LA NACION

“¡Noticia falsa!”, repiten los tiranos del mundo

Cada vez más, y siguiendo el ejemplo de Trump, los líderes autoritari­os descalific­an como mentiras las notas periodísti­cas que los incriminan

- Steven Erlanger

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, invoca una y otra vez la frase “noticia falsa” como un garrote retórico para minar a sus oponentes, animar a sus bases políticas y tratar de desacredit­ar a los medios periodísti­cos que analizan de forma crítica su presidenci­a. Sin embargo, no es el único líder enamorado de esa frase: muchos de los autócratas y dictadores del mundo también están fascinados con ella.

cuando amnistía internacio­nal publicó un informe sobre las muertes en prisión en Siria, el presidente Bashar al-asaad replicó: “Estamos viviendo en una época de noticias falsas”. En tanto, el presidente de Venezuela, nicolás Maduro, culpó a los medios globales por sus “muchas versiones falsas, muchas mentiras”. incluso en Birmania, donde los observador­es internacio­nales acusan al ejército de estar perpetrand­o un genocidio en contra de los musulmanes rohingyas, un representa­nte de las fuerzas de seguridad le dijo a The new York Times: “no hay tal cosa como los rohingyas. Son noticias falsas”. En rusia, una vocera del Ministerio de asuntos Exteriores, Maria Zakharova, le pidió a un reportero de cnn “detener la propagació­n de mentiras y noticias falsas”. Su ministerio ahora usa un sello digital rojo con la palabra “falso” en su sitio web para etiquetar las notas periodísti­cas que no le gustan.

En todo el mundo, los dirigentes autoritari­os y populistas, así como otros líderes políticos, han adoptado el latiguillo “noticias falsas” como una herramient­a para atacar a sus críticos y, en algunos casos, minar las institucio­nes democrátic­as. Sin duda, aprovechan la legitimida­d que le ha conferido a la frase el hecho de que un presidente estadounid­ense la utilice. En países donde la libertad de prensa está bajo amenaza –rusia, china, Turquía, libia, Polonia, Hungría, Tailandia, Somalia, entre otros–, los dirigentes políticos invocan a las supuestas “noticias falsas” como una justificac­ión para repeler el escrutinio de los medios.

Hace unas semanas, el periódico oficial del Partido comunista chino, el Diario del Pueblo, usó las palabras de Trump para socavar la cobertura crítica de los medios a un Pekín cada más autoritari­o: “Si el presidente de Estados Unidos declara que los principale­s medios de su país son una mancha en la nación, entonces las noticias negativas sobre china y otros países deben considerar­se con suspicacia, pues es probable que los sesgos y las agendas políticas estén distorsion­ando el panorama real”.

En su primer año de presidenci­a, Trump ha sacudido el statu quo global con su “Estados Unidos primero” y su desdén por el comercio mundial y los tratados internacio­nales. Sin embargo, el mantra de las “noticias falsas” del presidente genera otro tipo de inquietude­s entre muchos analistas: temen que erosione la confianza pública en las institucio­nes democrátic­as en un momento en que el populismo y el autoritari­smo regresan en muchas regiones.

“Trump no sólo habla sobre noticias falsas, sino que además ataca a los medios, y eso constituye un atachos que a la libertad de prensa”, dice Marietje Schaake, integrante holandesa del Parlamento Europeo especialis­ta en derechos humanos y el panorama digital. “como líder de un país que tradiciona­lmente defiende los derechos humanos, eso es muy grave, y por supuesto que tiene un impacto importante en todo el mundo”. Colapso total

richard Javad Heydarian, politólogo de la Universida­d De la Salle en Manila y autor de un libro sobre el presidente de Filipinas, rodrigo Duterte, dice que el poder blando de Estados Unidos, enraizado desde hace mucho en la defensa de la democracia, está “en un estado de colapso total”, lo que les da a tiranos como Duterte un margen amplio para ignorar las normas democrátic­as. “con Trump en el poder, nadie habla sobre los derevez humanos, sino sólo sobre las noticias falsas, y eso es maravillos­o para Duterte”, dice.

la cuestión, por supuesto, es que las noticias falsas son un problema real, en especial en las redes sociales. las agencias de inteligenc­ia de Estados Unidos han concluido que rusia utilizó noticias falsas para interferir en las elecciones presidenci­ales de 2016 a favor de Trump. la presencia de noticias falsas en el flujo globalizad­o de contenidos en los medios ayuda a desdibujar la línea que las separa de las noticias basadas en hechos cubiertos con rigor.

la medida en que el latiguillo “noticia falsa” ha dañado el periodismo es por ahora difícil de determinar, dada la existencia previa de dificultad­es para hacer crónicas sin restriccio­nes en países donde los medios están bajo el control del Estado y donde se ha asesinado o encarcelad­o a los periodista­s. Sin embargo, no hay duda de que las redes sociales, con su gran alcance y su vulnerabil­idad a los trolls y la manipulaci­ón, han ayudado a amplificar las críticas provenient­es de los dirigentes políticos y han minado la confianza en el periodismo tradiciona­l.

“Trump ha logrado construir una realidad alternativ­a, separada de los esfuerzos de los medios tradiciona­les a favor de la política democrátic­a y racional”, dice John lloyd, investigad­or del instituto reuters para el Estudio del Periodismo en la Universida­d de oxford.

El discurso sobre las noticias falsas también complica el trabajo de los defensores de la democracia en países donde esta última está comprometi­da. Kenneth roth, director ejecutivo de Human rights Watch, señala: “la ironía es que el mayor daño de Trump a los derechos humanos quizá no sea su fascinació­n con los tiranos abusivos, sino el modo en que socava el discurso basado en hechos, esencial para frenarlos”.

algunos analistas dicen que el éxito de Trump al crear una realidad alternativ­a y denigrar a los medios críticos copia y aumenta las tácticas del presidente de rusia, Vladimir Putin, y señalan que los propagandi­stas de este último “elaboran un torrente de hechos falsos” sobre temas políticos delicados, tales como el conflicto en Ucrania, para sembrar la incertidum­bre y el cinismo público. rusia y china también inventan noticias falsas “positivas” en las redes sociales para inspirar el patriotism­o en sus naciones.

Muchas organizaci­ones de medios ahora están incorporan­do servicios específico­s de verificaci­ón de hechos para los lectores. En Francia, se lanzó Décodex, de le Monde, como parte de la sección de verificaci­ón de datos de su sitio Web. En el reino Unido, la BBc está iniciando un proyecto para ayudar a los alumnos de secundaria a identifica­r las noticias reales y filtrar las falsas. En el mundo actual, algo cada vez menos sencillo.

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