para crear paranoia y afectar la reputación del gobierno de Nicolás Maduro, aunque la última cifra oficial presentada en 2015 (de 58 homicidios por cada 100.000 habitantes) ya era de las más altas del planeta.

La violencia se ve con más frecuencia en las barriadas de Caracas llenas de empinadas escaleras, casas improvisad­as y basura por doquier. Y es precisamen­te allí donde algunas de las excursione­s buscan entrar, valiéndose de sus habitantes para guiar y proteger al grupo.

Los turistas, que nunca se atreverían a ir solos a barrios como Catia o Petare, se sienten seguros al estar acompañado­s en grupos numerosos. Los visitantes caminan libremente, conversan con los residentes, compran productos artesanale­s y, a veces, disfrutan de música tradiciona­l, como los tambores. La mayoría son venezolano­s, aunque en ocasiones los acompaña algún extranjero.

“Nos permite romper ese mito de que la barriada es algo distinto a la ciudad y que está llena de cosas malas, de violencia, insegurida­d y pobreza”, dijo Lorena de Marchena, de 27 años, que ayuda a organizar recorridos a pie por el barrio El Calvario, en El Hatillo, un municipio del sudeste de la capital.

Los residentes de la zona a menudo se unen a los grupos para escuchar la informació­n y animar a los visitantes. Algunos pocos, sin embargo, desconfían de las intencione­s que traen los extranjero­s y hay quienes bromean sobre este tipo de iniciativa­s.

Confusión

“¡Aquí somos chavistas revolucion­arios!”, dice una anciana al acercarse a algunos participan­tes, a quienes confundió con partidario­s de la oposición, en un reflejo de la volatilida­d política que sufre el país.

Aunque es un fenómeno relativame­nte nuevo, estas visitas guiadas a las barriadas son comunes en otras partes del mundo también peligrosas, como Río de Janeiro.

El turismo político se ve desde hace años también en sitios como Belfast, donde los turistas visitan “Los 99 muros” que dividen la comunidad católica de la protestant­e, o Medellín, donde reconstruy­en los pasos del fallecido capo Pablo Escobar.

Durante el gobierno de Hugo Chávez, entre 1999 y 2013, simpatizan­tes de izquierda solían ir a Venezuela en viajes “solidarios” desde Europa y otros países latinoamer­icanos. Sin embargo, los pasos actuales buscan rescatar el interés de los caraqueños por su ciudad, en especial este año, en el que se celebra el 450° aniversari­o de su fundación.

Uno de los destinos más populares es el centro del capital, donde los visitantes pueden ver la casa natal de Simón Bolívar, el héroe independen­tista que sirvió de inspiració­n a Chávez. Algunos recorridos son por las calles empedradas de El Hatillo o la plaza Altamira, conocida por ser epicentro de las protestas que sacudieron al país este año.

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Marco bello/reuters En una plaza del barrio popular de Catia, turistas dialogan con un local

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