LA NACION

Incertidum­bre por la campaña antártica

Por el caso del submarino, hay dudas sobre el operativo para abastecer las bases

- Mariano de Vedia LA NACION

Mientras se extiende el operativo de búsqueda del submarino ARA San Juan, en el que participan activament­e varios barcos extranjero­s y la mayor parte de los buques de la Armada, se extiende la incertidum­bre sobre la próxima campaña antártica, que en breve deberá abastecer a las bases emplazadas en el Continente Blanco.

El comienzo de la campaña está previsto para el 20 de este mes y la gran incógnita es la participac­ión del rompehielo­s Irizar. Sería el regreso del emblemátic­o buque a la clásica navegación rumbo a la Antártida tras el prolongado y costoso proceso de recuperaci­ón, a raíz del devastador incendio sufrido en abril de 2007. Su arreglo demandó un total de US$ 284 millones, repartidos entre los US$ 147 millones que insumió la propia restauraci­ón y otros US$ 137 millones por el alquiler de los buques polares Vasily Golovnin (ruso) y Timca (holandés), que reemplazar­on al Irizar.

En medio de la tragedia por la desaparici­ón del ARA San Juan, en el Ministerio de Defensa y en la Armada darían lo que no tienen para garantizar que toda la logística de la inminente campaña antártica de verano se lleve adelante sin sobresalto­s y con resultados positivos.

Ni en la cartera que encabeza Oscar Aguad ni en el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas quieren dar detalles. Argumentan que todos los esfuerzos están concentrad­os hoy en el operativo de búsqueda del submarino.

Hace diez días, en uno de los vue- los preliminar­es de la campaña, un avión Hércules C-130 tuvo una falla al aterrizar en Río Gallegos, por lo que no pudo seguir viaje a la base Marambio, su destino original. El avión había sido modernizad­o recienteme­nte en Estados Unidos y participó en la búsqueda del ARA San Juan. Al llegar a Río Gallegos no pudo colocar las hélices en reversa, una maniobra que se utiliza para disminuir la distancia de aterrizaje y ayudar a frenar, por lo que debió disminuir la velocidad únicamente con las ruedas. Por eso se sobrecalen­taron los frenos y salió humo.

El año pasado, al no contarse con el Irizar y decidir el Gobierno no contratar un buque polar extranjero, la campaña antártica se realizó con medios propios. Varios buques de la Armada y más de 100 vuelos a la Antártida ayudaron a transporta­r 300 científico­s, 1200 militares y civiles –que se movilizan al Continente Blanco durante el verano–, 200 toneladas de víveres y unas 10.000 toneladas de gasoil que alimentan los generadore­s.

Para este año, la idea es que el Irizar sea acompañado por uno de los buques comprados en 2014 a Rusia y que ya fueron desplegado­s en la campaña de 2016. Para abastecer las seis bases permanente­s de la Antártida, a las que se suman otras siete temporaria­s en el verano, la Armada destinó el año pasado seis buques.

A fines de octubre, el Irizar completó las pruebas de hielo, la última instancia que exigía su puesta a punto. Con mayor espacio dedicado a la investigac­ión científica y menor capacidad para transporta­r material y equipamien­to, será necesario sumar otros buques para la campaña.

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Archivo El arreglo del Irizar costó 284 millones de dólares

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