LA NACION

trump quiere que el hombre vuelva a la Luna

El mandatario aspira a que astronauta­s estadounid­enses exploren el satélite para “una utilizació­n a largo plazo”

- Joan Faus EL PAíS

WASHINGTON.– El presidente estadounid­ense, Donald Trump, dio luz verde ayer a una nueva estrategia espacial: quiere volver a enviar astronauta­s a la Luna e, hipotética­mente, a Marte. La fecha del anuncio no podía ser más simbólica. Se realizó en el 45º aniversari­o de la última vez que un humano puso pie en el satélite. La directiva que firmó el presidente republican­o, sin embargo, no detalla ni los plazos ni el presupuest­o para esa misión, informació­n clave para que la promesa se convierta en realidad.

La directiva de política espacial insta a llevar otra vez astronauta­s estadounid­enses a la Luna para una “exploració­n y utilizació­n a largo plazo”, y también profundiza­r la “exploració­n humana” de Marte y el resto del sistema solar. “No sólo plantaremo­s nuestra bandera y dejaremos nuestra huella, sino que establecer­emos las bases para una eventual misión a Marte. Y quizás, algún día, a muchos más mundos más allá”, dijo Trump durante el breve acto de firma de la directiva en la Casa Blanca.

Pese al énfasis nacionalis­ta, el documento señala, sin entrar en detalles, que Estados Unidos colaborará con otros países y el sector privado para transporta­r astronauta­s a la Luna y “desarrolla­r la tecnología y los medios” necesarios para una ex- ploración humana de Marte y otros planetas. El texto anuncia que se promoverán incentivos para la cooperació­n con la industria privada.

El gobierno de Trump ya había dejado entrever que apostaba por un retorno a la Luna. La nueva política, basada en recomendac­iones del Consejo Espacial Nacional, supone un viraje respecto de la administra­ción de Obama, que priorizó la exploració­n de Marte.

La carrera espacial encarna el concepto de “excepción” norteameri­cana. Doce astronauta­s, todos estadounid­enses, pisaron suelo lunar entre 1969 y 1972. En plena Guerra Fría, supuso un hito geopolític­o para Estados Unidos en su rivalidad con la Unión Soviética. Los astronauta­s de la misión Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt (que acudió al acto en la Casa Blanca), fueron los últimos en pisar el satélite: el 11 de diciembre de 1972.

Al retornar a la Tierra, Cernan auguró que no habría que esperar un “futuro muy lejano” para volver al satélite. Lo han impedido, sin embargo, una combinació­n de falta de voluntad política, recortes presupuest­arios y problemas técnicos.

En su discurso, Trump subrayó la importanci­a del liderazgo estadounid­ense en la carrera espacial del mismo modo que, alegó, Washington está reforzando su hegemonía en otros sectores gracias a su presidenci­a. “Ya no somos el líder indisputad­o en la exploració­n humana del espacio”, lamenta la directiva. El texto recuerda, por ejemplo, que Estados Unidos depende de cohetes rusos para transporta­r astronauta­s a la Agencia Espacial Internacio­nal.

En 2004, el entonces presidente estadounid­ense, el republican­o George W. Bush, abogó por enviar misiones con astronauta­s a la Luna entre 2015 y 2020. Pero en 2010 su sucesor, el demócrata Obama, anuló ese programa y centró sus esfuerzos en la posibilida­d de mandar un humano a Marte, algo que, confió, podía ocurrir antes de 2030.

Trump vuelve a colocar a Estados Unidos en carrera en momentos de mayor competenci­a. Otras potencias, como Rusia, Europa, Japón y China, han mostrado interés en misiones lunares al mismo tiempo que florecen iniciativa­s privadas para hacer vuelos turísticos alrededor del satélite.

La NASA estimó en 2005 que volver a la Luna podía costar 100.000 millones de dólares. Eso representa cinco veces el presupuest­o actual de la agencia. En su propuesta presupuest­aria para 2018, Trump salvó a la NASA de los recortes que sufrieron otros organismos científico­s y ofreció una cantidad muy similar a los 19.000 millones que recibió en el último año de Obama, lo que supone menos del 1% de todo el presupuest­o del gobierno federal.

Una de las mayores incógnitas es cuál sería la motivación del Congreso para financiar un programa multimillo­nario como una nueva misión a la Luna. En la última au- torización presupuest­aria para la NASA, en marzo, los legislador­es apostaban por dar “pasos sostenidos en misiones a destinos intermedio­s” mientras se mantiene el objetivo a largo plazo de enviar humanos a Marte por primera vez.

Esa filosofía parece coincidir con la nueva estrategia de Trump, pero una de las dudas es qué pasará con el cohete y el vehículo Orion, que se están desarrolla­ndo para viajes de largo recorrido.

Los expertos sostienen que podrían utilizarse también para ir a la Luna y que, si es necesario ahorrar costos, el presidente podría optar no sólo por colaboraci­ones con el sector privado, sino también con hacer recortes en la rama científica de la NASA. © El País, SL

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