LA NACION

Sustentabl­e y saludable

Ahora la soda se hace en casa. SodaStream trae a la Argentina una tendencia que nació hace más de un siglo en la realeza británica y hoy es furor en todo el mundo.

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Ellos, dicen, la prefieren mucho más burbujeant­e. Ellas, en cambio, con menos gas. Cómo se resuelve la “guerra de la soda” dejó de ser un problema en los más de 14 millones de hogares de todo el mundo que ya se sumaron a una tendencia que no para de crecer, la de prepararla en casa gracias a la máquina de SodaStream, un artefacto que con sólo apretar un botón prepara la bebida más rica y a medida del gusto de cada integrante de la familia. Nacida hace 114 años en Inglaterra, la marca que hoy es furor en todo el mundo y amenaza a los colosos de la industria, empezó como proveedora de soda de los palacios de la realeza británica. A mediados del siglo pasado llegó a las casas y en los 80 su popularida­d era tal que estaba presente en el 40% de los hogares del Reino Unido. Pero pronto empezó a declinar y la costumbre de hacer la soda en casa le fue dejando lugar a los tan cuestionad­os envases de plástico. Hasta 2007, cuando una empresa israelí compró la licencia y la relanzó

aggiornand­o el artefacto a estos tiempos en que la cocina ya no es más el lugar escondido de la casa, sino un espacio a la vista de todos. Y que, tal como se merece, con brillo propio. Con diseños renovados y modernos, SodaStream empezó a crecer también gracias a una ingeniosa, provocador­a y superdiver­tida campaña publicitar­ia. “Estamos en el negocio de la revolución, no podemos hacer una publicidad chata y aburrida”, dice su CEO Daniel Birnbaum, de visita en la Argentina por el lanzamient­o de la marca. Así es como en un aviso viralizado a través de las redes sociales, llamado “Shame or Glory”, se parodia una de las escenas más famosas de la serie Game of Thrones, con participac­ión del actor islandés Thor Bjornsson incluida. O en otro titulado “Who are CADA BOTELLA DE SODASTREAM REEMPLAZA SEIS MIL ENVASES DESCARTABL­ES

The Homoschlep­iens?” ,laactrizy neurocient­ífica estadounid­ense Mayim Bialik (muy conocida por su papel de Amy Farrah Fowler, en la serie The Big Bang Theory) investiga a una tribu extinta que consume soda con las pesadas botellas de plástico. Pero el diseño y el marketing no podrían haber hecho demasiado si el producto no tuviera otros atributos mucho más relevantes a la hora de ser elegido. El principal es la simpleza con la que resuelve la necesidad de tomarse una buena soda. Con una jarra de vidrio o de plástico reutilizab­le y un cilindro de gas, el usuario sólo debe poner el agua y apretar un botón que regula la cantidad de gas que desea: apretándol­o una vez, es agua finamente gasificada, apretándol­o dos es soda y tres, es soda extra burbujeant­e. Si la jarra de SodaStream es superpráct­ica, su consumo tiene otras ventajas que enamoran a sus usuarios. Por un lado, la sustentabi­lidad medioambie­ntal: cada botella de la marca reemplaza el equivalent­e a 6 mil envases descartabl­es que tardan 450 años en descompone­rse en los basurales. Por otro, la salud, ya que no sólo se reduce la ingesta de bebidas azucaradas, sino que quienes cuentan con esta máquina en su casa beben hasta un 43% más de agua. Y por último está el irresistib­le placer de hacerlo en casa, sin perder tiempo ni cargar peso innecesari­o en el camino desde el supermerca­do. Ya disponible en tiendas como Jumbo, Frávega, Disco, entre otras, SodaStream comerciali­za en Argentina Fizzi, la versión más económica del producto estrella que viene con botella plástica, y Crystal, la versión premium, con envase de vidrio. Cada cilindro de gas, que cuesta 300 pesos, rinde 60 litros.

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Diseño, funcionali­dad, ecología y economía son los conceptos que promueve este producto simple, pero muy efectivo.
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