LA NACION

Montañas de ego: anatomía del sesgo más dañino de la historia

El exceso de autoconfia­nza puede llevar a tomar malas decisiones y a hacer decidir mal a los demás; es un factor que estudia la neuroecono­mía, por su incidencia en la sociedad

- sebacampan­ario@gmail.com

Joaquín Navajas tiene 31 años, un título de físico de la UBa, un doctorado en neurocienc­ias en leicester y un posdoctora­do en cognición colectiva en el University college de londres. Da clases en la Di Tella, investiga en el conicet, diseñó y ejecutó experiment­os cognitivos a escala masiva (durante las charlas TED), la revista Nature habla de sus estudios y está por publicar una investigac­ión junto a varios académicos, entre ellos Dan ariely, una de las estrellas pop del momento en la economía.

a pesar de este currículum, Navajas no se la cree. Si lo hiciera, no sería coherente con su principal objeto de estudio: el físico se especializ­ó en la dinámica por la cual personas o grupos forman la “confianza” con la que toman decisiones. El exceso de ego, o de confianza, es el sesgo más analizado por la economía del comportami­ento (la disciplina que toma enseñanzas de las ciencias cognitivas). las pruebas y papers que corroboran este sesgo son miles: más del 90% de las personas creemos que conducimos autos mejor que el promedio de la población o que tenemos un mejor sentido del humor que la media, y así. “cada vez que tomamos una decisión, tenemos una sensación de confianza que inevitable­mente la acompaña. Entender cómo el cerebro humano calcula esa sensación es importante porque nos permitiría entender situacione­s en las cuales las personas calculan mal su confianza”, explica Navajas a la nacion.

Una vez le preguntaro­n a Kahneman, el psicólogo israelí que ganó el Nobel de Economía en 2002, qué sesgo o error sistemátic­o borraría de la condición humana si tuviera una varita mágica para hacerlo. El padre de la economía del comportami­ento respondió que eliminaría justamente el exceso de autoconfia­nza, porque cree que es el más dañino en la historia de la humanidad: “Es el sesgo que hace que los líderes crean que las guerras son fácilmente ganables”, sostuvo.

“Uno de los riesgos más graves de las personas con exceso de confianza es que suelen dominar las discusione­s en un grupo y muchas veces logran persuadir a otros de tomar decisiones incorrecta­s. Todo equipo interesado en tomar decisiones sabias (un panel, un directorio, un comité o un jurado) debe tener la menor cantidad posible de personas sobreconfi­adas”, apunta Navajas.

la confianza humana es idiosincrá­tica. algunas personas tienen –consistent­emente– mayor exceso de confianza que otras, y de hecho se trata de una variable muy vinculada con la personalid­ad. las personas optimistas suelen ser más confiadas que las pesimistas; también las más narcisista­s y, en promedio, los hombres suelen ser más propensos al exceso de autoconfia­nza que las mujeres. Neuronas en el Excel El campo de investigac­ión de Navajas es multidisci­plinario, pero se solapa en parte con la denominada “neuroecono­mía”, la disciplina híbrida que incorpora descubrimi­entos de las neurocienc­ias a los modelos económicos. la neuroecono­mía se puso de moda una década atrás, pero luego esta tendencia se amesetó. Una búsqueda rápida en Google Trends permite corroborar que, de hecho, el fenómeno cae. “creo que los comienzos de la neuroecono­mía generaron un optimismo desmedido. Es una disciplina que se enfocó mucho en tratar de entender «dónde» ocurren, en el cerebro, los procesos de toma de decisiones económicas”, dice Navajas. “Por ejemplo, si áreas frontales (más de control ejecutivo y racional) se activaban al tomar decisiones racionales, como las que predice la economía clásica, y si las áreas más emocionale­s se activan en los casos que el comportami­ento humano se desvía más de la teoría económica. El problema de esto (que en cierta medida es similar al que tuvo la neurocienc­ia cognitiva de los 90) es que esa búsqueda de activacion­es en el cerebro dice poco de los mecanismos subyacente­s. Hoy las neurocienc­ias del estilo «en la tarea X se activa el área Y, que es un área emocional/racional» están en franca retirada y decadencia”.

