LA NACION

¿Quién es esa chica y por qué es tan graciosa?

Rachel Brosnahan está nominada a los Globo de Oro por su primer protagónic­o

- Rachel Syme Traducción de Jaime Arrambide

Si ya escucharon esta anécdota, me avisan: es la de una actriz que se agarra la peor gripe de su vida. Tiene tanta fiebre que por momentos pierde la conciencia. Su cabeza es como una máquina de humo. apenas recuerda cómo se llama. Los bollitos de pañuelos de papel usados cubren el piso. Y también está a punto de comenzar la rutina de stand up más importante de su carrera. Tiene que hacer reír durante cinco minutos a cuatro personas que pueden cambiar su destino. Lo que está en juego es simple, pero crucial: si los hace reír, el mundo será suyo. Pero he aquí lo importante: la actriz no es una comediante. Nunca actuó en un café concert. Ni siquiera actuó en el

living de su casa. el cuento no tiene remate: esta historia realmente ocurrió. cuando rachel brosnahan, que tiene 27 años y no es una comediante, aunque ahora interprete a una en la serie de amazon (acaba de recibir dos inesperada­s nominacion­es al Globo de oro, como mejor comedia y mejor actriz protagónic­a para la propia brosnahan) comenzó su audición para protagoniz­ar La

maravillos­a señora Maisel, apenas podía mantenerse en pie. Ya la había postergado una vez, con la esperanza de que la gripe aflojara. Pero la fiebre había subido.

ella se despertó empapada en sudor, desorienta­da y completame­nte aterrada: si ese día no lograba arrastrars­e hasta Hollywood, amy Sherman-Palladino y su esposo y cocreador, daniel Palladino, le darían el papel de midge maisel a la siguiente actriz de la lista.

amy Sherman-Palladino escribe a sus protagonis­tas femeninas –Lo-

relai en Gilmore Girls, michelle en Bunheads– como locuaces herederas de dorothy Parker, capaces de abrirse paso en la vida a chiste limpio. Y rachel brosnahan sentía que realmente podía ser miriam (midge) maisel, una joven ama de casa judía de 1958 que se las ingeniado para lograr todo lo que se espera de ella: un impecable departamen­to en el Upper West Side de Nueva York, un marido consentido que de día trata de vender anuncios publicitar­ios y de noche usa transgreso­ras poleras, una parejita de hijos pequeños y adorables, y una figura que se asemeja bastante a una botella de coca-cola.

La idílica vida de midge no sobrevive el primer episodio. Y así debe ser: ¿quién quiere ver una serie sobre una feliz ama de casa de mediados del siglo XX? Primero, midge descubre que su esposo, Joel, que pasa sus noches en el escenario de un café en Greenwich Village, está robando los chistes de su rutina cómica. al confrontar­lo con esa transgresi­ón, Joel, emasculado, le revela que está teniendo un romance con su secretaria. cuando Joel se va, midge se baja una botella de tinto, se trepa al escenario del Gaslight café, empapada y borracha. Lo que sigue a continuaci­ón es menos un número de comedia que una performanc­e: midge da vueltas por el escenario como una valkiria y se bandea entre el drama y la comedia tan salvajemen­te que su público no sabe si reír o huir despavorid­o.

esa fue una de las escenas que brosnahan tuvo que interpreta­r durante su audición. Pero la enfermedad le jugó a favor. “entró como una tromba. No temblaba en absoluto. Literalmen­te, no tenía miedo”, recuerda Sherman-Palladino. daniel Palladino agregó que si bien sabían que obligar a una actriz a hacer stand

up frente a un auditorio vacío era “un poco sádico”, tenían que encontrar para el papel a alguien capaz de ser ingenioso bajo presión.

Hace una década que brosnahan estaba “a punto de”: siempre por levantar cabeza, siempre a punto de ser la elegida. Y no es que pasara desapercib­ida. cuando tenía 21 años y estaba por recibirse de la Universida­d de Nueva York fue rachel Posner, una prostituta de alto nivel en House of Cards. originalme­nte, el papel estaba pensado para alguien mayor, y se suponía que brosnahan iba a aparecer en tan solo dos episodios. No solamente consiguió el papel, sino que la buena química que tuvo con michael kelly, quien

interpreta­ba al jefe de gabinete presidenci­al encargado de lidiar con “el problema” de Posner, hizo que los creadores de la serie modificara­n un rol pensado para cinco líneas de diálogo y lo convirtier­an en un papel de nueve episodios, que le valió a brosnahan una nominación al emmy. Su personaje tiene un final atroz, pero para entonces brosnahan ya tenía asegurado otro papel: abby isaacs, la joven esposa de un médico en Manhattan, sobre la fabricació­n de la bomba atómica. abby fue un adelanto de lo que brosnahan tendría que hacer con midge: otra mujer que pierde su inocencia.

brosnahan descubrió que hacer chistes conlleva un grado de vulnerabil­idad y de exposición que excede ampliament­e el llorar en cámara. Por suerte, las mujeres de los Palladino tienen diálogos cuidadosam­ente planificad­os, palabra por palabra (“Tienen una monstruosa cantidad de texto, y hay que soltarlo sin pestañear”, dice brosnahan). Si bien ese rigor no habría funcionado para alguien acostumbra­do a improvisar, a broshanan esas restriccio­nes le jugaron a favor.

La maravillos­a señora Maisel tiene cierta cualidad de remolino, de realismo mágico. arranca con una boda –la de midge y Joel–, en la que obviamente, midge insiste en hacer su propio brindis. es una mujer que ha disfrutado de todos los privilegio­s: ropa de alta costura, educación en bryn mawr, un departamen­to palaciego en el edificio propiedad de sus padres. cuando Joel la abandona es un cataclismo. Nunca tuvo que trabajar ni tuvo problemas con su autoestima. Por eso sus revelacion­es están tan imbuidas de humor: es una mujer convencida de ser merecedora de todo, y cuando esa fachada perfecta se cae a pedazos queda furiosa. “Lo que me encanta de midge es que no es una feminista –afirma broshanan–. es un producto de su época”. midge maisel hace lo que tiene que hacer para salir adelante en un mundo de hombres. “es de una curiosidad insaciable. Lo que no sabe, lo quiere aprender. Y sólo sabe ir hacia adelante”, afirma. broshanan dispara sus líneas con la regularida­d de un metrónomo. como midge, una de esas mujeres que impone su ritmo vertiginos­o y espera que el resto del mundo le siga el tren.

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amazon Brosnahan, de 27 años, en La maravillos­a señora Maisel

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