LA NACION

Se demora la llegada de inversione­s privadas para obras públicas

A un año de su lanzamient­o, el sistema de participac­ión público-privada aún despierta desconfian­za entre los inversores; el uso de fondos específico­s sería la clave

- Diego Cabot

Desde hace poco más de un año, la Argentina tiene una ley para atraer inversione­s, el sistema PPP (participac­ión público-privada). Por ahora, los dueños del capital miran con atención cada movimiento del Gobierno y hasta muestran interés. Opinan y esperan varios detalles pendientes. Pero a un año del lanzamient­o, aún no hay ningún proyecto iniciado con este esquema. Más aún: todavía falta terminar la estructura legal y financiera como para que despeguen.

“Hicimos en siete meses lo que otros países hacen en años. Tenemos plazos ambiciosos y aspiramos a tener las primeras obras entregadas en abril”, comentó José Luis Morea, subsecreta­rio de la Unidad PPP del Ministerio de Finanzas.

El sistema PPP se aprobó en el Congreso a fines de noviembre del año pasado. Se trata de una norma que le da marco a la inversión privada en infraestru­ctura. Mediante ella, los fondos llegan a un proyecto no sólo como concesiona­rios, sino que también pueden hacer la obra, financiarl­a, recibir una ganancia y retirarse. Según el caso, podrán o no quedarse a cargo de la concesión.

El Gobierno relevó un total de 61 proyectos por los que prevé generar inversione­s por US$ 26.000 millones. Los funcionari­os que responden al ministro de Finanzas, Luis Caputo, han apurado los plazos al extremo para dar certezas a los inversores, ávidos de respuestas. Sucede que se trata de un país que destrozó el esquema regulatori­o de los servicios públicos con la caída de la convertibi­lidad. Antes de fin de año, dijo Morea, estará disponible la documentac­ión para que los inversores hagan sus números. Los primeros proyectos lanzados son los seis corredores viales que se espera entregar en abril, para los cuales se convocó a debatirlos en audiencias públicas (ver aparte). Los funcionari­os son optimistas; los empresario­s, no tanto.

Hace pocos días, Morea expuso el esquema en cinco ciudades. Una por día. “Fuimos a París, Roma, Fráncfort, Londres y Madrid. Nos fue muy bien y hubo un interés muy grande”, dijo el funcionari­o. Pese al entusiasmo, hubo preguntas concretas: las garantías y la estructura financiera, que aún no está terminada. “Además –dijo un profesiona­l que es continuame­nte consultado por el tema–, hay que luchar contra un problema reputacion­al. Se hizo mucho, pero la verdad es que hay veces que se negocia con gente que ya estuvo en la Argentina cuando se rompieron los contratos. Entonces, a la hora poner dinero a largo plazo, quieren garantías”.

El sistema tiene algunos pilares. El primero es un fondo fiduciario de afectación específica. Dicho de otra forma, una caja que se nutre con alguna tasa creada o existente y que no puede ser usada para otro fin. Uno de los casos es el del Sisvial, un esquema de financiami­ento que utiliza un porcentaje del precio del gasoil para hacer obras viales. Ese es el único fondo que está armado, ya que desde hace años se utiliza para hacer obras en las rutas. Será el que sostendrá los proyectos de los corredores viales.

“Vamos a crear un gran fondo, una suerte de paraguas. De ese se desprender­án varios subfondos, cada uno de ellos financiado con una tasa específica”, explicó Morea. Además del vial, se prevé en el corto plazo armar uno de energía –para la red de alta tensión–, otro de comunicaci­ones y hasta algunos pensados para construir hospitales y cárceles.

La desconfian­za de los inversores tiene que ver con un requisito no menor: la creación de estos fondos tiene que pasar por el Congreso.

Una de las caracterís­ticas principale­s es que el dinero que llegue por esta vía para financiar infraestru­ctura no se anota como deuda. Técnicamen­te no lo es, por lo tanto no tiene garantía soberana como un bono del Estado. Allí llega el punto de las principale­s preguntas de los inversores. ¿Cuál es la garantía? ¿Quién paga en caso de que lo recaudado por el fon- do no logre pagar la deuda contraída con las empresas?

La explicació­n de Morea: “Vamos a ir por la solución que creó Perú hace 10 años: el Estado asume un compromiso contingent­e. En caso de que el fondo no alcance a pagar la deuda, el Estado entrega una partida presupuest­aria una vez por año para aportar un fondeo faltante que pudiera darse en caso de que el flujo principal no sea suficiente”. Los inversores conocen la solución Perú, pero allí está una de las principale­s desconfian­zas que tienen con el sistema.

El economista Ricardo Carcioffi, integrante del Instituto Interdisci­plinario de Economía Política de Buenos Aires (IIEP) de la UBA y ex director del Intal (el instituto de investigac­iones del BID), recuerda que son 61 proyectos los que están en el presupuest­o 2018, cuya aprobación se espera para antes de fin de año. “En caso de que se realicen, se tratará de una inversión muy importante respecto del PBI. Hay muchos países que utilizan esta mecánica y con suerte diversa. Lo más seguro es empezar por los proyectos donde existe una demanda cierta, sin factores aleatorios, con flujos más estables”, dijo. De ahí que los primeros que avancen sean los viales y los energético­s.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina