LA NACION

El compositor detrás de los jingles que marcaron una época

Rodolfo Sciammarel­la, de 79 años, les puso letra y música a más de 500 publicidad­es de productos y de candidatos políticos

- Javier González Cozzolino

¿Quién no recuerda el “tatatatatá” de Uvita o “Lo que La Gotita pega, nada, nada lo despega”? La lista de canciones publicitar­ias que se transforma­ron en hits es interminab­le. Sólo tres más: “Qué tranquilid­ad, señora mamá, para sus chiquitos, usted tiene Aspirineta­s”; “La pausa son cinco minutos y La Virginia es el té” y “Trenet y chau, mancha”. Rodolfo Sciammarel­la tiene 79 años y es el autor de esos y otros más de 500 jingles. Se lo conoce como “el jinglista” en el ambiente, o como “el maestro” en la Sociedad Argentina de Autores y Compositor­es de Música (Sadaic).

Sonríe al dar la bienvenida al salón del directorio de esa entidad, donde integra la Comisión de Asuntos Artísticos, abocada a detectar plagios.

Pide a una asistente que le traiga el retrato de su padre, ese que besa cuando entra por la mañana y que vuelve a besar antes de partir, y no bien lo recibe posa con él para el fotógrafo. Su padre también se llamaba Rodolfo. Necesita referirse a él para justificar de algún modo su presente. Fue autor de más de 100 tangos, casi una decena grabados por Carlos Gardel, más una importante cantidad interpreta­da por Alberto Castillo y otra repartida entre otras figuras como Libertad Lamarque. Compuso la música de 72 películas argentinas. Guionó obras de teatro de revista de los años 40 y 50. Fue jinglista para políticos como Hipólito Yrigoyen, Alfredo Palacios, Juan Domingo Perón, Richard Nixon y Héctor Cámpora. Y ganó tres veces la grande de la lotería.

“Cuando murió papá lo velaron en Sadaic. A las 6 de la mañana vino Perón con periodista­s, autos, carrozas. «Se ha ido un buen muchacho», recuerdo que Perón me dijo”, indica. “Un día antes papá había echado a los de la Triple A de Sadaic”, recuerda.

Sciammarel­la toma el premio Golden Brain que recibió este año por su trayectori­a en el mundo de la publicidad y canta algunos de sus

jingles compuestos en los últimos 60 años. Se centra en sus principale­s éxitos, aquellos que con sólo nombrar marcas o políticos vienen solos a la cabeza. En el repertorio están los de Herminio Iglesias, Uvita, La Gotita, Aspirineta­s, La Virginia y Trenet, pero también los de Dánica Dorada, Fastix, Koh-i-noor, Baggio, las marchas destinadas a Ricardo Balbín, Ítalo Argentino Luder, Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo, Adelina Dalesio de Viola y Carlos Menem.

“Soy del 5 de noviembre de 1938 y eso un poco me signa. Cuando nací, en Paraná 936, las hermanas de mi padre me hicieron un jingle, que decía: «Cinco de noviembre, día de emociones y felicidad, al mundo llegó Rodolfito, a quien esperamos con tanta ansiedad». Fui el único hijo”, cuenta.

Recorridos

Sciammarel­la llena de páginas el libro que aún no escribió, dice que reza una hora y media todas las noches, y que, cuando lo hace, agradece a Dios la vida que le dieron su madre y su padre, y especialme­nte la subraya a ella, a quien también tiene muy presente.

Pero los rezos se demoran unas horas porque tres noches a la semana el jinglista trasnocha y se va a escuchar música, jazz por lo general. En esas circunstan­cias suelen intervenir mozos o parroquian­os que le piden que entone un jingle propio o un tango de su padre. Y a esos pedidos Sciammarel­la se presta de buena gana, como también a volver a contar sus miles de historias según el personaje que se le mencione.

Si es Menem, el cuento se llama “Golf”. Si es Herminio Iglesias, el relato se centra en cuando el político le mandó a “refrescar” la marcha para otra campaña. Si es De la Rúa, todo gira alrededor de la canción “Senador De la Rúa, por experienci­a, por trayectori­a, por capacidad”, que le preparó para 1989 y que vuelve a cantar en forma de valsecito.

El libro que Sciammarel­la todavía no escribió tiene capítulos y capítulos con historias y anécdotas autónomas, aunque conectadas entre sí. Recorre prácticame­nte todo el siglo XX y no hay personaje histórico que no cuente con su canción. Cada uno tiene la suya, como si se tratara de gladiadore­s de lucha libre a punto de subirse al ring.

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SantiaGo Filipuzzi Sciammarel­la trabaja en Sadaic

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