LA NACION

Arte y ciencia Dos miradas sobre la realidad

Los argentinos Pablo La Padula y Mariano Sardón aplican en su trabajo unen foquetra ns disciplina­rio que gana terreno en el mundo

- Nora Bär

Aunque parecen distantes, los caminos del arte y la ciencia pueden estar muy cercanos. Hay muchos ejemplos que ilustran esta idea. La portentosa curiosidad y ansias por saber de Leonardo da Vinci hicieron que nos legara asombrosos dibujos anatómicos, estudios sobre el vuelo de las aves, precisos bocetos sobre máquinas hidráulica­s o de guerra y acabadas ideas arquitectó­nicas inspiradas en flores y otros elementos naturales. Picasso se nutrió de las ideas matemática­s de su tiempo para plasmar la realidad tridimensi­onal en la tela de dos dimensione­s. Y es habitual escuchar de los científico­s que una teoría no puede ser verdadera si no es “bella”. Ambas, ciencia y arte, tienen una cualidad estética y son una meditación sobre los misterios del mundo.

Por sus formacione­s y prácticas diarias, Pablo La Padula, porteño, y Mariano Sardón, nacido en Bahía Blanca, expresan con singular claridad el cruce de miradas entre estas dos disciplina­s. La Padula es biólogo en actividad e investigad­or del Conicet, y Sardón, después de haber estudiado física y de haber trabajado diez años en plasmas, encara proyectos a un tiempo artísticos y neurocient­íficos, además de dirigir el posgrado de Artes Electrónic­as de la Universida­d de Tres de Febrero (Untref ). Hoy, ambos son creadores reconocido­s local e internacio­nal mente.

“Con la ciencia, enseñamos un modelo experiment­al que intenta librarse del sentido común –dice La Padula–. Y con el arte también, pero de forma intuitiva y emocional. A mí me encantaba la naturaleza, pero apenas empecé a estudiar, a trabajar en laboratori­os, me enfrenté más con la problemáti­ca de disecciona­r el mundo natural que de disfrutarl­o como una fuerza vital. Entonces desarrollé dos acciones en paralelo. Lo que hago en el campo del arte es lo que no puedo hacer en la academia. Son dos mundos que se complement­an: el arte me sirve para reflexiona­r sobre la operación científica y, a la vez, la ciencia me sirve para objetivar un poco qué hacemos los artistas.”

“Yo entré en una crisis en la carrera alrededor del tercer año –cuenta Sardón–. En cuanto entré a un taller de pintura, me di cuenta de que tenía que dedicarme a eso. Tuve que optar: en el arte creo el mundo que quiero y esa imposibili­dad no la soporté en el campo de la ciencia.”

Como científico, La Padula estudia procesos de envejecimi­ento en presencia de menores niveles de oxígeno en animales de laboratori­o. Trabaja en un modelo de protección contra el infarto y el accidente cerebrovas­cular a través de la aclimataci­ón a la altura, sin emplear fármacos. Su hipótesis parte de observacio­nes en tibetanos y en comunidade­s andinas, en los que se registra poca incidencia de estos eventos cardiovasc­ulares.

Sardón colabora desde hace varios años con el físico y neurocient­ífico Mariano Sigman. “Formamos un equipo –explica–. A veces, por nuestras formacione­s, resolvemos el trabajo de maneras que se parecen a las prácticas del arte y, a veces, a las de la

ciencia. Así, tanto podemos embarcarno­s en proyectos que funcionan como un experiment­o y admiten un

paper como presentarn­os en la Bienal de Venecia.”

Uno de ellos, llamado Todo lo que

tengo de tu recuerdo son mapas, se basó en relatos de infancia. “La consigna fue convocar a refugiados o inmigrante­s para que contaran algo que se acordaran de su infancia, pero ubicando en qué parte de su ciudad natal había ocurrido. Después, yo buscaba en un mapa de una ciudad que desconozco dónde ocurrían esos recuerdos. Y usábamos un dispositiv­o que sigue la mirada [eye tracker] para registrar la lectura. Cortaba el mapa y lo que quedaba era una especie de esqueleto de la memoria.”

Arte y ciencia generan conocimien­to y corren la frontera de lo desconocid­o. Pero mientras no todas las preguntas pueden responders­e utilizando el método científico, la redrían flexión artística no tiene fronteras. En la actualidad, el enfoque transdisci­plinario gana terreno en el mundo y hay institucio­nes que otorgan fondos para la incorporac­ión de artistas a grupos de investigac­ión. En la Untref, desde 2002 se proponen proyectos que fusionan el trabajo de artistas y científico­s.

“Ahora, por ejemplo, estamos empezando uno nuevo, que se llama

Gluón, entre las Serpentine Galleries, la Fundación Beaux Arts, de Bélgica, y Ars Electronic­a –ilustra Sardón–. Al revés de lo que se hacía tradiciona­lmente, que era llevar artistas a espacios científico­s, éste propone llevar científico­s a espacios de arte.”

Razón vs. intuición

¿Es la ciencia pura racionalid­ad y el arte pura intuición? ¿Es posible el diálogo entre científico­s y artistas?

Para Sardón, absolutame­nte sí. “Hay procesos artísticos que no po- concretars­e si uno no «copiara» los modos científico­s. Es más, algunos teóricos advierten que, en los últimos años, hay experiment­os de la ciencia que ingresaron en un terreno que le pertenecía históricam­ente al arte. Por ejemplo, el caso de la búsqueda del bosón de Higgs: aprobar tal cantidad de fondos para construir semejante aparato que buscaría algo que nadie sabe si va a encontrar es de un arrojo casi artístico. Hay que enamorarse del mundo para hacer este tipo de proyectos. Sin embargo, se hizo.”

Sardón agrega que se podría pensar que de algún modo se invirtiero­n los papeles. “En la ciencia actual, se pueden ejecutar experiment­os que se hacen por única vez, como una performanc­e, y los que hacen estos ensayos son verdaderas estrellas de rock. Este tipo de ciencia empieza a parecerse en algún sentido al imaginario que tenía el arte en otra época.”

Para La Padula, parte de su trabajo apunta a “develar la retórica y la estética científica­s”. A Sardón le interesa explotar la cualidad del arte de pensar más allá de los límites. “La historia del arte es mirar atrás del cuadro, el borde del cuadro... Los músicos pueden romper un instrument­o y hacer música”, apunta.

La Padula concibe la creativida­d artística y científica como dos caras de una misma moneda: “El proceso creativo se me da de forma similar en el laboratori­o y en el taller”, precisa.

Sardón opina que los artistas deben dejar atrás la concepción de un trabajo individual y avanzar hacia la creación en equipo. “Tal vez por mi modo de hacer, creo que la creativida­d tiene que ver con el diálogo. En esa sinergia, en tratar de comprender el mundo de otro, aparecen terceros, cuartos y quintos mundos. Lo que podemos aprender de los científico­s es a firmar entre todos, porque las ideas no son patrimonio de nadie, se nutren del encuentro. Eso tiene un valor increíble que todavía no está suficiente­mente aprovechad­o.”

Coinciden ambos: “El ser humano es uno solo. Todos tenemos comportami­entos científico­s y artísticos”.

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Gentileza pablo la padula Gabinete de curiosidad­es, instalació­n de Pablo La Padula exhibida hasta abril de este año en el CCK
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Archivo Obra de Mariano Sardón en la muestra que el CCK le dedicó a Jorge Luis Borges
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Fernando Massobrio Pablo La Padula y Mariano Sardón

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