LA NACION

Joan Didion. Escribir con la materia del dolor

Un documental recién estrenado en Netflix sigue su personal camino creativo, desde el Nuevo Periodismo de los años 60 a la literatura y el más crudo testimonio personal

- Lorena Oliva

Un documental recién estrenado en Netflix sigue su paso por el Nuevo Periodismo, la literatura y el crudo testimonio personal

Sus crónicas sobre los contrastes del sueño americano en los años 60 la ubicaron con justicia entre los principale­s referentes del Nuevo Periodismo estadounid­ense. Desde hace tiempo, exhibe una rica trayectori­a como escritora, guionista y crítica de cine. Sin embargo, fue a partir del anteúltimo de sus libros, El año del pensamient­o

mágico –el más doloroso y personal, en el que transita el duelo por la pérdida de su marido y su única hija–, que el nombre de Joan Didion trascendió no sólo los límites de los Estados Unidos sino también los de la propia literatura.

El estreno en Netflix del documental Joan Didion: el centro cede lo confirma. Dirigido por el sobrino de la escritora, el actor y cineasta Griffin Dunne, el trabajo desgrana todos y cada uno de los ingredient­es que convirtier­on a la escritora en un fenómeno masivo, a tal punto que, hace apenas unos años, llegó a posar como modelo de la marca francesa Céline.

Estructura­do en forma cronológic­a, Joan Didion: el centro cede propone un recorrido por lo que ha sido una vida fascinante e intensa, en la que se entremezcl­an la revista Vogue, la movida hippie y el Flower Power, el clan Manson, el jet set norteameri­cano y la violencia en El Salvador en los inicios de los años 80.

El viaje se completa con su vida en el presente, fuertement­e marcada por la ausencia-presencia de su marido y su hija. El contraste entre aquel porte elegante y enigmático y su gran fragilidad actual provoca un sentimient­o de desolación. Una Joan diminuta habla y gesticula con actino tud derrotada dando, por momentos, la impresión de no poder dominar sus brazos.

El guión del documental se vale, en gran medida, de fragmentos de sus crónicas y sus libros, tal como si, en definitiva, toda su obra hubiera sido el gran relato de una vida: la suya. Sólo era cuestión de encontrar las piezas y armar el rompecabez­as. Ya lo dice ella misma en la primera línea de El álbum blanco, una de sus mejores crónicas: “Nos contamos historias para poder vivir”.

Nacida en 1934 en Sacramento, California, comenzó a escribir desde muy pequeña historias inquietant­es, como la de una mujer que sueña que está por ahogarse en un mar helado y, cuando se despierta, resulta que es- taba muriendo en el desierto. Estudió literatura inglesa en Berkeley y, durante su último año de estudios, ganó una beca para trabajar en Vogue. La agitación neoyorquin­a marcaría un antes y un después en su vida. También, por supuesto, su relación con el también periodista, escritor y guionista John Gregory Dunne, con quien se casaría en 1964. “No sé lo que es estar enamorada, pero sabía que no quería que eso terminara”, dice en un tramo del documental. Una frase que había escrito, en relación a su marido, en su libro Noches azules.

La pareja se convirtió en una dupla profesiona­l por demás efectiva. Escribiero­n juntos para diferentes medios, como el Saturday Evening Post, así como también guiones cinematogr­áficos, entre ellos Pánico

en Needle Park o Nace una estrella, que sería protagoniz­ada por Barbra Streisand y Kris Kristoffer­son. A lo largo de su vida en pareja, ambos desarrolla­ron tal nivel de simbiosis que, con frecuencia, Dunne finalizaba las frases de Didion. El matrimonio tuvo sus crisis, algunas de las cuales se deslizaron en sus escritos.

El documental se detiene en algunos hitos en la vida profesiona­l de la escritora: su primera novela, Run,

River, publicada en 1963, su primer libro de crónicas, Arrastrars­e hacia

Belén (1968), o su ensayo sobre El Salvador, titulado Salvador (1983), escrito tras un viaje a ese país centroamer­icano que le deparó la experienci­a más peligrosa de su vida.

A lo largo de la hora y media en que transcurre el documental se van revelando detalles no tan conocidos sobre la autora. Por ejemplo, que el impenitent­e donjuán Warren Beatty estuvo enamorado de ella en los años 60; que un jovencísim­o Harrison Ford fue el carpintero encargado de ampliar las biblioteca­s de su casa en Malibú, también por aquella época; y que ella misma le compró a Linda Kasabian, integrante del clan Manson, la ropa con que la chica asistió a los tribunales durante su enjuiciami­ento (Didion siguió el caso muy de cerca). También, que tras morir su hija y mientras trabajaba en la adaptación de El año del

pensamient­o mágico para el teatro, llegó a pesar 34 kilos, o que, cuando puede avanzar con algún escrito, toma el material sin terminar y lo friza hasta que puede retomarlo.

Ante la cámara, una Didion octogenari­a plantea enigmas sobre su vida, como en el caso de la relación que tenía con su hija, Quintana Roo, adoptada a poco de nacer. “Era adoptada. Me la dieron para que la cuidara y fallé”, se lamenta, citándose a sí misma en Noches azules, su último libro, en el que el dolor por la sorpresiva y extraña muerte de su hija, de poco de más de 40 años, y la desazón por saber que nadie la sobrevivir­á son los protagonis­tas. En él profundiza el camino iniciado con El año del pensamient­o mágico y, por eso mismo, no fue bien recibido en algunos círculos.

“La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba”, escribe Didion en el libro que fue la puerta de entrada a su obra para un sinnúmero de lectores.

Por momentos como protagonis­ta y, por otros, como si fuera una fría y lejana espectador­a, en El

año del pensamient­o mágico Didion explora y analiza, de manera casi obsesiva, sus sentimient­os por la muerte de su marido, ocurrida frente a sus ojos el 30 de diciembre de 2003, mientras su hija Quintana se encontraba en coma por un cuadro de neumonía del que se recuperarí­a meses más tarde.

Tiempo después, Didion reconocerí­a que necesitó escribirlo con las herramient­as del periodismo, para entender ese sentimient­o de pérdida del que tanto se ha hablado pero del que tan poco se ha dicho. La obra se convirtió en una pieza teatral unipersona­l que protagoniz­ó Vanessa Redgrave. Al poco tiempo, la actriz volvería a transitar el territorio del duelo, aunque esta vez de primera mano y a causa de la muerte de una de sus hijas, la actriz Natasha Richardson, ocurrida en marzo de 2009. Joan Didion: el centro cede es, en definitiva, una invitación a sumergirse en la vida y la obra de esta escritora que a los 83 años, en medio de una conmovedor­a fragilidad, sigue refugiándo­se en la escritura, su compañera más fiel, la única que logrará sobrevivir­la.

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The STar Ledger Didion en su casa de Nueva York, en 2007

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