La yaguareté que puede salvar a su especie
Isis llegó de Brasil a los Esteros del Iberá, donde se espera que se reproduzca; con su arribo se intenta repoblar el humedal
SAN ALONSO, Corrientes.– En el Parque Iberá, hay una esperanza que se llama Isis. Los biólogos de la ONG Conservation Land Trust (CLT) apuntan a que esta yaguareté de seis años, que llegó desde Brasil como parte del plan de reintroducción de los ejemplares, se reproduzca y vuelva a poblar los esteros. Extintos hace 60 años en la zona, estos depredadores son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico. “Su ausencia genera superpo - blación de otras especies que desestabilizan el ambiente”, explica la bióloga Alicia Delgado. El plan ya avanza con cuatro ejemplares más.
SAN ALONSO, Corrientes.– Durante los primeros días, Isis se mostraba agresiva. Estaba inquieta en ese espacio de apenas 10 metros cuadrados, con estrictas medidas de seguridad, climatizado y tarimas de madera rústica a tres metros de altura.
Pero a los pocos días de haber llegado al centro de rescate del parque provincial San Cayetano para cumplir con su período de cuarentena obligatoria, su actitud de fiera cambió. “Caminaba contorsionándose, con la cola levantada, y empezó a marcar el recinto con manchas de orina. Su comportamiento era demasiado amistoso, no había duda de que estaba en celo”, cuenta la bióloga Alicia Delgado, a cargo del centro San Cayetano, donde este ejemplar pasó sus primeros cuarenta días antes de ser trasladado al Centro Experimental de Cría de Yaguaretés (CECY), que funciona en el corazón de este extenso humedal correntino y dueño de una de las zonas de mayor biodiversidad del país, pero que desde hace más de 60 años perdió a su máximo predador.
Delgado, como todos los biólogos y ambientalistas que trabajan en el plan de reintroducción de fauna extinta en el Parque Iberá –de más de 700.000 hectáreas protegidas y liderado por la ONG Conservation Land Trust–, no puede esconder su ansiedad por el arribo de Isis, que fue cedida por el criadero brasileño Onca Pintada, en Curitiba. En ella están puestas todas las expectativas para que, finalmente, una hembra tenga cría en esta tierra y así avanzar en la reintroducción del yaguareté en Corrientes. “El yaguareté es un moldeador de hábitat porque, al ser el predador tope, él es el que regula toda la red trófica. Su ausencia genera superpoblación de otras especies que están por debajo en la cadena y que desestabiliza el ambiente, como sucede hoy”, explica Delgado.
Para Sebastián Di Martino, coordinador del programa de reintroducción de especies extinguidas del CLT, la evaluación es positiva. “De algunas especies ya hay poblaciones que están muy bien encaminadas, como el oso hormiguero o el venado. Pero para que realmente funcione, el parque debe tener todas sus piezas. Y de no intervenir, el yaguareté nunca regresaría por sí solo”.
Según Di Martino, además de “sanar” el ecosistema, se desarrollan otras ventajas competitivas para las poblaciones que habitan la zona. “Estos también son campos productivos, pero acá se cosecha a través del ecoturismo. No es una inversión ociosa, porque esta restauración ambiental pro mueve el desarrollo del turismo de avistamiento –explica–. Brasil es uno de los mejores ejemplos”. La comparación no es azarosa. En el Pantanal brasileño, el avistamiento de jaguares se ha convertido en una de las principales actividades económicas. En compañía
Isis es el último ejemplar que llegará en esta primera etapa de trabajo al CECY, donde ya viven en recintos separados otros cuatro yaguaretés: Tobuna, Nahuel, Tania y Chiqui, que obtuvo una excelente calificación en su “calidad espermática”. En una puntuación de 1 a 5, Chiqui –que fue cedido por el refugio paraguayo Atinguy de Ayolas– obtuvo el máximo puntaje. Tanto Nahuel como Chiqui ya han tenido encuentros y cópulas en distintas oportunidades, pero aún ninguna de las dos hembras lograron preñez. “Isis está en su plenitud, tiene seis años y ya fue madre en dos oportunidades –cuenta Delgado–. Por eso viene con toda la presión de que tenga cachorros”.
Su primer candidato, dicen, será Chiqui. Según datos que aportan los expertos, los ciclos de celo suceden cada 32 y 35 días. Luego del cortejo, la pareja puede tener unas 100 cópulas por día. El período de gestación de una hembra es de entre 100 y 110 días. Por eso, si todo sale según lo planeado, tal vez para fin del verano ya podría estar dando sus primeros pasos en el Iberá un “lindo gatito”. O dos.
Maite Ríos es la bióloga española encargada del complejo donde hoy conviven los cinco jaguares, cada uno en su propio recinto. “Igual que los demás, Isis irá a uno de estos corrales, de 1500 m2, con pastizales, tarimas y una pileta de agua para bañarse. Aquí les damos su comida y también, como forma de entrenamiento y adaptación, comienzan a cazar presas vivas, como lagartos, carpinchos, tatú y yacarés, que en la mayoría de los casos les proveemos nosotros”, explica Ríos. Y agrega: “En la naturaleza no sobrevivirían. En libertad son indiferentes al hombre y no se acercan a las poblaciones. Pero los que tenemos aquí sí se acercarían. Es lo que conocen. La mano que les dio de comer. Y serían presa fácil”.
De quedar preñada Isis, será muy importante que el proceso al que hace referencia Ríos se intensifique en la etapa de aprendizaje de caza y alimentación silvestre. “La hembra es la que permanece con los cachorros y les enseña todo”, dice la experta.
Durante esta etapa, madre y cría son trasladadas a otro recinto, mucho más grande, de 1,5 hectáreas. Luego de otros dos años llegará el momento del corral de presuelta, de 30 hectáreas de monte, lagunas y pastizales. Pasarán allí otro tiempo, monitoreados con collares de transmisión satelital hasta el gran día: la suelta definitiva al Parque Iberá, donde los biólogos calculan que pueden vivir unos 100 individuos de yaguareté sin conflicto con las actividades del hombre.