LA NACION

Presencias fantasmale­s

- José María Brindisi

“E s una incógnita: un desapareci­do. No tiene entidad. No está, ni muerto ni vivo. Está desapareci­do.” La frase, triste y ferozmente célebre, pertenece a Jorge Rafael Videla, y una de sus intencione­s más siniestras fue la de pretender borrar las huellas de una existencia, diluirla, recluirla a una suerte de limbo en el que no hay espacio para el don ni el horror. En el extremo opuesto, la escritora y cineasta Nona Fernández (Santiago de Chile, 1971) se propone en La dimensión desconocid­a recuperar el último tramo de la vida de una serie de presos políticos de su país, Chile, desde el momentoen que fueron arranca dos de su cotidianei­dad para ser salvajemen­te torturados y, tarde o temprano, asesinados. Es decir: las últimas huellas de este lado del mundo, los últimos alientos, antes de ingresar en una suerte de dimensión desconocid­a.

Lo desconocid­o resulta uno de los núcleos esenciales de la novela, dado que Fernández –reciente ganadora con este libro del prestigios­o premio Sor Juana Inés de la Cruz, en México– traspasa con frecuencia esa línea y se sumerge, especuland­o, en esa otra realidad hecha de humo. Ese ejercicio imaginativ­o es tanto un acto de fe y un modo de revitaliza­r la presencia de esos cuerpos como el imprescind­ible contraste de todo eso que no imagina, sino que –y lo subraya– sabe. Todas esas voces y esos gritos que se le aparecen tanto en el sueño como en la vigilia, todo eso que a través de años de investigac­iones, lecturas, visualizac­iones, se ha convertido en una obsesión forzada y naturaliza­da, se le impusieron, quizá como un destino, cuando a los trece años se encontró con el rostro de un hombre que en la tapa de una revista confesaba: “Yo torturé”.

Escrita en una primera persona cristalina, una suerte de álter ego de la autora, La dimensión desconocid­a gira en torno a la figura de ese individuo, un ex miembro de los servicios secretos que en algún momento ya no puede soportar “oler a muerto” y decide, todavía en plena dictadura, confesar. La historia de cada uno de los desapareci­dos que Fernández rescata se ve atravesada por la participac­ión de ese hombre, ese monstruo arrepentid­o que sueña con ratas. La estructura espiralada es –junto a la admirable sobriedad y ausencia de eufemismos– un acierto mayor del relato, un modo de devolver a la realidad esas presencias que de pronto se convirtier­on en fantasmas y perdieron toda espesura.

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LA DIMENSIÓN DESCONOCID­A Nona Fernández Random House 233 págs., $ 379

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