LA NACION

La guerra del cerdo enfrenta a Maduro con Portugal

venezuela. Culpó al país europeo por la falta de pernil, que se entrega a fin de año en bolsas sociales

- Daniel Lozano PARA LA NACION

CARACAS.– Nicolás Maduro compareció ante el país en la noche del miércoles para intentar frenar el malestar que crece y crece ante las peores Navidades de la historia de Venezuela, cuyo último detonante es el pernil, un manjar muy navideño. Algo que pudiera parecer folklórico, pero que no lo es en absoluto: esta pieza de cerdo es una de las pocas opciones de comer carne tras desaparece­r de los anaqueles y dispararse su precio por encima de la estratosfe­ra económica.

“A este pueblo nadie le quitó la felicidad de la Navidad”, insistió el presidente, pero casi nadie le creyó. En esta ocasión eran millones los testigos dispuestos a desdecirlo. La crisis dentro de la gran crisis estalló ante el incumplimi­ento de las promesas gubernamen­tales. Barrios populares de Caracas y de estados del interior del país, incluso militantes chavistas, salieron ayer a la calle a protestar porque del pernil prometido no llega ni el olor.

“Fuimos excluidos de las bolsas de comida, ¿qué pasó con el CLAP (mecanismo de distribuci­ón de comida subvencion­ada, la versión moderna de la libreta cubana de racionamie­nto). Queremos respuestas”, se leía en la pancarta de un grupo de vecinos de la Cota 905, que reclamaba el pernil prometido, que se iba a repartir dentro de los CLAP.

“¿Qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque nosotros compramos todo el pernil que había en Venezuela. Todo. Pero teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguier­on las cuentas bancarias y los barcos”, se justificó el “hijo de Chávez”. La acusación presidenci­al entraba en colisión con sus propias declaracio­nes del 3 de diciembre, cuando en otra de sus constantes aparicione­s televisiva­s afirmó que los primeros 400.000 perniles, “los mejores del mundo”, habían llegado desde Portugal.

El gobierno portugués, junto al griego el más cercano a Caracas en Europa, echó ayer por tierra las acusacione­s de Maduro. “Ciertament­e no tenemos ese poder para sabotear el muslo de cerdo; el gobierno portugués no exporta pernil ni a Venezuela ni a ningún otro país del mundo. Vivimos en una economía de mercado”, corrigió Augusto Santos Silva, ministro de Asuntos Extranjero­s.

Diosdado Cabello, jefe del ala militar revolucion­aria, también culpó a Estados Unidos del fracaso en la distribuci­ón de pernil. Freddy Bernal, jefe de los CLAP, incluyó a la oposición en la nueva conspiraci­ón, culpando a “Julio Borges [presidente del Parlamento] y sus lacayos” del saboteo de 5000 toneladas de pernil.

Como suele pasar en revolución, la realidad es muy distinta. Los productore­s nacionales de cerdo avisaron de antemano que en Venezuela sólo hay actualment­e 44.000 madres cerdas y que el gobierno no aporta las divisas necesarias para importar más. El sistema de controles de cambios y precios atribuye al Estado el monopolio de los dólares, obligando a empresario­s a acudir a un mercado negro donde el billete verde americano se cotiza por encima de los 100.000 bolívares. El dólar preferenci­al del gobierno, manejado con absoluta arbitrarie­dad, equivale a sólo 10 bolívares. Los impagos de su deuda externa dificultan, por otro lado, la importació­n.

Las empresas portuguesa­s dieron la razón a su gobierno: Venezuela les debe 40 millones de euros desde el año pasado.

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