Voto por voto, Kuczynski daba pelea para evitar su destitución en el Congreso
El presidente se defendió frente a un Parlamento de mayoría opositora que debía decidir anoche su futuro en el cargo
LIMA.– Pedro Pablo Kuczynski hizo ayer un último esfuerzo por mantenerse en el cargo, frente a un Congreso que debía decidir tras un extenso debate si el presidente debía hacer las valijas y volver al mundo de las finanzas o quedarse al frente del gobierno de Perú.
“Está en sus manos salvar la democracia o hundirla mucho tiempo. Soy un hombre honesto, jamás he recibido un soborno, una coima o una prebenda. Ni mi empresa ni yo hemos contratado con el Estado peruano. Jamás incurrí en un conflicto de intereses”, dijo Kuczynski en su defensa previa al debate. “El daño no me lo harán a mí, se lo harán al Perú”, concluyó.
Luego de dos horas y 20 minutos de exposición del presidente y de su abogado, ambos se retiraron del Congreso y los 109 legisladores presentes, de un total de 130, comenzaron el debate sobre la “vacancia” o destitución presidencial.
Dominado por la oposición de Fuerza Popular, de Keiko Fujimori, el Congreso buscaba destituir a Kuczynski por “permanente incapacidad moral”. Los impulsores de la caída habían reunido los votos para alcanzar el número mágico de 87 y remover de una vez al mandatario. Pero sobre la marcha esa plataforma se volvió inestable.
“Parece que en las últimas horas han conseguido convencer a algunos congresistas izquierdistas. Hace tres días, diría que la suerte del presidente estaba definida. Ahora no estoy tan seguro”, dijo antes del debate un funcionario de confianza del presidente, bajo anonimato.
El juicio político sobrevino apenas ocho días después de una investigación que reveló documentos que mostraban vínculos entre Kuczynski y el gigante brasileño de la construcción Odebrecht, centro de un escándalo por el pago de sobornos millonarios en toda la región.
Odebrecht contrató a la consultora de Kuczynski, Westfield Capital, hace más de una década, cuando era ministro de Economía del presidente Alejandro Toledo. Acusado de conflicto de intereses, su situación se agravó por las confusas explicaciones que dio en su descargo, cuando fracasó en deslindar con claridad sus responsabilidades.
Kuczynski había negado desde antes de asumir el mando, el 28 de julio de 2016, que tuviese vínculos con Odebrecht, hasta que fue desmentido por la propia empresa la semana pasada. Ante el Congreso, ayer, afirmó que mientras era ministro no mantuvo comunicación con su socio, el chileno Gerardo Sepúlveda, a quien dejó a cargo del manejo de la firma cuando pasó a ejercer la función pública.
Lo que hizo Kuczynski “es humillarnos como nación ante un chileno, ante un «pobre diablo» que estuvo ahí en el palco presidencial mirándonos las caras a todos, mientras se enriquecía” con Odebrecht, dijo la congresista Yeni Vilcatoma, estrecha aliada del fujimorismo.
Vilcatoma dio otra nota de color cuestionando al abogado de Kuczynski, Alberto Borea, que durante su presentación había mencionado como al pasar al personaje de historieta Condorito. “Lo único que hizo fue invocar a Condorito, y Condorito señores, es chileno, ¡es chileno! Entonces, ¿dónde está el nacionalismo?”, lanzó la legisladora.
Menos sarcástico, el fujimorista Miguel Torres resumió la acusación. “Es nuestro deber constitucional decidir sin dudas y temores apartar a Pedro Pablo Kuczynski del cargo de presidente porque estamos convencidos de que incurrió en la causal de incapacidad moral permanente. Mentir y ocultar información sobre los vínculos por conveniencia es un acto inmoral”, disparó.
El fujimorismo mantuvo contra las cuerdas a Kuczynski desde que comenzó su mandato a mediados del año pasado. Pero el fantasma de Odebrecht también persigue a Keiko Fujimori, a quien se investiga por supuestos pagos de la empresa brasileña para sus campañas presidenciales.
Odebrecht admitió haber pagado 29 millones de dólares en sobornos para contratos de obras públicas en Perú entre 2004 y 2015, durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.
De concretarse la destitución, debe tomar el relevo el primer vicepresidente, Martín Vizcarra, hasta completar el mandato en 2021. Le sigue la segunda vicepresidenta, Mercedes Aráoz, pero Kuczynski adelantó que ninguno de los dos aceptaría sucederlo. En ese caso debería hacerlo el presidente del Congreso, el opositor Luis Galarreta, de Fuerza Popular, para convocar a elecciones anticipadas.