A la playa, ahora sólo a pie
La decisión comunal alcanza a autos, camionetas 4x4, cuatriciclos, motos y UTV; habrá zonas de estacionamiento y áreas con límites bien demarcados en la costa
Aunque por estas horas los turistas que ya disfrutan de Pinamar parecen resistirse a la ordenanza municipal, está prohibido ingresar en las playas de ese municipio con vehículos. La medida, que incluye multas desde $ 25.000, alcanza a autos, camionetas 4x4, motos, cuatriciclos y UTV (una especie de buggy moderno). Se estima que los controles se intensificarán a partir de este fin de semana y durante todo el verano.
PINAMAR.– Habrá que olvidarse y para siempre de las huellas de neumáticos sobre la arena húmeda. O de pisar el acelerador para cruzar el distrito de punta a punta con el mar a un lado y del otro la postal que alterna dunas, balnearios, edificios y hoteles. Con la ordenanza que impone severas multas y controles más estrictos, a partir de esta temporada se limita en Pinamar la circulación de todo vehículo motorizado por las playas. Se reservan tres zonas habilitadas que, por ejemplo, permiten llegar hasta los paradores más extremos, aquellos a los que sólo se accede con doble tracción.
Carteles y campañas de difusión empiezan a advertir a la comunidad de vecinos y turistas que hace tiempo han incorporado motos y –cada vez más– cuatriciclos a su estilo de vida cotidiano por esta zona. “Va a significar y requerir también un cambio cultural en la comunidad de Pinamar”, admite el secretario de Seguridad del municipio, Matías Yeannes, al reconocer que en el distrito y durante las últimas décadas creció este perfil del parque automotor, que incluso ganó espacio en el casco urbano.
Un relevamiento hecho durante el último verano permitió estimar que unos 3000 cuatriciclos y UTV –un formato avanzado con dos o cuatro butacas, cinturones de seguridad, jaula antivuelco, techo y motores muy potentes– circulan a diario por calles y playas pinamarenses.
La ordenanza 4794 más el decreto 3215, con alcance durante las 24 horas los 365 días del año, prohíben la circulación vehicular en el frente denominado Pinamar Norte, que se extiende desde el parador El Más Allá hasta el céntrico muelle de pesca. El segundo tramo preservado, Pinamar Sur, abarca Ostende y Valeria del Mar, desde la altura de la proyección virtual de calle Simbad El Marino hasta Corbeta Halcón. Y en Cariló el territorio vedado se segmenta en dos: una parte cubre la zona hotelera que va desde Lambertiana hasta Álamo y, hacia el sur, otra franja desde calle Águila Norte hasta Benteveo.
Las bajadas habilitadas permitirán el ingreso de vehículos a velocidad moderada y con límites bien determinados. Divididos en tres tramos, las áreas permitidas tienen entre 2500 y 3000 metros lineales cada una y marcan límites bien claros: al oeste, una empalizada que impide circular entre los médanos linderos. Hacia el este, no se puede ir más allá del mojón límite que representan las cabinas y tarimas de los guardavidas. Allí estará señalizado el sector de estacionamiento.
“La gente está empezando a entender y comprender cómo y dónde se puede circular en la playa”, detalló Yeannes, que contempla inspectores municipales y personal policial para que se cumpla con lo normado. “Eso de llegar hasta la orilla del agua con las camionetas ya no se podrá hacer”, dejó en claro. Más allá del ritmo de mareas, aun donde se permite acceso vehicular quedarán libres de automotores unos 40 metros de playa.
La aventura deportiva y extrema, que tanto comparten los fanáticos del motocross, cuatriciclos y ahora los UTV, se deberá buscar en predios privados, unos 25 kilómetros cuadrados donde el control municipal no sólo se dificulta, sino que se hace casi imposible por las características topográficas. En una de esas reservas murió hace pocos días un joven marplatense que golpeó con el pecho contra su cuatriciclo cuando saltó un médano “cortado”.
En las áreas permitidas tendrán continuidad los servicios de alquiler de cuatriciclos, otro clásico de estas playas que cada vez tiene menos oferta porque cada vez son más los habitués que eligen tener su propio vehículo para divertirse e incluso para moverse dentro de la ciudad.