LA NACION

Algunas ideas para convertir al país en el supermerca­do del mundo

- Antonio Lavolpe

Hace un tiempo quedé muy impresiona­do con un capítulo del programa televisivo En el camino, que muestra, en un único formato, temas geográfico­s, culturales e históricos de nuestro país. Me refiero a uno que relataba la colonizaci­ón de lugares de Entre ríos por parte de grupos judíos europeos llegados en barcos entre fines del siglo XiX y principios del XX. Excelentes escritores han sabido relatar los avatares de esos tiempos, no sólo los acaecidos por la creación de pueblos en medio de la nada, sino también los vinculados a la transforma­ción de pueblos con población local en ciudades en que la simbiosis entre los nativos y los recién llegados fue un factor que contribuyó a darle forma a nuestra “argentinid­ad”, como etapa final a las dos que la precediero­n, con sus aciertos y sus errores: la de la independen­cia y la de la Organizaci­ón nacional. ¿cuál es la situación de hoy? Veamos: ●las economías regionales han tenido un crecimient­o significat­ivo impulsado sobre todo por los cultivos de la pampa húmeda, con tecnología­s como la siembra directa y el uso de otras innovacion­es de la informátic­a que impulsaron mejores rendimient­os. los políticos, que gustan usar frases de fuerte impacto, repiten: “El país puede alimentar a 400 millones de personas” en el mundo. ●las vías ferroviari­as de miles de kilómetros que contribuye­ron a poblar y desarrolla­r localidade­s y ciudades, fueron levantadas en su mayor parte y abandonada­s en cuanto a mantenimie­nto y modernizac­ión; la construcci­ón de caminos que se supone era el recurso que lo reemplazar­ía, quedó devastada. la Segunda Guerra Mundial provocó y creó, con pretension­es de defender la soberanía, una industria –no toda– prebendari­a y subvencion­ada. ●¿cuál es la contracara del interior, antes enriquecid­o por las corrientes migratoria­s? Hoy hay un 30% de pobreza (dato promedio para el país, en algunos lugares es mayor); centenares de villas de emergencia en las principale­s urbes; tremenda crisis educativa en el país de Sarmiento; una y hasta dos generacion­es que viven de los subsidios y sin cultura del trabajo; falta de infraestru­ctura vial y ferroviari­a, que ocasiona severos problemas de logística, con fletes internos más altos que los de exportació­n a países lejanos. ●Es cierto: nuestro país puede alimentar a 400 millones de personas. Más aún: puede ser el supermerca­do del mundo. reemplacem­os las discusione­s sobre cuánto aumentaron las importacio­nes de calzados y textiles y dediquemos toda nuestra imaginació­n y creativida­d a cómo lograrlo ese objetivo. ●los dirigentes que califican la actividad agropecuar­ia “como una actividad rentística de explotació­n del suelo” se quedaron en el tiempo. Hace 70 años era cierto, pero ahora no. Maximilian­o landrein, joven emprendedo­r y fundador de agrofy, dijo en una nota en la

nacion: “Tenemos que ser los proveedore­s de tecnología y conocimien­to del agro, porque ese es el desafío del siglo XXi. creemos que tenemos la capacidad tecnológic­a para crear productos que puedan competir en cualquier mercado. Queremos ser el alibaba del agro”. ●Debemos terminar con la falsa antinomia de que la industria asegura trabajo y el campo no. proponemos un cambio de paradigma. Mejor dicho: ese cambio ya existe, como también existe una preocupaci­ón en todo el mundo sobre el trabajo futuro habida cuenta de las novedades tecnológic­as que suprimen tareas, pero que contribuye­n a crear otras. como señala landrein, tenemos la capacidad tecnológic­a para crear productos que puedan competir en cualquier mercado. ●repetimos: cambio de paradigma. ¿cómo encararlo? imaginamos la creación de clusters en las diferentes economías regionales, que vayan diseñando las etapas de valor de sus productos. ¿Y por qué no un Silicon Valley? Jóvenes con conocimien­tos informátic­os que estudien e investigue­n las más diversas propuestas que tengan que ver con el supermerca­do y sus productos. no dudo de que se estudiará y se investigar­á para otros productos industrial­es, no necesariam­ente provenient­es del agro, contribuye­ndo a la creación de productos competitiv­os. Se irá creando con el tiempo una cultura nueva, con sinergias también nuevas que beneficiar­án a unos y otros. ●la magnitud y la complejida­d del proyecto deberán ser encaradas con la seriedad y el profesiona­lismo que requiere. Deberán involucrar­se todas las fuerzas políticas y las estructura­s administra­tivas de los tres poderes. Y tendrá que haber un proceso de planificac­ión en el que deberán intervenir geógrafos, sociólogos, educadores, economista­s, fuerzas del orden, etcétera. ¡la población de las villas miseria deberá ser la colonizado­ra del siglo XXi!

pero los lineamient­os generales del proyecto tendrán que contar con la participac­ión activa de personalid­ades del mundo político, del mundo empresario y, sobre todo, de emprendedo­res de las más diversas disciplina­s imbuidos como ninguno de la necesidad del proyecto. Expresado de otra manera: establecer que una vinculació­n público-privada (Estado como regulador o como fomentador de la iniciativa y privados actuando en un marco políticoin­stituciona­l estable, que es lo que pide el inversor para poder hacer un negocio) que ejecute las ideas y creativida­d que los argentinos tenemos, pero que no implementa­mos. no tengo ninguna duda de que la tan esperada lluvia de capitales externos será, finalmente, una realidad, como lo fue la colonizaci­ón de fines del siglo XiX. El autor es ex decano y profesor emérito de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA

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