catalejo Carrera
La historia parlamentaria es difícil de revertir y tiende a repetirse al infinito. Cambian las circunstancias, se alteran las proporciones de las fuerzas, pero la lógica de la oratoria y la votación siempre se impone. Las cámaras están llenas de grandes y apasionados discursos, de réplicas rápidas, precisas y graciosas. Es un universo de palabras cargado de intenciones políticas. Es la política, al fin. O se le parece bastante, en tanto que es su representación más teatral.
Cada diciembre, sobre el filo de las Fiestas, a cada gobierno se le ocurre hacer pasar por el Congreso proyectos cruciales, reformas de vida o muerte, asuntos estratégicos. Es lo que se dice en el recinto, con más o menos exageración.
Luego de acordar con los gobernadores peronistas las reformas fiscal, impositiva y previsional, y con la CGT (también peronista), una reforma laboral, al momento de tratarlas el Congreso está rodeado desde ayer y hasta mañana de protestas encabezadas por opositores (vaya casualidad) peronistas. El oficialismo parece decidido a aplicar el viejo manual parlamentario, que en su primera página dice: “Si están los votos, hay que votar”. Por eso adelantó para hoy la sesión de Diputados. Los largos discursos podrían quedar para otra vez.