LA NACION

Rajoy busca bloquear a Puigdemont

Analiza vías legales para impedir que asuma en Cataluña

- Martín Rodríguez Yebra

MADRID.– Las usinas legales del gobierno de España trabajan contra reloj en la preparació­n de informes sobre las opciones que tendría el presidente Mariano Rajoy para impedir que el líder separatist­a Carles Puigdemont reasuma el poder en Cataluña.

El sorpresivo resultado de las elecciones del jueves pasado quemó los papeles que tenía Rajoy para un desenlace calmo de la crisis. Nunca imaginó –a tono con el pronóstico unánime de las encuestas– que Puigdemont saldría fortalecid­o y con la mayoría parlamenta­ria a tiro.

La realidad jurídica de Cataluña es en estas horas una obra en construcci­ón. Pasan cosas que ninguna ley previó por inverosími­l, como es qué hacer si gana un candidato que fue presidente, lo destituyer­on, huyó a Bélgica acusado de rebelión y tiene un pedido de captura vigente en España.

Fuentes del Partido Popular (PP) sostienen que Rajoy está dispuesto a moverse para bloquear un gobierno encabezado por Puigdemont o por cualquiera de sus socios que están acusados por delitos graves, vinculados a la fallida declaració­n de independen­cia del 27 de octubre.

Entre las hipótesis en análisis figura la impugnació­n ante el Tribunal Constituci­onal (TC) de una eventual investidur­a de Puigdemont en el Parlamento. El argumento a mano es que como los presidente­s regionales son legalmente los representa­ntes del Estado en su comunidad autónoma no puede aceptarse en el cargo a un político acusado penalmente de actuar contra el Estado.

También podría reclamar al TC la inmediata suspensión del nombramien­to, en caso de producirse, alegando el reiterado incumplimi­ento de Puigdemont de sentencias emitidas durante sus dos años de presidenci­a.

“Todos los escenarios están bajo análisis”, dicen en la Moncloa. También la opción de reactivar el artículo 155 de la Constituci­ón, que permitió dos meses atrás la intervenci­ón estatal de Cataluña y la destitució­n de toda la cúpula separatist­a. Ese proceso estará vigente hasta que se constituya el próximo gobierno de la Generalita­t, lo que ocurrirá no antes de febrero próximo. Rajoy ya advirtió que está dispuesto a usar otra vez la herramient­a si las autoridade­s catalanas insisten en la deriva secesionis­ta. Lo debe autorizar el Senado, donde el PP tiene mayoría holgada.

Los partidos separatist­as que gobernaron hasta octubre fueron a las urnas divididos en dos listas: Junts per Catalunya (JxC), de Puigdemont, y Esquerra Republican­a (ERC), del ex vicepresid­ente preso Oriol Junqueras. Quedaron en segundo y tercer lugar por detrás de los liberales antinacion­alistas de Ciudadanos, pero juntos suman 66 bancas. Les basta una abstención de los independen­tistas antisistem­a de la CUP para alcanzar la mayoría parlamenta­ria y formar gobierno.

Cautela

Fiel a su estilo, Rajoy se refugia en la cautela. Deja que Puigdemont mueva sus piezas primero. En su única aparición pública desde las elecciones lo toreó a volver a España, donde sería detenido. “Para tener a alguien como interlocut­or debe tomar posesión de su escaño, ser elegido y estar en condicione­s de hablar conmigo”, dijo.

La sospecha entre los partidos españoles es que Puigdemont no se arriesgará a ir preso. Que preferirá extender su estadía en Bélgica y delegar el cargo en una persona de confianza. Eso le daría margen para continuar con el fogoneo independen­tista en un refugio seguro, mientras un presidente en funciones tendría plasticida­d para gestionar en la vida real.

En su campaña, Puigdemont había prometido que volvería a Barcelona para ser investido. Ahora sostiene que lo hará únicamente si hay “garantías suficiente­s” de que podrá ejercer. Gana tiempo.

En su entorno también hacen horas extras los expertos legales. Una variable en estudio es reformar el reglamento del Parlamento catalán para que se permita que el presidente de la Generalita­t sea investido en ausencia. Saben que una medida así sería impugnada de inmediato ante el TC. No está claro si querrán forzar otro choque frontal contra el Estado.

La prisión provisiona­l –si Puigdemont regresara– no sería a priori un impediment­o legal para asumir la presidenci­a. Pero quedaría a discreción del juez de la causa autorizar al candidato a salir para presentars­e a la sesión de investidur­a. Lo mismo pasaría ante cada actividad o votación a la que quisiera asistir.

Lo más probable, según fuentes del independen­tismo, es que Puigdemont proponga que sea investido alguien que ya esté en España. Puede ser su jefa de campaña, Elsa Artadi, sin deudas con la justicia. O quien fue su vocero, Jordi Turull, libre bajo fianza. Otra apuesta provocador­a que suma adeptos en las últimas horas es que impulse al número dos de su lista: Jordi Sànchez, el activista más famoso del separatism­o, que está preso en Madrid desde octubre pasado.

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Eric vidal/reuters Puigdemont, ayer, durante una entrevista en Bruselas

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