Centro Gallego
Soy una trabajadora de la salud, y mi labor no implica tratar con papeles –no por desmerecer ese tipo de trabajo–, sino con personas. Pacientes que actualmente tienen que pelear contra el peor de los males, la indiferencia. No hablo de cosas que sean desconocidas por todos los que integramos el Centro Gallego de Buenos Aires, lugar que logró tener un gran prestigio, pero hoy está en el ocaso. No hablo como si esto me fuera ajeno, porque lo vivo día a día en carne propia. Hablo del abandono, del estado de emergencia por falta de insumos y de personal, de tratar de “tapar baches” como si el derecho a la salud no fuera importante. Hablo de un sistema corrupto en el cual nuestros abuelos terminan siendo los más desprotegidos y de un Estado (el centro está intervenido) totalmente ausente, que elige mirar hacia otro lado, como si nada estuviera pasando. Hablo de sueldos impagos desde septiembre, de sindicatos que no defienden a sus trabajadores, del miedo que tiene el personal de salir a reclamar lo que le corresponde y de condiciones laborales pésimas. Pero también hablo del amor que cada uno le pone a su trabajo, del sentido de pertenencia a la institución, de ponerse la camiseta e ir a trabajar sin importar cómo. Hablo de responsabilidad y de ser también víctimas de este sistema perverso. Sólo le pido a Dios que el dolor y la injusticia no nos sean nunca indiferentes, porque será ese el momento en el que todo verdaderamente estará perdido. Silvina Mayo
DNI 33.048.177