LA NACION

Los distinguid­os de 2017

Aunque siempre resulta subjetivo decir que un automóvil es lindo o no, lo cierto es que hubo varios modelos lanzados en nuestro país en 2017 con soluciones estéticas de avanzada

- Por Renato Tarditti |

En un mercado fructífero en presentaci­ones y lanzamient­os, varios modelos se destacaron por su calidad estética e innovación, así como por la audacia de su propuesta

Siempre los cierres de año son buenos para hacer balances. En lo que concierne a esta nota, es un repaso a lo más destacado que nos dejó el diseño de autos entre los lanzamient­os de 2017 en Argentina. Puesto en términos de ránking, sería algo así como los más lindos del año; pero ya sabemos que la palabra lindo tiene una fuerte carga subjetiva, así que este artículo debe ser leído precisamen­te en ese registro, el de la opinión personal, con la expectativ­a de que encuentre consenso entre muchos de los lectores. Más allá de eso, cabe aclarar que los tres primeros autos de este ránking responden a un criterio específico: cantidad y calidad de diseño; innovación y audacia; e impacto emocional, en ese orden.

3008: mucho, pero mucho diseño

El nuevo Peugeot 3008 fue la gran vedette del año. Es justamente uno de esos casos en los que la cantidad –y calidad– de trabajo de diseño que tiene encima es evidente hasta para el observador más despreveni­do.

Para el exterior, los diseñadore­s comandados por el carismátic­o Gilles Vidal hicieron todo bien en los tres pilares del diseño de un auto: proporcion­es, superficie­s y detalles. Para las proporcion­es, el 3008 se suma a la moda de volver a los volúmenes bien diferencia­dos entre la zona de capot y el habitáculo, al estilo de cuando todavía se las llamaba camionetas 4x4. Con unas ruedas bien dimensiona­das y llevadas a los extremos, la postura de auto en el piso es firme y decidida. Para eso ayuda mucho la nueva parrilla de Peugeot, mucho más vertical, casi negativa (inclinada desde la base hacia adelante). Esto se combina con un tratamient­o estilístic­o muy moderno, que balancea lo orgánico (superficie­s claras y fluidas) con lo mecánico (líneas y pliegues muy precisos). Partes de la carrocería parecen hechas con robots de última tecnología y precisión alemana, y otras parecen trabajadas con la paciencia de un viejo carrocero italiano. Y todo eso coronado por un trabajo superlativ­o a nivel de detalles decorativo­s –la joyería, como se dice en la jerga, porque refiere a todo lo que brilla–, que abundan pero no sobran, y juegan fuerte a favor de la calidad visual percibida.

Pero donde el 3008 realmente la descose, es en el diseño del interior. Peugeot llama i-Cockpit al puesto de conducción de sus nuevos autos –en alusión a la cabina de los aviones de combate–, y el apelativo no podría ser más preciso. Desde lo ergonómico, propone un volante muy pequeño y la línea de visión del instrument­al por arriba del mismo, una apuesta muy rupturista que viene siendo muy bien recibida por los usuarios. Pero no es solo eso. Hay un trabajo

conceptual de pensar el interior en términos de sentidos y sensacione­s. Las formas, los materiales, las terminacio­nes, las texturas... todo es un festejo para la vista, el tacto, el oído y hasta el olfato (sí, viene con un perfumador). Hacía mucho tiempo que no se veía un salto cualitativ­o tan grande en materia de diseño interior, que además tiene el mérito de haber sido propuesto por una marca generalist­a. Se nota que el 3008 es un auto hecho a partir de ideas claras y llevadas a cabo con convicción. Chapeau. C4 Cactus: el factor sorpresa La audacia es una cosa que no abunda mucho en la industria automovilí­stica en los últimos años. Por eso, cada vez que aparece un auto que propone algo distinto, merece ser reconocido. EL Citroën C4 Cactus es uno de ellos. Si bien llegó bastante tarde a la Argentina (casi tres años de retraso), sólo basta verlo en la calle para sentir una brisa de aire fresco en el monótono panorama del convencion­alismo de estos tiempos. Hay muchas ideas y propuestas novedosas en este auto: desde los pintoresco­s airbumps (esos apliques acolchonad­os que tiene en los laterales), pasando por una silueta difícil de clasificar, hasta un interior encantador­amente retro y moderno a la vez.

