Los conflictos latentes
1 la amenaza nuclear de Corea del norte
Kim Jong-un ordenó este año más lanzamientos de misiles que su padre durante toda su vida. Desde que asumió, a los 27 años, duplicó –y más– las pruebas que realizaron su padre y su abuelo. Y nada, por el momento, sugiere que el año próximo moderará el paso.
La tensión nuclear emanada del régimen de Pyongyang, el más aislado del mundo, dominó la agenda internacional este año. Estados Unidos, Rusia, China y las potencias occidentales eligieron un camino: atenazar con sanciones económicas a Kim para forzarlo a una negociación que ponga fin al conflicto y dejar en claro que cualquier ataque será respondido con “furia y fuego”, en palabras del presidente Donald Trump.
Pero Kim respondió a cada paquete de sanciones con una nueva prueba. La ácida retórica entre Washington y Pyongyang mantuvo latente el temor a una guerra nuclear. Y aunque funcionarios, expertos y diplomáticos confían en que ese escenario nunca llegará, todo indica que el temor perdurará en 2018.
2 la tensión por el estatus de Jerusalén
El mundo vive una época de transición. La dinámica que define la evolución de Medio Oriente parece indicar que también allí hay cambios que se avecinan. Entre ellos, la probable disminución de influencia de Estados Unidos.
Desde la fundación de Israel, el conflicto con los palestinos dominó la geopolítica regional. Pero la invasión de Irak por Estados Unidos en 2003 consiguió que el enfrentamiento perdiera su papel central. Así fue hasta que Donald Trump decidiera reconocer a Jerusalén como capital israelí, a pesar de que la anexión unilateral de la ciudad después de 1967 nunca fue reconocida por la comunidad internacional.
¿Por qué lo hizo? ¿Responde a su irracionalidad habitual o a la política nacional? ¿Planea una nueva solución territorial que vaya más allá del conflicto israelí-palestino, en el marco de la lucha que libran Arabia Saudita e Irán por el control regional? La alianza emergente entre Riad e Israel, antes inimaginable, podría convertirse en una de las fuerzas motrices del nuevo Medio Oriente.
3 El repliegue de Ei en Filipinas
Después de recuperar Raqqa y Mosul, los líderes de Medio Oriente y Occidente proclaman victoria en la guerra contra Estado Islámico (EI). Pero todo indica que el grupo decidió reagruparse en Filipinas, lo que lo transforma en un nuevo foco de conflicto para 2018.
Filipinas tiene una larga historia de militancia islamista, aunque EI es un recién llegado. En octubre de 2016, 1600 combatientes asiáticos ocuparon Marawi, la mayor ciudad de la región autónoma de Mindanao (200.000 habitantes). El ejército filipino demoró un año en desalojarlos, a pesar de que contaba con el apoyo de las fuerzas antiterroristas de Estados Unidos. La presencia de ese cuerpo de elite –y la ausencia de escrúpulos del presidente filipino, Rodrigo Duterte, cuando se trata de reprimir– introduce un matiz sustancial con la situación que prevalecía en Medio Oriente en 2013, cuando los jihadistas empezaron su gran ofensiva. A diferencia de Siria e Irak, EI encontrará la fuerte oposición armada con especialistas entrenados en lucha anti guerrillera.
4 Disputa en el Mar del Sur de China
El Mar del Sur de China será una de las marmitas geopolíticas del planeta en 2018. China, Brunei, Malasia, Filipinas, Taiwán y Vietnam reivindican las islas de ese mar interno del Pacífico, sobre todo los archipiélagos Paracelso y Spratly.
Esas dos posiciones controlan la navegación en sus 3,5 millones de km2 de superficie –un tercio más que el Mediterráneo–, por el cual circulan 5 billones de dólares en mercancías por año (casi 40% del comercio marítimo mundial). Sobre ese total, 1,5 billones se dirigen o provienen de Estados Unidos. Sus aguas producen 12% de las capturas mundiales de pesca y cobijan reservas de gas y petróleo de vital importancia para los 620 millones de habitantes del sudeste asiático.
La situación se agravó en los últimos años cuando China extendió artificialmente el arrecife Mischief, en las Spratly, para instalar una base militar de primera importancia, defendida con misiles, helicópteros y una flota de 31 unidades. La tensión permanente que vive esa zona puede precipitar una explosión política.
5 En Afganistán, el desafío talibán
La jihad se recalienta en Afganistán. Durante su gestión, Barack Obama acordó el retiro de las tropas de combate norteamericanas del país. Pero su sucesor, Donald Trump, no sólo las mantiene, sino que promete aumentarlas ante el avance talibán, que controla ya una cuarta parte del territorio y multiplicó sus atentados.
El castigado país asiático sufrió todo tipo de violencia durante este año. En abril, Estados Unidos arrojó la llamada “madre de todas las bombas” sobre lo que se suponía era un bastión de Estado Islámico (EI). “Fue un éxito y estoy orgulloso”, dijo Trump. Un mes después llegó la réplica con el peor atentado terrorista en 15 años, que se cobró la vida de más de 100 personas en la llamada “zona de seguridad” de Kabul.
Los intentos del gobierno afgano por llegar a un acuerdo de paz con los talibanes fracasaron. En un futuro próximo les presentará un programa de negociaciones, pero la crisis se extiende. Trump anuncia para el año próximo una nueva estrategia con mayor presencia militar y una guerra que promete recrudecer.