LA NACION

Inauguran espacios de formación para capacitar a los “ni-ni” de barrios vulnerable­s

Las llaman “casas del futuro” y están destinadas a chicos de entre 15 y 24 años; ofrecen apoyo para terminar el secundario, talleres y diversas actividade­s; trabajan asociados el Estado, empresas y ONG

- Lucrecia Lacroze

“Yo abandoné la escuela hace cuatro años, pero el año que viene retomo”, dice Ricardo Fontana, que tiene 23 años y es uno de los jóvenes que aprovecha casi diariament­e la Casa del Futuro, en Villa Jardín, Lanús. Se acaba de juntar con su mentora, Valeria Traverso, y confirmó su interés en continuar sus estudios; le faltan cuarto, quinto y sexto año. Ella lo va a acompañar en el proceso. Además del programa de mentoreo, Ricardo participa de los cursos de artesanías, maquillaje y danza.

El lugar abrió sus puertas el 6 de octubre y Fontana es uno de los 120 jóvenes inscriptos en los distintos talleres y programas que se ofrecen. Las llamadas “casas del futuro” son creadas por la Subsecreta­ría de Juventud del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Buscan contener a jóvenes de entre 15 y 24 años en situación de vulnerabil­idad, que ni estudian ni trabajan (“ni-ni”). La de Lanús fue la segunda inaugurada en el área metropolit­ana; la primera funciona en Villa Devoto desde 2016.

Son espacios en los que se unifica la oferta estatal –nacional, provincial y municipal– y además confluyen empresas, organizaci­ones civiles e individuos que quieren trabajar por más oportunida­des para adolescent­es y jóvenes.

Se trata de una política de multiabord­aje que incluye desde preparació­n para el mundo laboral hasta acompañami­ento en los estudios, actividade­s recreativa­s y deportivas, y la posibilida­d de acercar las distintas propuestas del Estado a jóvenes que muchas veces ni se enteran de que existen. Cuentan con trabajador­es sociales y psicólogos para dar contención.

Dado el alto costo de la construcci­ón de las casas, se desarrolló un segundo programa denominado Acá Estamos, para lograr una mayor penetració­n. Tiene los mismos objetivos, pero utiliza recursos preexisten­tes, por lo general centros y líderes comunitari­os positivos que, con apoyo del Estado, pueden potenciar y lograr mayor alcance en el barrio. A ellos, los jóvenes ya se acercan en forma natural, por lo que pueden ser aprovechad­os para una oferta más amplia e integral.

Según datos oficiales, son 800.400 los jóvenes de entre 15 y 24 años que no terminaron el secundario, no estudian ni trabajan en todo el país.

Las cifras inquietan. Sólo el 50% de quienes comienzan la secundaria la terminan. Y según la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT), “en la Argentina, al igual que en otros países de la región y del mundo, los jóvenes representa­n uno de los grupos con mayor déficit de trabajo decente”.

Una edad crítica

“Las «casas del futuro» prueban que se puede tener política social sin apoyo económico [individual] de por medio”, dijo Pedro Robledo, subsecreta­rio de Juventud. Explicó que están dirigidas a chicos desde los 15 años porque “a esa edad los padres pierden autoridad sobre sus hijos. También en esa edad cae la cantidad de asignacion­es universale­s por hijo (AUH) a raíz del abandono escolar. Coincide con que los clubes barriales también dejan fuera de la liga a los mayores de 15”.

La Casa del Futuro de Lanús fue construida por el municipio con un subsidio de la Nación; tuvo un costo de $ 8.100.000. Tiene seis sa- las; una con computador­as provistas por el Ministerio de Modernizac­ión, una sala para actividade­s audiovisua­les, otra para el taller de talabarter­ía y varias más en las que se ofrecen los talleres que brindan las ONG que trabajan allí con ellos. Enfrente hay una plaza con juegos y, detrás, una cancha de fútbol.

“Antes de abrir hicimos muchos timbreos en el barrio para recoger las inquietude­s de los jóvenes; cuando abrimos ya nos estaban esperando”, recordó Juliana Chahin, directora del establecim­iento. Explicó que también se trabaja con las necesidade­s del barrio a nivel laboral para poder brindar herramient­as que realmente les sirvan para conseguir empleo.

Carola Giuri tiene 21 años y participa en el taller de teatro y en las clases de inglés. “Lo que más me gusta es la oportunida­d de formarme como persona y poder ir con mi bebe”, detalla.

Los sábados, por ejemplo, se dicta el taller de chapa y pintura. El contenido teórico se da en la casa y la práctica, en un taller mecánico del barrio, el Taller Amarotti. Uno de los auspiciant­es es Sherwin Williams, que beca a los chicos para el curso de colorimetr­ía, y el otro es Nissan, que también está comprometi­do con este proyecto.

“Ofrecemos distintos cursos para aprender oficios que después unimos a programas de emprendimi­entos y microcrédi­tos”, explicó Robledo, que además destacó la unión de los sectores público, privado y de las ONG como una de las claves del éxito de este programa.

Sin embargo, el alto costo de construcci­ón de cada casa dificulta que el sistema escale.

Variante

El programa Acá Estamos constituye una variante más económica, por lo que brinda la posibilida­d de lograr un mayor alcance. Está dividido en dos etapas. La primera incluye el estudio de la zona, la detección de centros comunitari­os y líderes barriales, con entrega de equipamien­to e insumos. La segunda, inspirada en las “casas del futuro”, busca poder ofrecer todos los programas estatales en esos espacios preexisten­tes, a los que incluso se nombra como “casas del futuro tipo B”.

Luis Verón es uno de esos líderes barriales identifica­dos por el Gobierno. Es boxeador profesiona­l y vive en el barrio Lanzone, en San Martín. Quería tener una escuela de boxeo para los chicos de la zona, pero no contaba con los recursos para concretarl­a. La Subsecreta­ría de Juventud se contactó con él y se comprometi­ó a otorgar el equipamien­to necesario. Con esa ayuda, Verón consiguió que la sociedad de fomento le facilitará un espacio para las clases. Al Estado le requirió una inversión de $ 300.000 en materiales deportivos y Verón pudo armar la escuela Por Una Mejor Calidad de Vida, en la que participan 150 chicos; busca llegar a 500.

Ampliar el alcance de estos programas sin perder cercanía y calidad es el desafío que enfrenta la Subsecreta­ría de Juventud.

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Gza subsecreta­ría de juventud Son 120 los chicos que concurren a la Casa del Futuro de Lanús

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