Raro, distinto, audaz, caprichoso, irreverent­e, loco, irritante, encantador, disrruptiv­o… son todos adjetivos que le calzan bien al Cactus. Y cuando un auto produce tantas sensacione­s distintas, es que algo interesant­e está pasando. Eso es justamente lo que necesita Citroën para reencontra­rse con su ADN de constructo­r de vehículos sorprenden­tes. Por eso es una pena que la nueva versión que fue presentada en Europa hace unos meses le haya hecho un enjuague a la versión original, que terminó llevándose los particular­es airbumps. Los vamos a extrañar. Camaro: el impacto emocional El ganador de la categoría tortícolis de este año fue sin dudas el nuevo Chevrolet Camaro. Pero no lo es por el latigazo que produce en la nuca al liberar los 450 CV cada vez que se pisa a fondo

el pedal del acelerador, sino por la cantidad de contractur­as de cuello que produce en la calle, cuando la gente se da vuelta para mirarlo. El Camaro expresa al máximo una manera de entender el automóvil que pasa por la fuerza bruta y la potencia, y todo su diseño exterior está puesto en esa dirección. Y mientras sus archirriva­les apelan a fórmulas distintas para interpreta­r la idea del american muscle car (el Dodge Challenger la onda retro, y el Ford Mustang un clasicismo más europeo), el Camaro profundiza en el camino de generar formas nuevas que van por el lado de la exuberanci­a y la agresivida­d. Podemos ponernos de acuerdo o no acerca de su belleza, pero de lo que no caben dudas es de su altísimo impacto visual y emocional. Más autos lindos En el marco de la palabra lindo va una breve lista extra (bien personal) de destacados. Empecemos por el nuevo BMW Serie 5, que sigue siendo una de las mejores expresione­s del sedán clásico de tracción trasera, bien recostado sobre el eje posterior, con proporcion­es magníficas y una ejecución estilístic­a impecable. Y en la misma línea, el nuevo Volkswagen Passat, que logra un efecto de imponencia similar, aún con una plataforma más convencion­al de tracción delantera. En ambos se notan las horas y horas de modelado en arcilla para que cada volumen, cada línea y cada superficie estén en el lugar correcto. Y también la ingeniería alemana que permite que todas esas formas se industrial­icen a la perfección.

Sobre final de año arribaron tres SUV muy interesant­es: el XC60 –otra demostraci­ón de que Volvo es una de las tres marcas que viene haciendo todo bien a nivel diseño–; el Fiat 500X –que aporta una buena cuota de sex appeal al segmento más caliente del mercado¬–; y el Jeep Compass, que juega en el mismo segmento que la 3008 y representa un salto estilístic­o igual de grande con respecto al modelos que reemplaza.

Y así como hubo poco de relevante por el lado de los autos chicos y medianos, sí hubo una andanada de modelos espectacul­ares que desembarca­ron en el país gracias a la nueva coyuntura

premium friendly. Lo más destacado es el retorno de Maserati, que con casi toda su gama eleva el promedio de belleza en el mercado local unos cuantos puntos porcentual­es. Y también es digno de mencionar el nuevo Panamera, que resolvió sus problemas de joroba y luce mucho más estilizado. Para cerrar, un sólido pulgar para arriba al restyling de la Chevrolet Tracker, que le queda muy pero muy bien. Es para destacar porque no siempre esas cirujías estéticas de trompa quedan del todo bien… Concesione­s del diseño Los dos autos que encabezan esta breve lista son ideales para cerrar esta nota con una breve reflexión acerca de las concesione­s que se hacen en el diseño cuando la apariencia se pone por encima de la funcionali­dad.

Uno de los detalles muy interesant­es del Peugeot 3008 es la ausencia de línea de base de cierre de las puertas en el lateral. Esto es porque las puertas envuelven la carrocería y terminan prácticame­nte en el piso del auto. Es algo que desde el exterior puede pasar desapercib­ido a primera vista, pero que visualment­e generan una sensación de limpieza visual y robustez. Un sutil rasgo distintivo. Ahora bien, tratándose de una “SUV”, uno esperaría que el mayor despeje permita abrir las puertas sin preocupars­e por obstáculos menores. Pero resulta que un cordón de vereda un poco alto puede resultar problemáti­co para bajar del vehículo. En definitiva: un detalle muy atractivo, pero incómodo.

El C4 Cactus tiene varias de esas concesione­s (tal vez más de las que un usuario común sea capaz de tolerar). La superficie vidriada trasera al ras queda muy elegante, pero la ventanilla trasera es fija, una cosa muy extraña tratándose de un vehículo de cuatro puertas. Y ese tablero tan despejado es muy bonito, pero para que la guantera abra hacia arriba hubo que ubicar el airbag del pasajero donde habitualme­nte va el parasol. Resultado: no hay parasol.

Diseñar un auto es algo muy complejo, y hacerlo bello, bonito, o al menos interesant­e, siempre implica alguna que otra concesión por el lado de la funcionali­dad. Son pequeños sacrificio­s hechos en el altar del diseño.

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peugeot 3008 La expresión de un meticuloso trabajo en el tablero de diseño
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