Un cierre de campaña distinto para Puigdemont
Desde Bélgica, les habló a 2000 seguidores que estaban en Barcelona
BARCELONA (De nuestro corresponsal).– Los más optimistas fantaseaban con que Carles Puigdemont aparecería por sorpresa en el pabellón deportivo Vall D’Hebron, donde Junts per Catalunya (JxC) celebró anoche el acto central de su campaña. Tuvieron que conformarse con la imagen del presidente destituido en unas pantallas gigantes y con el sonido metálico de su voz desde un refugio seguro en Bélgica.
Puigdemont coqueteó con la idea de regresar a España antes de las elecciones del jueves próximo. Sería detenido por rebelión en cuanto lo descubrieran e iría a la cárcel como su ex aliado y ahora rival electoral, Oriol Junqueras, de Esquerra Republicana (ERC). Pero, por ahora, prefiere seguir libre.
“Vamos a seguir construyendo la independencia de nuestra república. El pueblo de Cataluña les demostrará a [Mariano] Rajoy y a sus socios que no se rinde. Los derrotaremos. El pueblo no permitirá que Rajoy diga quién tiene que ser el presidente catalán”, arengó el líder a los 2000 simpatizantes que llenaban el estadio.
Muy suelto en su papel de candidato Skype, insistió en que votar a su lista es el “mensaje más nítido” contra el gobierno de España. “Sólo la victoria de Junts per Catalunya garantiza que los presos salgan y los que estamos afuera podamos volver.”
No explicó cómo lo hará. Fue más bien su forma “amable” de arañarle votos a Junqueras, por ahora encima de él en las encuestas.
La distancia aportaba un punto de frialdad al acto. El contraste era impactante respecto del fervor multitudinario del cierre de la campaña para el simulacro de referéndum del 1° de octubre, antes de que el reto de Puigdemont y compañía desataran una crisis política sin precedente en la España democrática.
Las consignas que se repetían en las pantallas antes de la aparición del candidato huido aludían exclusivamente a la libertad de los dirigentes presos por la revuelta secesionista. “Represión o libertad. Rajoy o Puigdemont”, decía uno de los anuncios. “La libertad llegará. No están solos”, clamaba otro, mientras se proyectaban fotos del ex consejero Joaquim Forn y del activista Jordi Sànchez, detenidos desde hace 40 días.
Sànchez –segundo en la lista de JxC– envió un mensaje grabado por teléfono. El juez le había negado el permiso para asistir al acto: “Nuestro rival es Rajoy y él no podrá parar la victoria de nuestro presidente legítimo. Desde la prisión pido el voto. Si ganamos, seguiremos luchando democráticamente por la independencia ”.
Las ovaciones más sensibles fueron para Jordi Turull y Josep Rull, también candidatos, excarcelados bajo fianza hace 10 días. Los asistentes los abrazaban entre lágrimas. “¡Libertad, libertad!”, se oía.
Al ex presidente regional Artur Mas lo aplaudieron con cortesía, pero sin tanta euforia. La puesta en escena no incluía una sola mención al Partit Demòcrata (PDeCAT), la reencarnación del desprestigiado Convergència. Se cumplió el pedido de Puigdemont de diluir las siglas de su partido en la marca JxC. Tampoco había esteladas, el símbolo independentista. La organización repartía dos banderas: la oficial de la región (la senyera) y la de Europa.
Puigdemont se encargó de encender la llama de la secesión: “Si queremos un Estado independiente, votemos como un Estado independiente. Conjurémonos a derrotar el pesimismo. Expulsemos el miedo de nuestras calles, de nuestras escuelas, de nuestras administraciones”.