Cada vez peor
Nuevo récord de inestabilidad de los DT: este año pasaron 84 por los equipos de Primera
Bicampeón de la Champions y del Mundial de Clubes, Zinedine Zidane está en crisis en Real Madrid. Aun en el quinto puesto de la Liga de España, Sevilla echó a Eduardo Berizzo cinco meses después de contratarlo. Italia, Holanda y los Estados Unidos no se clasificaron para el Mundial 2018 y ni Gian Piero Ventura, Dick Advocaat y Bruce Arena, respectivamente, conservaron sus cargos. De los diez entrenadores que empezaron la eliminatoria sudamericana, sólo la completaron Oscar Tabárez, José Pekerman y Ricardo Gareca. Está a la vista que la agitación es global, pero no sirve de consuelo. Que los técnicos tienen que convivir con el abismo del desempleo no es una novedad. Claro que la Argentina se las ingenia para correr los límites hasta zonas inexploradas. Este fútbol perturbado volvió a acorralar a una profesión que, según las protestas de sus protagonistas, también sufre del desamparo gremial.
Casi nadie puede escabullirse de la trituradora que se devora a los entrenadores. Si el torneo anual de 2015 prometía mayor estabilidad porque el largo plazo ampliaría la base de tolerancia, enseguida la mentira quedó al descubierto: ese año pasaron por Primera 71 técnicos. Pero llegó 2016 para escalar a una dimensión desconocida y elevar a 82 los técnicos que desfilaronpor un calendario zarandeado por la sinrazón. ¿Insuperable? No pongan a prueba al desvencijado fútbol argentino porque suele regar con insensatez su árido suelo. Entonces, una nueva plusmarca acaba de grabarse: entre estables, interinos y los contratados en las últimas semanas, 2017 cierra con 84 entrenadores. Un dato impetuoso para certificar tanta histeria. Y puede crecer en las próximas horas si Gimnasia reacciona rápidamente ante la sorpresiva salida de Soso. “Si se vive con el acelerador a fondo, no podés apretar el freno con el mismo pie”, reflexionaba Jorge Valdano sobre la intolerancia en el fútbol argentino. Pero acá no hay señales ni de un rebaje.
De los 32 equipos que recorrieron la primera –contabilizando los descendidos Aldosivi, Quilmes, Rafaela y Sarmiento–, 25 cambiaron al menos una vez de DT. Apenas sólo hubo siete sobrevivientes en la tempestad: Marcelo Gallardo (River), Frank Kudelka (Talleres), Guillermo Barros Schelotto (Boca), Julio Falcioni (Banfield), Eduardo Domínguez (Colón), Néstor Gorosito (San Martín, SJ) y Ariel Holan, porque después de despedirse revisó su decisión y retornó a Independiente.
A principios de año Edgardo Bauza dirigía a la selección argentina y Sampaoli conducía a Sevilla. Ubeda lideraba al Sub 20 y Beccacece entrenaba a Defensa y Justicia. Cocca estaba en Racing, Aguirre en San Lorenzo, Troglio en Tigre y De Felippe en Vélez. Bernardi empezó 2017 en Godoy Cruz y lo cerró en Estudiantes, como Alfaro viajó de Gimnasia a Huracán, Madelón de Belgrano a Unión, Juan Pablo Pumpido de Unión a Patronato y Llop de Rafaela a Newell’s, entrevarios crucesrelámpago. Por que varios‘ pases’ confirma n que nadie se quiere bajar del gran escenario, aunque mañana muchos se quejen del destrato. Como analiza Beccacece: “El entrenador siempre está siendo observado y prejuzgado en función de ganar o perder. Si ganás sos bueno y si perdés sos malo. Por cómo se vive hoy, ganar o perder termina siendo determinante. Eso es así, hay que aceptarlo. Nos encanta hablar de proyectos,aceptan do que vivimos semana a semana porque nos invaden las urgencias”.
No hay sociedad que espere, no hay cultura que contenga. Hace unos días, Pablo Aimar decía en la nacion: “Va a llevar un tiempo para que el espectáculo mejore, sobretodo porque la gente no tiene paciencia”. Meses atrás, reflexionaba Mauricio Pochettino en estas páginas: “Ves partidos en España o en la Argentina y te dan un poco de pena. La mitad de la gente va a insultar, a agredir, a crear problemas… El futbol inglés es el ejemplo por seguir. Pero cuesta decirlo ,¿ no? Porque a nosotros, por el gran problema histórico que tuvimos, nos da un poquito de tirria todo lo inglés. Pero sinceramente acá hay un gran respeto al profesional”. Esa sociedad menos carnívora, por ejemplo, es la que le permite al francés Arsene Wenger dirigir a Arsenal desde 1996, aunque haya ganado la Premier League por última vez en 2004.
Los técnicos sufren cuán desechables pueden ser. Algunas instituciones se abrazaron a una marcada crispación: Estudiantes, Tigre y Quilmes tuvieron cinco entrenadores diferentes. Muchos eligen dirigir en el exterior. Y las explicaciones no se reducen a un mejor contrato, sino la calidad de vida influye en la balanza. Sobran ejemplos, desde Pekerman y Gerardo Martino, hasta Palermo, Milito, Guede, Russo, Almeyda, Mohamed, Garnero, Almirón y tantos más. Sin pensar, claro, en Simeone, Pochettino, Pizzi, Bauza, Ramón Díaz, Pellegrino, Gareca… y seguirían las firmas. Aún ante el imaginario de la igualdad económica, varios tampoco elegirían dirigir en su país.
Desde una clase dirigente inconstante y populista se entiende tan afiebrada inestabilidad. Operaciones de prensa y entrenadores serviles se ocupan del resto. Y los hinchas, claro, camaleónicos, muchos tan embusteros como los proyectos a largo plazo. Hubo crueles destituciones y pasos al costado de técnicos desbordados. El encubridor ‘común acuerdo’ es un paso de cinismo: el club se jacta de no haber echado a nadie, y el entrenador se siente libre para buscar una veloz reinserción en otro lado. Porque no siempre los técnicos son mártires.
Gobierna la urgencia. No importa el contenido. Por eso los manotazos llevan de una escuela a otra (ver Cuestión de estilos) cuando se busca un reemplazante salvador. ¿Qué márgenes concederá la reanudación de la Superliga si en 12 fechas hubo 14 destituciones? Ninguno. Algunos comenzarán tan frágiles que dos derrotas los pondrán ante el abismo: Biaggio y Leonardo Fernández fueron confirmados en San Lorenzo y Central por las coyunturas, no por las convicciones. Carboni pondrá a prueba la auténtica tolerancia de Lanús. Su condición de debutante no lo dejará a Ledesma mucho tiempo a resguardo en Tigre. Ni la historia blindará eternamente a Llop en Newell’s. Diego Dabove intentará no ser una pieza más de recambio en el rompecabezas de Godoy Cruz. Esmerado en Temperley, y Bassedas en Olimpo, enseguida sentirán un frío sudor en la espalda. Como Rondina en Arsenal. Y no le sobrará nada a Pena en Chacarita. Todos advertidos, todos condicionados, y todavía no empezaron a jugar. El que no obtenga rápidos resultados ya sabe que se tendrá que ir. Quizá para darle propulsión al próximo récord.