Mañana irá por otros cuatro años al frente de River y opina de todo
El presidente de River está confiado en ganar las elecciones de mañana, habla de los celos que provocaron los éxitos y sueña con un equipo conformado por chicos de las inferiores
En diciembre de 2013, Rodolfo D’Onofrio se presentó por segunda vez para ser presidente de River y, en su cierre de campaña, le pidió al socio “ir a votar para evitar la continuidad de la dirigencia que nos llevó a este presente nefasto”. Hoy, a 24 horas de la elección en la que buscará un segundo mandato, solicita lo mismo: “Si fuimos 25 mil riverplatenses en Japón, ¿no pueden hacer unos kilómetros para votar?”.
El optimismo de D’Onofrio puesto en que los socios de River le volverán a dar su apoyo se potenció luego de la obtención de la Copa Argentina y de la postergación de las elecciones por dos semanas que ordenó el 1º de este mes el juez federal Claudio Bonadio, por la aparición de cinco DNI apócrifos entre los socios del club, a lo que se sumó la presencia de socios ya fallecidos en el padrón: “Fue una lástima la postergación. La semana previa al 3 de diciembre ya estábamos en condiciones de llevar adelante la elección con total normalidad. Contábamos con todos los controles necesarios. Previo a la cuestión judicial, el club ya le había pedido al Registro Nacional de las Personas que validara el padrón electoral. Estoy convencido de que, contrariamente a lo que pensaron quienes quisieron manchar la imagen del club, esto nos ha fortalecido. Ahora más que nunca, todos los socios de River tenemos que ir a votar”, dice a modo de arenga.
D’Onofrio, quien competirá con los opositores Antonio Caselli, Carlos Trillo y Leonardo Barujel, decide redoblar la apuesta. “Hace cuatro años me preguntaban qué día quebraba River y hoy me preguntan cuándo vamos a renovar el Monumental. Si yo creyera que hicimos todo, me voy a casa. Pero asumo el riesgo con decisión porque se puede hacer más”, explica en una extensa charla con
la nacion, que en ciertos temas –economía, doping, refuerzos– deja de manifiesto todo el ímpetu del dirigente de 68 años: “Soy vehemente por mi entusiasmo. A veces creen que estoy enojado, pero uso ese tono porque siento pasión. Yo me voy a morir acá, doy todo”. –¿Qué balance hace de su gestión? –El balance es muy bueno. Agarramos un club con una deuda financiera enorme, que perdía más de 100 millo- nes de pesos al año y tenía un patrimonio neto negativo de 200 millones. Hoy el club gana 350 millones de pesos anuales, y tiene un patrimonio neto de 850 millones positivo. Solucionamos los problemas económicos y no tenemos deudas. En lo deportivo, conseguimos más de lo que imaginábamos, con un plantel extraordinario y un cuerpo técnico de excelencia. Lamentablemente, no podés retener a los jugadores: si era por nosotros, no vendíamos a ninguno. –¿Cómo ve a River a nivel institucional? –El primer día les dije a todos que teníamos que unirnos. Lossociospodemospensardistinto,peroentendiéndonos. Hoy todos sentimos algo muy especial: pertenencia. La familia River está unida, volvieron todos los ídolos: Amadeo [Carrizo], Alonso, Enzo [Francescoli] y Fillol están en el club. Estamos muy conformes y vamos por más. –¿Qué pálpito tiene para el domingo? –Si me presento, voy a ganar. Es como en la cancha: nunca voy a ver perder a River. Para ganar, la gente tiene que llenar las urnas de votos. Es muy bueno que haya cuatro candidatos, para saber cómo construir y continuar un club que volvió a lo más alto. Pero lo más importante es que los socios voten y decidan. –¿Por qué deberían elegirlo? –Porque lo que prometimos lo cumplimos. Hace cuatro años dimos una serie de papeles con once pilares: trabajar con honestidad y transparencia, planificación de la infraestructura, gestionar eficientemente, implementar un modelo económico financiero sustentable, garantizar la seguridad de los socios, potenciar la marca River, la vida en el club, una institución con responsabilidad social, que la familia vuelva a la cancha de local y de visitante, retomar el liderazgo potenciando las divisiones inferiores y alcanzar logros locales e internacionales en el fútbol profesional. Hemos cumplido en todo salvo en el regreso de los visitantes, que no depende de nosotros. –¿Por qué no se pudo? –Hasta ahora no logramos que el Gobierno y la Seguridad dijeran que sí. Nosotros queremos que vuelvan porque la gente de River quiere ir, porque no hay peor cosa que una cancha vacía y porque los clubes más chicos se salvan cuando River o Boca vamos de visitante. No es cierto que la televisión hace la diferencia, se hace con las entradas, la marca y los sponsors. Para nosotros la TV es sólo el 8%; en cambio, para otros clubes es el 85%.
