historias y leyendas de las joyas del gran premio histórico
La tradicional prueba del ACA nos regala todos los años máquinas y relatos que trascienden la prueba
Si los Peugeot 404 y los Fiat 1500 dominan por escala el verdadero museo itinerante que resulta cada Gran Premio Histórico (GPH) del Automóvil Club Argentino, a cada edición se presentan llamativas perlas de la mecánica; la última no fue la excepción.
Parecía venida de Le Mans, dónde medio siglo atrás una unidad similar corrió las legendarias 24 Horas; la coupé Shelby Mustang 350 GT 1965 resultó ser el coche más atractivo de este Gran Premio. “Lo traje de Estados Unidos hace años, no sé cuántos kilómetros reales tiene”, cuenta su dueño, el uruguayo Jean Paul Martinet Douteau. “Lo tengo preparado para competencias de este estilo, aunque no me importa el resultado final”, asegura mientras abre el capot para mostrar un inmaculado motor Cobra 302 de 5 litros, transplantado en la unidad. “Nunca lo probé a fondo”, señala, mientras un curioso pide permiso para inspeccionar de cerca el motor. “Estas son las cosas lindas del Gran Premio… Esto y manejar el auto: hay muchos pilotos competitivos que vinieron del Uruguay, yo no soy uno de ellos, para mí el placer está en la conducción”. El Shelby Mustang terminó el Gran Premio 15° en su clase y 70° en la general.
Réplica del Torino N° 3 de las 84 Horas de Nürburgring de 1969, el coche del matrimonio Ferrari también despertó asombro y aplauso. “Yo tengo 82 años; mi señora, 76”, cuenta Oscar “Cachi” Ferrari. “El auto es modelo ’69, con motor original y carburador de una sola boca. Corrí todos los Grandes Premios Históricos pero hace 8 años
decidí hacer la réplica: vimos un montón de fotos y fuimos al museo Fangio de Balcarce a ver el original, ¡lo que nos costó hacer esos guardabarros redondeaditos! Desde entonces corremos con este coche, ¡no se dan una idea de la guita que me sale, y eso que no soy un tipo de plata”, asegura Ferrari, que se dedicaba a la venta de implementos agrícolas. Contento con dar la vuelta y mostrar su orgullo mecánico por las rutas argentinas, a Ferrari no lo desanimó terminar fuera de los 100 primeros… Los caminos del Turismo Carretera Con silueta de Torino pero más afilado, la réplica de la Liebre 1 ½ de Héctor Pardal impresionó por su agresividad. “Es un Torino ’71 al que le sacamos todo el interior, le colocamos un motor 7 bancadas y pudimos ponerle una trompa de Liebre porque el empleado de (el fabricante del auto Heriberto) Pronello que las hacía vive aún y conserva las matrices”, revela el piloto. Su navegante, ingeniero de profesión, posee los planos de la 1 ½ y con ellos construyó la jaula antivuelco; además, armó un tablero muy funcional a las necesidades de la regularidad. “Lo pintamos de naranja porque nos dimos cuenta de que hay Torino de todos los colores, menos naranja…”, asegura el propietario. Naranja era la Liebre 1 ½ que Marito García (frecuente lector de la nacion) corrió en 1969 y que luego utilizó Juan María Traverso para su debut en el TC. Acabó el GP en el 56° puesto y séptimo en su clase.
Si las cupecitas del viejo Turismo Carretera llaman siempre la atención en la ruta, estas dos cautivaron por una razón especial: según sus tripulantes, corrieron la legendaria Buenos AiresCaracas de 1948, siete décadas atrás… La Chevrolet 1939 n° 69 “es casi original, tiene un motor 230”, asegura Lucas Taddía, el nieto de Tadeo; su abuelo fue el primer piloto en ganar una etapa de TC con un Chevrolet. En la Caracas llegó 10°; en el GPH 82° y 7°, respectivamente. La Ford ’38 N° 16 es -según Sebastián De la Torre, que la navegó en el GPH- la misma unidad que el doctor salteño Pablo Mesples corrió en la Caracas y que abandonó camino de Bogotá en la 11° etapa, cuando ya había hecho la mayor parte del gasto. Con signos de haber sido corrida en la década del ’60, especialmente en la trompa, y con un motor F100 acorde, acabó en el 2° lugar de su clase y 37° en la general.
Para el final, un auto maldito: el símil Falcon con el que el entrerriano Omar Martínez perdió el título de TC de 2001 en una recordada definición en Río Gallegos. “El Gurí no quería verlo más, y el coche estuvo mucho tiempo expuesto en un café deportivo en un shopping de Bahía Blanca”, cuenta su dueño actual, Francisco Mouchet, un comerciante entrerriano de 76 años. “Lo compró un fanático que lo mantuvo con la misma decoración celeste, hasta que el Gurí salió campeón”.
El auto está decorado como el Ford con el que Martínez ganó el título de 2004. “Lo único que le cambié fue los laterales, pusimos la propaganda de mi comercio de neumáticos”, cuenta Mouchet, que reside en Chajarí y llegó 9° en su clase y 79° en la general. El auto tiene un motor Falcon con tapa de cilindros de aluminio y un árbol de levas especial. El habitáculo conserva las butacas, la pedalera y el comando secuencial de la caja de velocidades. Construido especialmente para la pista, fue adaptado para la ruta: en la toma del radiador delantero se embutieron dos faros, necesarios para desandar los caminos. “Cuando le dije al Gurí lo que iba a hacer, me acusó de loco…”, revela Mouchet, uno de los pocos pilotos del GPH que en su auto tuvo aire acondicionado, toda una rareza en los coches de carrera.