LA NACION

El estadio fue un teatro cuando Leo hizo de Darín

Con gestos más parecidos a los de un artista, Messi eclipsó a todos; Iniesta dijo: “su trascenden­cia es incalculab­le”

- Juan I. Irigoyen

MaDriD.– Messi se sintió ricardo Darín en el Santiago Bernabéu. camaleónic­o, a veces presente, otras ausente, nunca despistado, el nº 10 dejó otra foto para la hemeroteca. Después de celebrar junto a todos sus compañeros el segundo gol de Barcelona, el rosarino se quedó en el área de real Madrid, solo con Keylor navas como testigo. Entonces, el estadio merengue ya no era un campo de fútbol, era un teatro. Miró a la hinchada blanca, puso los brazos en cruz e hizo reverencia. Un gesto más de actor que de futbolista, señal inequívoca de que Messi se siente todopodero­so, sobre todo en la casa Blanca.

cuentan en el club azulgrana que cuando la temporada pasada luis Enrique metió en la convocator­ia a arda Turan para jugar contra real Madrid, el turco refunfuñó. le daba pereza viajar a Madrid. Messi no lo podía entender. nada lo enciende más que visitar la casa del Madrid, máximo goleador en la historia de los clásicos (25), mejor artillero en el Santiago Bernabéu (15), por delante de alfredo Di Stéfano (13) y de raúl González (12). Sin embargo, el juego del Barça ni el de Messi arrancó en llamas en el Bernabéu.

Si había algún despistado en la cancha, ignorante de que el pequeño que llevaba la 10 azulgrana era Messi, ganador de cinco Balones de oro, no lo hubiese podido creer. al menos, de entrada. El argentino caminaba, miraba, corría lo justo. Buscaba su lugar. con el Barça acorralado cerca de Ter Stegen, Messi analizaba por dónde lastimar al Madrid. Y, cuando nadie (o todos) se lo esperaban, apareció. Se tiró a la derecha y sacó un centro perfecto para que paulinho hiciera lucir a Keylor navas. Entonces, Barcelona atacaba a cuenta gotas. pero si aparecía el nº 10, había trabajo para el portero del Madrid. Se pasó a la izquierda y de nuevo buscó a paulinho. otra vez se estiró Keylor. no había más peligro en el área del Madrid, que el que emergía desde el botín izquierdo de la pulga.

Si la presencia de Messi fue intermiten­te en el primer acto, en el segundo fue total. Se llevó la marca de Kovacic para que rakitic escalara por el centro con comodidad en la jugada que terminó con el gol de luis Suárez. no se conformó, aunque tampoco parecía obsesionad­o con su gol. Todo lo contrario, estaba en modo “pasador”. como en la jugada que terminó en el penal y expulsión de carvajal. Buscó a su amigo Suárez por duplicado, antes de que el lateral de real Madrid detuviera el balón con la mano, tras una sucesión de carambolas en el área blanca. la pena máxima era para Messi, por supuesto. Y eso que las frías estadístic­as dicen que Messi es, junto a Jonathan Viera de las palmas, el jugador de la liga que más penales falló (dos). pero en el Bernabéu hasta su mayor debilidad se convierte en fortaleza. leo remató cruzado, fuerte y alto.

le quedaba algo más en la galera: una asistencia. Esta vez, no buscó a luis Suárez (su habitual presa en la mirilla) sino a aleix Vidal. El extremo cerró la goleada. octava asistencia de Messi en sus 19 partidos en el Bernabéu. ahora sí. Barça goleaba a Madrid (3-0) y el 10 bajó el telón. la obra ya estaba terminada. “la importanci­a y la trascenden­cia que tiene leo para nosotros es incalculab­le”, elogió iniesta al rosarino. Messi jugó como Messi, celebró como ricardo Darín.

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F. seco / ap La clase de Messi no conoce de rivales: el penal es su gol número 15 en la liga

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