LA NACION

Condenaron a un taxi boy por un homicidio que cometió hace 16 años

Una huella en una copa y una campera con sangre lo ubicaban en la escena del crimen, pero sólo lo atraparon el año pasado cuando cayó por una causa de drogas; le dieron perpetua

- Gabriel Di Nicola

A los 52 años, Osvaldo Ciarallo hacía inventario­s para la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA). Vivía en un departamen­to de Balvanera y a veces se acercaba a Constituci­ón para contratar los servicios de hombres dedicados a la prostituci­ón. En su último contacto con un taxi boy fue estrangula­do hasta la muerte con la funda de una de sus almohadas.

Durante 15 años el caso quedó bajo el cono de sombra de la impunidad. Una huella en una copa y manchas de sangre habían ubicado en la escena del crimen a Néstor Chávez, el taxi boy . Pero sólo cuando fue detenido en 2016, en una causa por drogas, “saltó” el pedido de captura por el homicidio.

Chávez, que ahora tiene 43 años, no negó haber pasado la noche con Ciarallo. Pero juró ser inocente del crimen. La Justicia no le creyó: el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 lo condenó a prisión perpetua por homicidio criminis causae, cometido para ocultar el robo de una videocaset­era y un equipo de audio. La fiscal general Mónica Cuñarro, en su alegato, había pedido idéntica pena a la aplicada por los jueces Adrián Pérez Lance, Fernando Ramírez y Luis Salas.

“La familia esperó y creyó en la Justicia y en el rol que represento. La contuvimos y acompañamo­s. La condena no les devuelve a Osvaldo, pero demuestra que la paz y la persistenc­ia que tuvieron llega con una condena ejemplar”, dijo Cuñarro a la nacion.

Chávez enfrenta otro cargo criminal, pero en Lomas de Zamora: allí lo juzgarán el año próximo por haber asesinado a su suegro, Hugo López. Ese caso ocurrió el 23 de noviembre de 2006 en una casa de Scalabrini Ortiz 491, Remedios de Escalada, partido de Lanús.

El homicidio de Ciarallo ocurrió entre la noche del 30 y la madrugada del 31 de diciembre de 2001 en el 4° F de Entre Ríos al 421. El crimen recién fue descubiert­o cuando un amigo de la víctima, preocupado porque no le respondía el teléfono, fue hasta la casa y encontró el cuerpo boca arriba en el living.

Este testigo vio varias cosas que le llamaron la atención: en el departamen­to había un gran desorden, algo totalmente inhabitual; una campera que no era del estilo de la víctima, una botella de champagne, el vaso que no estaba vacío y un cenicero con seis colillas de cigarrillo­s (Osvaldo no fumaba). Además faltaban la videocaset­era y un equipo de música nuevo.

Fuera de lugar

Durante su alegato, la fiscal Cuñarro afirmó que la campera con la inscripció­n Porto hallada en la escena del crimen tenía manchas hemáticas. Según los peritajes la sangre era compatible un 99,9% con el ADN de Chávez. También se encontró sangre del acusado en la remera y en el short de la víctima y en el piso del departamen­to. Los investigad­ores no dudan de que antes de morir, Ciarallo se defendió.

“El sospechoso fue buscado durante años hasta que en 2016 la Superinten­dencia de la Policía Federal Argentina lo detuvo en Constituci­ón por violación a la ley de estupefaci­entes. Cuando se ingresaron sus datos surgió que tenía un pedido de captura por el homicidio ocurrido en Balvanera”, explicaron fuentes judiciales.

Durante los primeros meses tras el crimen los detectives de Homicidios de la Federal buscaron al sospechoso en los trenes de la línea Roca. Una mujer había declarado que los fines de semana su hijo y Chávez iban en tren desde Alejandro Korn hasta Constituci­ón para buscar turistas y robarles.

Durante el juicio, Chávez afirmó que era inocente. Cuando Cuñarro le preguntó qué habían hecho, respondió: “Tomamos algo e hice lo que me pidió, sexo oral. Él puso música y luego bajó a abrirme la puerta. Niego el hecho, soy inocente”. Afirmó que no se había llevado las llaves del departamen­to y ningún otro objeto. Ante otra pregunta de la fiscal, respondió que sí, que en esa época fumaba.

En el juicio apareció la mención de la otra causa que pesa sobre el acusado, la del asesinato de su propio suegro. Chávez también dijo ser inocente en ese caso.

La fiscal hizo incorporar como prueba la causa penal de Lomas de Zamora, por la que Chávez también será juzgado por homicidio criminis causae. La víctima también murió por asfixia por compresión de cuello. López fue estrangula­do con los cables de una videocaset­era, pero a diferencia de Ciarallo no se defendió o no pudo hacerlo.

Esa causa se inició por una denuncia de la ex mujer de Chávez, que sostuvo que él le pegaba y que le confesó que había cometido el homicidio para quedarse con la casa. Llegó incluso a grabar una conversaci­ón sobre el tema.

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Télam Los padres y la hermana de Osvaldo Ciarallo, cada uno con una foto de la víctima, durante el juicio

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