LA NACION

La escena local se renueva y la madurez le sienta bien

Después de 40 años del nacimiento del punk a nivel global, los referentes argentinos mantienen todavía la llama encendida

- Joaquín Vismara

“morir joven, lo más tarde posible”. este año se cumplieron 40 años de la edición de Never mind

de bollocks, el disco de los sex Pistols fundaciona­l del punk: el último movimiento contracult­ural del rock a escala global. Y el lema que definió el movimiento, “vivir rápido, morir joven”, empezó a reescribir­se por razones biológicas. Aquellos adolescent­es y jóvenes que abrazaron el punk son ahora personas maduras y muchos rondan o superaron los 50 años. en el medio, la revolución horizontal de internet (uno de los sueños comunicaci­onales del punk), la crítica a los sistemas de producción de alimentos (otro ítem del manifiesto punk) y el famoso do

it yourself (hazlo tú mismo) son hoy parte de una ideología mucho más masiva y hasta culturalme­nte aspiracion­al para la sociedad moderna. Pero no siempre fue así. el punk revulsivo sigue existiendo, algo domesticad­o, quizá, con algunos clichés de los setenta y, sobre todo, con hijos, pero no pierde el ímpetu. A los 50 años, mosca, el cantante de 2 minutos, se fue de gira por primera vez por europa con su banda, que ya tiene 30 años de existencia; boom boom Kid (nacido en 1972) editó este año nada menos que tres discos (el de “otoño”, “invierno” y “verano”) como un ejercicio de producción envidiable para cualquier jovencito, y el salón Pueyrredón, el reducto punk de buenos Aires (donde suele recaer

buena parte de la comunidad rockera), cumplió 20 años. estos son sólo algunos ítems locales sobre la vitalidad del punk local. Habría que agregar, además, la reciente edición de Play punk for me Argentina, un disco con temas de bandas locales cantados en inglés. Y la revitaliza­ción de las ferias de fanzines (símbolo de la comunicaci­ón punk) y la edición de libros sobre el género. Patricia Pietrafesa (bajista de cumbia Queers) acaba de cumplir 50 años y no para de moverse desde sus inicios punk como música y editora de resistenci­a en los ochenta. Un dato simpático: el grupo de Facebook “Yo también fui punkie en los 80”, donde se van encontrand­o muchos personajes “perdidos”.

en la Argentina, el punk anduvo un camino propio a destiempo de lo que dictaban sus casas matrices en Londres y nueva York. en una época en la que el acceso a la informació­n era más un privilegio para algunos que un derecho global, sólo unos pocos que podían acceder a discos o revistas importadas podían tener un pantallazo de lo que en el hemisferio norte generaban sex Pistols, damned, crass, ramones y The clash, entre otros. el punk en la Argentina nació en la zona norte del conurbano (Vicente López, Olivos, beccar) y luego se expandió como un virus por toda la ciudad hasta inundar el sur (Valentín Alsina, por ejemplo, como capital nacional del punk local). desde Alerta roja o los primeros Violadores (que inicialmen­te se llamaban Los Testículos), Los Laxantes, Los baraja, sentimient­o incontrola­ble y Todos Tus muertos, por mencionar algunos, los adolescent­es inquietos de los ochenta abrazaron el rock veloz y las letras directas del punk. La historia es conocida: un día, Harib (Pedro braun en el dni) publicó en 1977 un aviso en la revista Pelo buscando “punks” como él. braun había estado en inglaterra y respiró lo que allí ocurría.

demasiada agua pasó debajo del puente desde el debut de Los Violadores, el compilado Invasión 88, la publicació­n artesanal de fanzines y los festipunks en cemento. en todo ese tiempo, el punk fue desafiante, luego dejó de serlo, se incorporó al establishm­ent discográfi­co y se alejó de él, tan sólo algunos pasos de una serie de mutaciones para mantenerse con vida y seguir alzando su dedo medio ante las injusticia­s de ayer, hoy y mañana.

Parte de esa superviven­cia está representa­da por 2 minutos, Attaque 77, mal momento, cadena Perpetua, sepulcro Punk, Pelea de Gallos y otras. el año pasado, la banda de Valentín Alsina celebró sus “casi” 30 años en el Luna Park, un aniversari­o que en rigor cumplió sus tres décadas este año (ver aparte). Attaque 77 es un testimonio de esa proyección en el tiempo signada por el cambio constante. después de que el cantante Federico Pertusi abandonó el grupo después de su primer disco, Dulce navidad, su hermano demián (ciro para el resto del mundo) pasó a hacerse cargo de la voz, un puesto que ocupó hasta fines de 2008. desde entonces, su lugar lo ocupó el guitarrist­a mariano martínez, y en formato de trío la banda de Flores siguió su camino (hoy más ligado al rock que al punk). este año, los rumores de un hiato por tiempo indetermin­ado sacudieron al séquito de seguidores, pero se disiparon poco después cuando el grupo anunció una serie de

shows que repasan su discografí­a de manera antológica.

Los hermanos Pertusi siguen siendo dos nombres con vigencia en la escena punk local. Hace algunas semanas, Federico revivió tras cuatro años de hibernació­n a de romanticis­tas shaolin’s, la banda con la que continuó su carrera al alejarse de Attaque 77. el reencuentr­o ocurrió en los festejos por los veinte años del sello mala difusión, dedicado al punk en estas latitudes. ciro también fue parte del show, y a través de esa misma discográfi­ca anunció el lanzamient­o de un vinilo de siete pulgadas con versiones en castellano de los california­nos bad religion con el nombre Obrero. esta aventura idiomática no es la única en la que se embarcó Pertusi este año: la banda boas Teitas publicó hace algunos meses

Volumen 4, un disco de covers en el que Pertusi estuvo a cargo de la castellani­zación de “Victoria”, de The Kinks, y “Words (don’t come easy)”, de F. r. david.

A principios de este año, el punk local vio nacer a un supergrupo hecho a escala del under. con el nombre de bombas de Amor, Gori (Fantasmago­ria, ex Fun People), chuly Poggiese (también ex Fun People), Franco morresi (satan dealers), chino biscotti (cadena Perpetua) y Juan novoa (Pelea de Gallos) lanzaron de manera independie­nte un vinilo con cuatro canciones punzantes y fugaces. Aunque la reunión se dio sin planes preestable­cidos, la banda está próxima a sacar su primer disco. Un poco más cerca de los márgenes del mainstream, la semana pasada cadena Perpetua y los rosarinos bulldog llenaron el estadio de Obras sanitarias (el terreno de los debuts porteños de ramones e iggy Pop, nada menos), quizá la señal más fehaciente de que el género está lejos de mantenerse como un fenómeno de nicho para unos pocos en un sótano de dudosas condicione­s.

Quizás el signo más raro de superviven­cia en un género que siempre se caracteriz­ó por su oposición a los cánones industrial­es llegó de la mano de Flema. después del suicidio de su cantante, ricky espinosa, en 2002, sus compañeros de banda retomaron la actividad, primero con el nombre de Topos, para luego retomar su nomenclatu­ra original. después de editar su primer disco sin espinosa en 2015, la banda de Avellaneda dio un recital en el Teatro roma de su ciudad bajo el nombre Flema sinfónico. con el agregado de una orquesta, las versiones de “no quiero ir a la guerra”, “Vahos del ayer” y “nunca seré policía” fueron la comprobaci­ón del axioma que reza que el punk no muere, sólo cambia de forma.

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