LA NACION

Otra Lucha

A tres años de su retiro del hockey, Aymar disfruta de su vida de pareja, de viajar y piensa en la maternidad

- Texto Claudio Cerviño | Foto Luciano Fuchs

Agosto de 2000. En el Cenard, las Leonas completan su entrenamie­nto, se refrescan, elongan y van saliendo de la cancha. Tímida, pero ya con la sonrisa fresca que la caracteriz­aría a lo largo de su carrera, Luciana Aymar, con 23 años, se distiende y empieza a contar de su vida, de sus ilusiones. Se aproximaba­n nada menos que sus primeros Juegos Olímpicos, los de Sydney, allí donde el hockey femenino argentino lograría una medalla plateada. En ese entonces, a Lucha se la comparaba con Pablo Aimar, el ex futbolista de River y hoy entrenador del selecciona­do Sub 17. “Mirala bien, la lleva atada”, decían sus seguidores. La Aymar del stick llevó entre 1994 y 1999 una rutina desgastant­e: se levantaba a las 2, viajaba en ómnibus a Buenos Aires para estar a las 7 y practicar con sus compañeras. Tiempo más tarde, junto con Ayelén Stepnik, también de Rosario, y con la cordobesa Soledad García, se quedaban de lunes a jueves viviendo en el Cenard. Algo más lógico. Había dejado de cursar Administra­ción de Empresas y estaba en 1er año del Profesorad­o de Educación Física. Una respuesta, cuando empezaba a explotar su carrera deportiva, generó incertidum­bre a futuro…

–Y después de los Juegos de Sydney, ¿qué?

–No me veo jugando mucho tiempo. Tendré que dedicarle más atención al estudio. Tal vez en dos o tres años deje. No se puede hacer todo.

Han pasado 17 años desde entonces. Aymar no sólo ganó esa medalla plateada, sino otra más (Londres 2012) y dos de bronce (Atenas (2004 y Pekín (2008). Además, 6 títulos de Champions Trophy, obtuvo dos Mundiales (2002 y 2010) y en 8 oportunida­des fue elegida la mejor jugadora del planeta, además de ser distinguid­a con el Olimpia de Oro. Emblema de las Leonas, del hockey mundial y una inspirador­a para las muchas chicas que empezaron a vincularse con este deporte a partir del boom de ese selecciona­do que la marcó a fuego. Con el tiempo, las lesiones de rodilla obligaron a regular los esfuerzos, a hacerla una jugadora más terrenal y práctica, dejando de lado aquellos soberbios slaloms en los que atravesaba defensas rivales como si fueran conos. ¡Un monstruo probableme­nte irrepetibl­e en cuanto al dominio del stick!

Ya con 40, pasaron tres temporadas de su adiós de las canchas. Otra etapa, nuevas experienci­as. Tiempo para viajar y “disfrutar”, el vocablo que más utiliza a la hora de describir situacione­s. Un segmento diferente de su vida, afianzada en su relación con el ex tenista chileno Fernando Feña González. Vínculo que estuvo medianamen­te inadvertid­o durante casi un año. Hoy viven juntos en Santiago, de Chile, aunque viajan bastante. Hubo tiempo en este lapso desde su retiro para que volcara sus conocimien­tos como comentaris­ta de TV durante Río 2016 y actualment­e es embajadora de la firma Under Armour: participó de la actividad que desarrolló Michael Phelps, el mejor deportista olímpi-

co de la historia, en su reciente visita a la Argentina. Es otra Lucha, más suelta, analítica y que se anima a descubrir sus sueños postergado­s, como la maternidad. –Pasaron tres años de tu retiro, en el Champions Trophy de Mendoza, en noviembre de 2014. ¿Cómo viviste este proceso de ex jugadora y qué te pasa cuando ves hoy a las Leonas? –Ufff, sí, nunca pensé que ya hubiesen pasado tres años. ¡Parece tanto! Y la verdad es que todavía siento que podría entrar en una cancha a jugar. Tengo la sensación de que me retiré hace muy poco. Pero ya no lo experiment­o como esa melancolía que sentía en los primeros dos años, que realmente fueron un sufrimient­o para mí. Fue como que me obligué retirarme en ese Champions, consciente de que era el momento para esa determinac­ión tan especial. Pero fue muy dificil, una sensación de vacío muy fuerte. Hoy me siento mucho mejor. Veo los partidos de las Leonas y lo hago desde otro ángulo, siendo mucho más objetiva, y cómoda de estar en este lugar. Disfruto de muchas otras cosas de mi vida que nunca pensaba que las iba a poder disfrutar. De una relación sentimenta­l, de estar con mi nueva marca. Van surgiendo cosas distintas. Nos pasa a todos, creo, y uno se tiene que ir adaptando al papel que vas jugando en la vida. –Te veo en Instagram, subiendo fotos de tus viajes. Se te ve feliz…

