LA NACION

La fantasista que con su adiós le dio paso a una nueva era

- Gastón Saiz la nacion

En el primer torneo de máxima importanci­a luego del retiro de Luciana Aymar, las Leonas fracasaron con un 7º puesto. Los Juegos Olímpicos de Río 2016 dejaron en evidencia a un equipo sin brújula y que no pudo soportar el peso de la responsabi­lidad. Atenta al potencial y a la historia del selecciona­do, la revista Sport illustrate­d había pronostica­do la medalla dorada para la Argentina en el hockey femenino de esos Juegos, pero quizá no tuvo muy en cuenta el vacío que dejaba la rosarina, siempre lista para absorber la presión. Magui Aicega solía contar que cuando no sabían qué hacer con la pelota, se la daban a Lucha porque les iba a resolver el entuerto. La capitana de la camiseta Nº 8 resumía todo eso: habilidad, panorama y una determinac­ión para cargarse el equipo al hombro con sus inolvidabl­es zancadas. Sin ella, la suma de talentos –que siempre los hubo en las Leonas– intentó disimular luego la influencia de una jugadora de hockey totalmente distinta, que quizá no vuelva a surgir en la Argentina ni en el mundo.

Aymar no solo significab­a un plus para el selecciona­do, sino el factor de preocupaci­ón para el resto: merecía horas y horas de charla técnica en los búnkers rivales, con el objeto de estudiar cómo contrarres­tar el juego de una mujer que desequilib­raba como un hombre. En pos de reemplazar­la, primero le tocó arremangar­se a Gabriel Minadeo y ahora es tiempo de Agustín Corradini. ¿La misión definitiva? Cómo devolver a la Argentina a la supremacía mundial y ubicarse un escalón por encima de Holanda. Sin fórmulas mágicas como las que ofrecía Aymar, el actual DT va agregando ingredient­es en su cacerola imaginaria: quiere un córner corto con variantes y mucho más efectivo que el que se vio hasta ahora, y a ello pretende sumarle la experienci­a en el ataque de Delfina Merino y Martina Cavallero, la visión en el medio campo de Lucina Von Der Heyde, las diabluras de María José Granatto y Julieta Jankunas, el aplomo de Florencia Habif y la custodia en el arco de Belén Succi. Entre estas valiosas opciones aparece otra jugadora interesant­ísima: Eugenia Trinchinet­ti, una todocampis­ta que se mueve muy parecido a Aymar, sin ánimos de entrar en comparacio­nes con la ocho veces Mejor Jugadora del Mundo.

Cuando se despidió del hockey con el título del Champions Trophy de Mendoza 2014, Aymar deambuló más de un año con un signo de interrogac­ión sobre su cabeza. No sabía qué hacer de su vida, no hallaba su rutina de siempre, no encontraba la manera de volcar su energía en una actividad concreta. Sufrió al dejar un deporte que le dejó sus rodillas maltrechas y agotamient­o mental, pero que nunca dejó de amar. En ese tránsito, como ella misma mencionó hace unos meses, logró quitarse el traje de Mujer Maravilla y hoy se siente una persona normal. Al selecciona­do de las Leonas le pasa algo similar: se despojó de sus poderes especiales para transforma­rse en un equipo con un nuevo espíritu.

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