LA NACION

OCIÓLOGO EXPERTO

Juan Hernández Daels divide su tiempo entre París y Buenos Aires y, así y todo, es un hombre de rutinas. Fanático del agua, muy viajero y de lo más gourmet.

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Juan Hernández Daels, el acuático

“Para crear me escondo en un agujero negro, porque todo es distracció­n”

“Tanto en Buenos Aires como en París, disfruto bastante de mi tiempo libre”, reflexiona Juan Hernández Daels, quien, junto con su novia, Josefina, vive la mitad del tiempo en cada ciudad. “Tenemos parte de la oficina acá y parte allá, así que estamos yendo y viniendo”, dice desde su local en Recoleta. “Nunca tengo tiempos prolongado­s en los que me puedo tomar vacaciones, entonces aprovecho los viajes de trabajo para tomarme unos días”, cuenta sobre cómo conviven su ocio y su trabajo. Entre tanto viaje laboral, el diseñador encuentra la excusa para hacerse unas escapadas por placer. Hace poco, por ejemplo, aprovechó un viaje para comprar telas a Firenze para visitar un amigo y tomarse el fin de semana: “Me quedé en su casa, comiendo increíble y visitando lugares”. Cuando está en Buenos Aires, su escapada predilecta es al Delta del Tigre. Desde chico es habitué de las aguas del Paraná, donde se instalaba los fines de semana con sus amigos o su familia.

Su vida en Buenos Aires es tan rutinaria como puede serlo para alguien que vive solamente el 50% del tiempo acá. Juan se despierta temprano a la mañana y le dedica su día a su flagship store en la calle Libertad. Después de trabajar, hace un poco de deporte (va al gimnasio o practica yoga, un hábito que tiene desde hace cinco años) o sale a caminar por el río, y a la noche aprovecha para ponerse al día con sus seres queridos. Con su familia tiene una excelente relación (al finalizar esta nota se reunirá a comer con su hermana, que vive en Florianópo­lis y está recién llegada) y también conserva su grupo de amigos de toda la vida, un ensamble de varios colegios. En París también tiene a sus amigos de la facultad, así como a otros que fue conociendo y conforman una mezcla de nacionalid­ades de lo más divertida. Cuando está acá, hace base en su casa de Martínez y aprovecha las bondades de la zona para salir a caminar por el río y andar en bicicleta. En París también prefiere siempre el aire libre y elige la bicicleta o la moto como medios de transporte, antes que el subte.

Con Josefina son súper compañeros: “Estamos juntos desde hace tres años y medio y tenemos una buenísima relación”, comenta. Suelen viajar mucho juntos, solos o con amigos. Les encanta cocinar y, como el diseñador tuvo un restaurant­e, la veta gourmet está bien presente. La cocina, acompañada de una buena película en casa (porteña o parisina), es siempre un gran plan. Salir a comer afuera también es un programa frecuente, muchas veces solos y también con amigos que comparten, especialme­nte a probar lugares nuevos. “Pero el tiempo en soledad también lo disfruto”, aclara Juan. “Soy de viajar mucho solo y, por ejemplo, para dibujar, no puedo ver a nadie. Si tengo que crear, necesito estar solo. Me escondo en un agujero negro porque todo es distracció­n”, explica sobre su proceso creativo. Si bien la inspiració­n puede llegar en cualquier momento, a la hora de plasmarlo en papel, la concentrac­ión es fundamenta­l.

Además de su novia, la principal compañera de viajes y aventuras, el agua es su gran amor y está presente en muchos momentos de su vida. Desde caminatas por el río, tanto el De La Plata como el Sena (y si son nocturnas, tanto mejor), deportes de agua (le encanta el kite surf) y viajes en lancha a su casa familiar en el Delta, hasta escapadas a Uruguay con su familia para ir a la playa (admite que le encanta el sol, aunque solamente a la mañana temprano y a la tardecita). ¿Dónde lo van a encontrar las Fiestas? Todavía es una incógnita. “Quizá con mi familia en Uruguay, o con la familia de Josefina en Barcelona”. Cerca del mar, eso es seguro.

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