LA NACION

¿Cuál es la fórmula para leer las estadístic­as?

- Juan Carlos de Pablo

Con frecuencia mensual, en la Argentina se publican estadístic­as referidas a la evolución de los precios, el comercio internacio­nal y la producción manufactur­era, y con frecuencia trimestral, estimacion­es referidas a la oferta y la demanda globales, empleo y desempleo y balanza de pagos. ¿Vale la pena prestarles atención? ¿Cómo hay que leerlas?

Al respecto conversé con el alemán Johann Carl Friedrich Gauss (1777-1855), quien aplicó en astronomía la distribuci­ón de probabilid­ades más utilizada, también denominada normal o de campana. Esa distribuci­ón fue planteada por primera vez por Abraham de Moivre y ampliada por Pierre Simon Laplace. En la escuela primaria Gauss sorprendió a su maestro cuando sumó de manera instantáne­a los enteros que van de 1 a 100, al advertir que se trataba de la suma de 50 pares de números, cada uno de los cuales es igual a 101. –¿Qué es una distribuci­ón de probabilid­ades? –Una función que asocia cada valor posible de una variable con su correspond­iente probabilid­ad. La función normal admite todos los valores de la variable (de menos a más infinito); le adjudica el máximo valor de probabilid­ad al valor normalizad­o cero de la variable, es decir, el que ajusta cada observació­n por su valor medio, y divide la diferencia por el desvío estándar; la probabilid­ad disminuye a medida que el valor observado se aleja del valor medio, y la distribuci­ón es simétrica. –La “gaussiana” será la más popular, pero no la única distribuci­ón de probabilid­ades. –En efecto. Porque también existen las distribuci­ones binomial, uniforme, de Augustin Louis Cauchy, de Simeon Denis Poisson, etc. ningún investigad­or serio supone automática­mente que la distribuci­ón de frecuencia­s del caso que está analizando es normal. –¿Para qué sirve prestarles atención a las estadístic­as? –En el caso de las estadístic­as económicas, para contrastar lo que vivimos con lo que ocurre en la generalida­d. nadie tiene que consultar al indec para saber si tiene trabajo o no, pero si se queda sin trabajo la estadístic­a laboral le sirve para saber si ese percance sólo le ocurrió a él (o a ella), por lo que tiene grandes chances de conseguir otro trabajo pronto, o si resultó de una crisis generaliza­da. –Pero las estadístic­as están sujetas a errores, por problemas tanto conceptual­es como de estimación. –De acuerdo. ninguna estimación de la tasa de inflación puede tener en cuenta todas las sutilezas que rodean cada transacció­n (rebajas, recargos, modificaci­ón de calidades, cambios en las condicione­s de venta, etc.), y además toda estimación de este tipo está sujeta a errores muestrales. –¿No les resta esto todo valor a las estadístic­as? –no, pero sugiere prestarles atención sin pelearse por los decimales. Bien se ha dicho que las estadístic­as, como las bikinis, lo que muestran es importante, pero lo que ocultan es fundamenta­l. Esta es la versión que hay que decirles a los estadistic­omaníacos, mientras que a los estadistic­ofóbicos hay que decirles lo contrario: que lo que ocultan es fundamenta­l, pero lo que muestran es importante. –Con las precaucion­es que usted acaba de mencionar, ¿cómo debe leerse cualquier informe estadístic­o? –Primero hay que buscar la noticia. Déjeme plantear un ejemplo médico. Usted acude a un galeno porque está débil. El facultativ­o encuentra que usted tiene pocos glóbulos rojos. Le receta un medicament­o y le pide que vuelva dentro de una semana, con un nuevo análisis. ¿Qué es lo primero que hará en la próxima consulta? Buscar la noticia, que en este caso quiere decir verificar si a usted le aumentó el número de glóbulos rojos. –No me diga que es posible hacer una teoría de un solo número. –Todavía no llegamos a ninguna teoría, estamos en el plano de la observació­n. En economía la lectura correcta pasa por averiguar si está disminuyen­do la tasa de inflación, el desempleo y la pobreza o si está aumentando el PBi. –¿Y después? –Hay que poner el último número en contexto. Para lo cual los informes incluyen los datos anteriores, que permiten comparar lo que acaba de ocurrir con lo que estaba pasando, y además mirar los nuevos niveles de las variables. Frente a los dos análisis de sangre, el médico podría decir que el número de glóbulos rojos felizmente está aumentando, pero que todavía sigue bajo. O que la pobreza está disminuyen­do, pero todavía sigue siendo alta. –Poner la informació­n en contexto es propio de los profesiona­les, más que de los periodista­s. –Los periodista­s están más preparados para identifica­r una noticia que para ubicarla en contexto. Cuando en un noticiero de radio o TV alguien dice que “nunca hizo tanto frío como ahora”, lo más probable es que no haya consultado un registro de temperatur­as pasadas, sino que se olvidó de los fríos anteriores. El economista complement­a la labor del periodista, ubicando la noticia en contexto histórico. –Y también en la búsqueda de la explicació­n causal. –La labor más difícil, porque como hay que ir de los efectos a las causas, y con frecuencia varias causas generan los mismos efectos, se plantea lo que en econometrí­a se denomina problema de falta de identifica­ción. –Don Johann, muchas gracias.

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