LA NACION

El traslado de Odebrecht a prisión domiciliar­ia inquieta a la compañía

El próximo 19, el ex presidente del grupo dejará su lugar de detención en Curitiba; temen que nuevas delaciones pongan en riesgo el acuerdo que garantizó la superviven­cia de la empresa brasileña

- Alberto Armendáriz CORRESPONS­AL EN BRASIL

RÍO DE JANEIRO.– Símbolo del espectacul­ar impacto que tuvo la operación Lava Jato en el mundo empresaria­l de Brasil, en nueve días Marcelo Odebrecht, ex presidente y heredero del mayor grupo de construcci­ón de América latina, pasará a cumplir arresto domiciliar­io por los próximos cinco años, tras cumplir dos y medio de prisión. Pero, lejos de estar contentos, en la poderosa corporació­n hay preocupaci­ón por la posibilida­d de que empiece a hablar y ponga en riesgo el acuerdo de colaboraci­ón con la justicia negociado por su padre, que garantizó la superviven­cia a la compañía.

La policía ya tiene todo listo para que el próximo 19 el célebre preso, de 49 años, sea llevado desde el Complejo Médico Penal de Pinhais, en las afueras de Curitiba, hasta el avión privado de Odebrecht que trasladará al empresario, con tobillera eléctrica, hacia uno de sus domicilios. El destino final no fue revelado. Pueden ser sus residencia­s en San Pablo o Río de Janeiro, o una casa de playa en el estado de Bahía, de donde es originaria la familia. El uso del jet fue acordado porque sería más difícil resguardar su seguridad en un vuelo comercial.

Detenido desde junio de 2015, Odebrecht fue condenado en marzo de 2016 por el juez federal Sergio Moro a 19 años y cuatro meses de reclusión por corrupción, lavado de dinero y asociación ilícita en el marco del esquema de sobornos en Petrobras, por el que varias constructo­ras ganaban millonario­s contratos con la petrolera estatal. Su padre, Emilio Odebrecht –de 72 años y hoy presidente del consejo de administra­ción de la compañía– también fue acusado de graves irregulari­dades junto a varios ejecutivos del grupo.

Finalmente, a fines del año pasado, el patriarca cerró un acuerdo de delación premiada con fiscales de Brasil, Estados Unidos y Suiza a través del cual Odebrecht reconoció haber pagado coimas por unos 800 millones de dólares a funcionari­os en 12 países –entre ellos, la Argentina–. Además, se comprometi­ó a desembolsa­r 2600 millones de dólares en multas a lo largo de 23 años con tal de salvar los negocios de la empresa y tener las condenas reducidas.

Único de sus colegas de la firma en permanecer aún tras las rejas, Marcelo Odebrecht no quedó muy contento con el acuerdo de colaboraci­ón firmado, y lo consideró demasiado injusto para él. Según informó Folha de S. Paulo, dejó en claro a las visitas que recibe en la cárcel de Curitiba que está dispuesto a indicar “omisiones y precisione­s” en las delaciones para limpiar un poco su nombre.

La noticia generó inquietud en la empresa y en la familia. Temen que el acuerdo peligre si Marcelo abriera la boca. De acuerdo a fuentes cercanas, aunque ya estaba distanciad­o de su padre desde antes de su arresto, Odebrecht ahora también está peleado con su madre, Regina; con su hermana, Mónica; con su cuñado Mauricio Ferro, y con el director jurídico de la compañía, Adriano Maia.

“Odebrecht hizo una colaboraci­ón amplia y definitiva con las autoridade­s, que contiene más de 900 relatos presentado­s por la empresa y 77 ejecutivos. Esa colaboraci­ón se muestra eficaz, comprobada con millares de documentos, planillas, recibos, extractos bancarios y videos”, se limitó a señalar la compañía a la nacion.

Consultado al respecto, el abogado de Marcelo Odebrecht, Eduardo Sanz, se excusó de comentar sobre las relaciones de su cliente con la empresa y con la familia. Resaltó, no obstante, que “el objetivo de Marcelo Odebrecht continúa siendo el de contribuir con las autoridade­s públicas y cumplir su acuerdo de colaboraci­ón de forma efectiva, como lo viene haciendo a lo largo del último año”.

Según los términos del acuerdo, Odebrecht deberá permanecer apartado de la administra­ción de la compañía (a su padre se lo autorizó a quedarse un año más para comandar la transición; luego estará bajo arresto domiciliar­io por cuatro años), pero podrá hablar sobre los “errores” de la colaboraci­ón en audiencias, o escribir un libro sobre su posición.

Son cuestiones que Odebrecht analizará con su abogado, además de con su esposa y sus tres hijas. Por lo pronto, le esperan cinco años de arresto domiciliar­io con tobillera eléctrica. Los primeros dos y medio, bajo régimen cerrado, con la posibilida­d de recibir sólo a 15 personas. El resto será en modo semiabiert­o, con salidas entre las 7 y las 22.

“Independie­ntemente de que esté libre o preso, un delator puede hacer cuando quiera nuevas declaracio­nes que alteren un acuerdo de colabora- ción ya sellado”, indicó a el la nacion abogado Alberto Toron, experto criminalis­ta, que recordó el ejemplo del acuerdo de delación premiada firmado este año por los hermanos Joesley y Wesley Batista, del frigorífic­o JBS, que fue anulado por la procuradur­ía general luego de que se descubrió que habían faltado a la verdad.

“Si se descubren nuevas pruebas o se revela que alguno de los condenados mintió u omitió datos, un acuerdo puede ser revocado. En el caso de Marcelo Odebrecht, la incógnita es si él está dispuesto a hacer aclaracion­es que pueden significar un costo mayor para él, sus familiares o sus ex colegas”, añadió Toron.

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