–¿Existe un nuevo proyecto para las divisiones inferiores? –Venimos trabajando como locos, hace dos años que está Gustavo Grossi. Y tenemos un proyecto consensuado con Gallardo y Francescoli, en el que se le dedicará mucho más de tiempo. Pero lo vamos a dar a conocer después. Mientras, trabajamos en el predio de Hurlingham para que los juveniles se entrenen en pasto y no en césped sintético. –¿Se puede planificar un Gallardo por 4 años más? –Mi propuesta será un contrato de cuatro años sin cláusulas castigo, para que haya libertad. Hoy tiene unas ganas tremendas y quiere más. Si Gallardo no encontraba un desafío, la gloria ya la tenía. Pero busca más. Y no sólo ganar copas: hay que construir para que el próximo presidente tenga un equipo formado por jugadores de las inferiores de River. Y eso va a ocurrir. –¿No es una apuesta riesgosa prometer eso? Macri lo hizo en Boca y no lo pudo cumplir. –Sí, pero estamos convencidos de que lo vamos a lograr. Primero hay que tener un sueño y después realizarlo. Si me reeligen, dentro de cuatro años, les diré si cumplimos o no. La intención está, hasta me comprometí a estar mucho más pendiente del fútbol. –¿Qué otras medidas tiene en la cabeza? –Remodelar el Monumental. Me encantaría empezarlo y terminarlo, o dejarlo encaminado. Se lo presentaremos a los socios para discutirlo. Otros temas serán trabajar en la parte médica e instalar al club internacionalmente, con acuerdos con clubes del exterior, para que se destaquen y se desarrollen los chicos que no juegan en Primera. –¿Ya hay un plan para el Monumental? –Sí, está todo hecho. La idea es un estadio techado para 85.000 personas y el socio decidirá si será donde está ahora o en otro lugar cercano al Monumental. Primero, River tiene que terminar el acuerdo con la Ciudad para trasladar el colegio y la Universidad al Tiro Federal porque, si no, no podemos tocar nada. –La oposición apunta al crecimiento del pasivo como crítica, ¿le parece razonable? –Que hagan un curso de contabilidad o que le pregunten a un contador. Porque no entienden nada. Si pasamos de un patrimonio neto de 200 millones negativo a 850 millones positivo y ya no tenemos más deudas, no hay nada más para decir. –¿Cuál es su análisis del presente del fútbol profesional? –Lo único que puedo decirle al cuerpo técnico y a los jugadores es gracias. Lograron lo que queríamos: nos devolvieron el orgullo de pertenecer a River. Es tanto lo que se logró, que generamos mucha envidia. Cuando yo digo que nos quieren desestabilizar, no es la AFA o la Conmebol. Es la calle, es típico de la Argentina. Cuando te va bien, la envidia es terrible. Y una vez que perdés, ya te pegan. Te están esperando: son tres años y medio de ganar todo y el que no es de River no se lo banca. –¿Y del año futbolístico? –Hace tres meses, la prensa decía que era el libro de pases más importante de la gestión. Y ahora escucho que me quedé corto. Y yo avisé que no sabía si era el mejor porque los jugadores deben demostrar en la cancha. Este año pasaron muchas cosas, entre ellas lo del doping. Tuvimos que escuchar infamias, ensuciando a jugadores que en la p... vida habían pasado por el control. Y no sabemos qué pasó: así como dicen que fue la pastilla, también podría ser que algo fallara en el lugar en el que se hizo el análisis. –¿Eso no le da temor de que vuelva a pasar? –Desde ese día, exageramos las precauciones que ya estábamos tomando. Lo que decidimos es que un producto no lo compramos más. No podemos asegurar que fue eso, pero algunas cosas no podemos hacer, como controlar los laboratorios.