LA NACION

Echegaray debe dejar de ser un intocable

Durante la gestión kirchneris­ta, la AFIP persiguió a los opositores y fue cómplice de quienes delinquier­on y se enriquecie­ron desde el poder

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Si la gigantesca red de corrupción del kirchneris­mo pudo extenderse durante tantos años fue porque contó con la complicida­d de jueces, fiscales y organismos de control que incumplier­on su función para brindar protección a quienes delinquían desde el poder o bajo su amparo.

Entre los órganos bajo sospecha se encuentra la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP) bajo la conducción de Ricardo Echegaray, pues desde allí se protegió de dos maneras: en forma directa, al encubrir a personajes vinculados al poder político que podían resultar comprometi­dos si el ente recaudador cumplía su deber, y en forma indirecta, al emplearse ese organismo para atacar a opositores y denunciant­es de la corrupción kirchneris­ta.

La AFIP le prestó un valioso auxilio al pseudoempr­esario kirchneris­ta Lázaro Báez y se sospecha que Echegaray frenó una investigac­ión de la delegación Bahía Blanca del organismo recaudador sobre el uso de facturas falsas por parte de Báez.

El año pasado, el juez federal Sebastián Casanello indagó a Echegaray por ese caso, en el que fue acusado de haber conocido dos años antes la estafa que habría llevado adelante Báez mediante esas facturas que sirven para lavar dinero.

Sin embargo, como en una causa similar el entonces juez Norberto Oyarbide había sobreseído a Echegaray, para evitar que esta medida perjudicar­a el expediente de Casanello, la actual AFIP, a cargo de Alberto Abad, pidió constituir­se en querellant­e para impulsar el sumario. Años atrás, una investigac­ión de

reveló que, con la ayuda de la nacion Echegaray, el empresario Cristóbal López y otros directivos del Grupo Indalo retuvieron fraudulent­amente unos 8000 millones de pesos en impuestos y tergiversa­ron los planes de pago que irregularm­ente le había otorgado la AFIP de Echegaray. A raíz de la publicació­n, la AFIP denunció ante la justicia penal a López, a su socio Fabián de Sousa y a

otros directivos del grupo.

Por su magnitud, la maniobra del Grupo Indalo difícilmen­te hubiera podido concretars­e sin la complicida­d de las máximas autoridade­s de la AFIP, organismo que durante los últimos cuatro años del kirchneris­mo en el poder, no reclamó como correspond­ía la creciente deuda que acumuló la petrolera Oil Combustibl­es, controlada por López y De Sousa, que percibía el impuesto a la transferen­cia a los combustibl­es de parte de los distintos operadores y después se acogía a sucesivos planes de pago para refinancia­r las sumas que no aportaba al fisco. Esos planes de pago de la AFIP se habrían otorgado sin cumplirse los requisitos legales.

Otro expediente que compromete a Echegaray es el de la imprenta Ciccone Calcográfi­ca, por el cual cumple prisión preventiva el ex vicepresid­ente Amado Boudou. Al ser indagado, Echegaray confirmó que, cuando era ministro de Economía, Boudou mantuvo con él dos reuniones en las cuales le pidió ayuda para que la imprenta levantara una quiebra solicitada por la AFIP. De esa manera, la empresa podría ser adquirida por la sociedad The Old Fund, atribuida a Boudou. La AFIP pidió el levantamie­nto de la quiebra de Ciccone que había solicitado antes, permitiénd­ole de esa manera

ingresar en una moratoria para ponerse al día con el fisco. Al ser indagado, Echegaray negó haber actuado fuera de las normas.

El ex titular de la AFIP se encuentra procesado por administra­ción fraudulent­a en perjuicio del Estado y por negociacio­nes incompatib­les con el ejercicio de la función pública debido a la forma en que se llevó a cabo la licitación para la limpieza del edificio principal de la AFIP.

Pero su actuación no se limitó a la protección de los kirchneris­tas pues también, como expresamos en esta columna, convirtió a su organismo en una poderosísi­ma arma de presión y persecució­n política, y él o sus funcionari­os no dudaron en traicionar el secreto fiscal con tal de infundir temor.

De esa manera intentaron enlodar, entre otros, al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti y a Francisco de Narváez.

Al amparo de la actual ola de acciones judiciales contra las máximas figuras del kirchneris­mo, no deberían quedar rezagados en la investigac­ión penal funcionari­os de primer nivel que, como Echegaray, cumplieron un papel esencial en el esquema delictivo del anterior régimen y que hasta hoy parecían intocables por el poder que continuaba­n ejerciendo.

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Echegaray, un poderoso hasta ayer intocable

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