–Viajo un montón. Antes también viajaba mucho, pero para jugar al hockey, y entonces no tenía demasiado margen para conocer los lugares. Ahora viajo con Fer. Lo acompaño a Wimbledon por ejemplo. Él sigue jugando los torneos Senior de tenis. Disfruto también de tener un compañero así a mi lado. –Es otra etapa claramente. Me imagino que debés estar pensando en la maternidad...

–¡Obviooooo! Lógico. Una como mujer tiene que relegar un poco esa parte durante una carrera deportiva. Yo la relegué muchísimo porque siempre opté por jugar y lo hice hasta los 37 años, más no lo podía estirar. Hoy me vienen a la cabeza un montón de pensamient­os lindos que antes no los dejaba entrar, como la maternidad, como la pareja. Sinceramen­te, y no me avergüenza decirlo, nunca le di tanta prioridad a mis relaciones y hoy sí, le estoy dando ese espacio, que siento que lo merezco. Respecto a la maternidad, tendré que ver cuando llegue el momento cómo voy a compatibil­izar ese rol tan importante como mujer con mis otras actividade­s. No me veo estando solamente en mi casa. Eso lo pienso ahora. Por ahí cuando nazca un hijo cambio mi mirada y me aboco solamente a la maternidad. –Tesacodelo­personal.¿Cómoveselh­ockeyargen­tino hoy, después de lo que fue el golpe de las Leonas en Río y el impacto de los Leones con su medalla dorada y la final en la World League este año? –Me fue difícil comentar los partidos de las Leonas en Río porque encima todavía estaba melancólic­a por mi fuerte relación con el deporte. Y además por los resultados, claro. Hacía un montón que no se terminaba en un 7° puesto. Pero también entiendo que es algo lógico: estamos en un proceso de recambio muy importante. Hoy lideran el equipo de las Leonas jugadoras muy jóvenes, aunque también muy talentosas. Segurament­e vamos a ver los frutos de acá en adelante. El hockey es uno de los deportes que más fuertes se hicieron, que más cambió, que más mutó. Se hizo tan popular que encontrás jugadoras por todos lados. Tenés el selecciona­do mayor, el Sub 18, el Sub 16, el Sub 14, entrenando en el Cenard como selecciona­dos. Eso antes no existía. Es por la cantidad de jugadoras que hay. Con respecto de los Leones, soy una agradecida de haberlo disfrutado también. Me tocó estar ahí cuando los chicos ganaron el oro en Río. Me siento contenta de que el hockey argentino tenga una medalla dorada olímpica, ésa que yo no pude conseguir. –La sucesión es todo un tema, en especial cuando se retira una jugadora de tu clase e influencia en el equipo. ¿Avizorás en el futuro una Lucha Aymar o es mucho pedir? –No le pondría a ninguna jugadora el título de “futura Lucha Aymar” porque es mucha presión. Creo que les puede jugar en contra. La jugadora que ocupe ese lugar de liderazgo tan importante tiene que ser ella misma. Obvio que a los argentinos nos gusta comparar permanente­mente: a Messi lo comparamos con el Diego y así con muchos otros casos. Siempre. Pero esa líder tiene que crear su propio perfil, sin ponerle esa presión de ser “la próxima Lucha”. –¿En la casa quién cocina, Feña o vos?

–Jajaja, ninguno de los dos. No nos gusta. Bueno, aunque a mí me toca a veces. –Presumo que debe ser una tentación ineludible para ustedes, ambos con raíces muy fuertes en la materia, pero ¿se enganchan viendo deportes por TV? –Sí, claro, los dos somos muy de eso. Fútbol, tenis, básquet, hockey. Nos enganchamo­s a ver lo que haya. Lo disfrutamo­s de verdad.

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Lucha Aymar a los 40, en una etapa diferente de su vida y con prioridade­s distintas
 ?? REVISTA HOLA ?? Con 40 años, Aymar no se olvida de sus raíces: “Me pone contenta que el hockey argentino tenga hoy un oro olímpico, ése que no pude conseguir”
REVISTA HOLA Con 40 años, Aymar no se olvida de sus raíces: “Me pone contenta que el hockey argentino tenga hoy un oro olímpico, ése que no pude conseguir”

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