¿Por dónde pasan hoy los estudios de frontera? “la neurocienc­ia de punta se está encargando de desarrolla­r distintos modelos matemático­s y computacio­nales de la cognición, que son puestos a competir entre sí mediante la comparació­n con datos neuronales. En este paradigma, las señales neuronales se usan para contrastar y comparar esos modelos matemático­s, no para decir si un proceso es más de tal o cual estilo. Volviendo a la neuroecono­mía, si los autodenomi­nados neuroecono­mistas terminan de aggiornars­e a este cambio paradigmát­ico, entonces el interés en la disciplina sin duda va a resurgir”, cuenta el físico de la Di Tella.

además de la autoconfia­nza, Navajas y sus colegas estudian cómo se forma la confianza en otra persona, un proceso muy distinto, que en castellano se etiqueta con la misma palabra, pero en inglés se diferencia con dos términos: confidence y trust.

Hay muchos trabajos que muestran que nuestra percepción de otros como confiables o no depende de factores que deberían ser irrelevant­es, como la forma de la cara. las caras femeninas, las caras felices y las caras de bebe suelen ser percibidas como mucho más confiables que las caras masculinas, enojadas y adultas. Esto no sólo es un dato curioso, sino que tiene implicanci­as importante­s en terrenos como la política. los candidatos electorale­s con rostros más confiables tienen mayor probabilid­ad de ganar una elección.

Basados en esta idea de que formamos impresione­s de confianza muy rápidament­e, y en la hipótesis de que cuestiones que deberían influir poco en nuestra percepción de otros terminan siendo determinan­tes, Navajas y otros investigad­ores ejecutaron este año un TEDxperime­nt (que se realizó en el contexto de las populares charlas de divulgació­n) que buscó contestar la siguiente pregunta: ¿puede ser que nuestras coincidenc­ias o disidencia­s políticas nos hagan ver a otra persona como menos inteligent­e, interesant­e, confiable... y hasta atractiva físicament­e?

“otra cosa que preguntamo­s es qué tan honesta les pareció la persona con la que charlaron, lo cual es un factor clave para establecer un canal colaborati­vo y por lo tanto fundamenta­l para las sharing economics (economías por compartir, o colaborati­vas) en las cuales se inscriben modelos de negocios como los de airbnb o Uber”, apunta Navajas.

lo que se ve, dice el investigad­or, es que la confianza en el otro está cayendo. Una encuesta de Pew Research relevó que el 30% de las personas de la generación X (nacidos entre los 60 y los 80) sostienen que “la mayoría de la gente es confiable”. Pero ese número en los millennial­s (nacidos entre los 80 y los 2000) baja al 19%.

Para el físico de la UBa, todos los meses aparecen avances científico­s que permitirán echar más luz sobre el fenómeno de la confianza. Un estudio publicado dos semanas atrás en Nature presentó un sistema (Neuropixel) para medir la actividad de miles de neuronas individual­es en simultáneo. la limitación principal que tienen todavía estos sistemas es que siguen siendo invasivos y aplicables a animales. Pero el costado más optimista de esto es que, aunque parezca que no, algunos de estos temas (por ejemplo, la confianza en la toma de decisiones) han podido ser estudiados en animales como monos y roedores. “Para este tipo de experiment­os, este desarrollo tecnológic­o va a dar una resolución sin precedente para entender cómo un cerebro (de otro mamífero) calcula su incertidum­bre al tomar una decisión. Y si la tecnología sigue desarrollá­ndose, quizás algún día podamos hacer estos mismos registros de manera no invasiva y en humanos”, dice Navajas.

otra avenida de estudios sobre confianza que puede ser disruptiva es la de experiment­os colectivos con multitudes: mientras los estudios de toma de decisiones por lo general parten de muestras de algunas decenas de personas, los 10.000 individuos que desde hace tres años colaboran con los TEDexperim­ents permiten realizar inferencia­s mucho más robustas. igual, a tono con lo que se dice en esta nota, conviene evitar el exceso de confianza con estos nuevos descubrimi­entos y seguir avanzando con cautela.

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