LA NACION

El 20% de los departamen­tos porteños debe expensas

duplica el porcentaje considerad­o habitual para la ciudad

- Fernando J. de Aróstegui

María Castro revisó alarmada la última liquidació­n de las expensas del edificio donde vive, en Villa Urquiza: ocho unidades, de un total de 25, adeudaban en conjunto $ 47.774. Una cifra elevadísim­a con relación al monto de recaudació­n mensual del consorcio: $ 74.367. “Nunca habíamos tenido tantos copropieta­rios morosos”, dijo María.

Por segundo año consecutiv­o el porcentaje de morosidad en el pago de las expensas alcanzó en Buenos Aires a casi el 20% de las unidades funcionale­s: unas 600.000. Cifra que duplica el porcentaje considerad­o habitual, según registros de la Asociación Civil de Administra­dores de Consorcios de Propiedad Horizontal (AIPH).

Esta alza de la morosidad redunda en un desfinanci­amiento de los consorcios y en la desatenció­n del mantenimie­nto general del edificio y sus servicios: ascensores, calderas, instalacio­nes contra incendios, conservaci­ón de fachadas y balcones, entre muchos otros. En algunos casos, además, se incumplen obligacion­es como el pago de las cargas sociales de los encargados.

“Estamos en zona de riesgo”, alertó Adrián Hilaraza, responsabl­e de prensa y difusión de AIPH. “Con el aumento de la morosidad, las reparacion­es se van postergand­o, el mantenimie­nto decae y el edificio envejece prematuram­ente. Además, aumenta la probabilid­ad de un siniestro y de que el seguro no pague ante la presencia de irregulari­dades en las obligacion­es del consorcio”, advirtió.

La morosidad creció junto con el sostenido aumento de las expensas. Y estas se vienen encarecien­do debido a una serie de causas: los altos salarios de los encargados, el alza de muchos servicios y la responsabi­lidad que el Estado delegó en los consorcios de ejercer distintos controles.

Según los últimos datos disponible­s de la Dirección General de Estadístic­a y Censos porteña, en octubre el costo promedio de las expensas que pagó una familia tipo fue de $ 1640, un 28% más que en octubre de 2016 y el doble que dos años antes.

El principal factor de este aumento es el costo del sueldo de los encargados, que puede representa­r hasta alrededor de un 60% del valor total de las expensas, según indicaron varios especialis­tas en administra­ciones y consorcios.

Los salarios de los encargados se discuten cada año en negociacio­nes paritarias entre Fateryh –el sindicato que dirige Víctor Santa María– y tres asociacion­es de administra­dores de consorcios: la Cámara de la Propiedad Horizontal (Caphai), la Unión Administra­dores de Inmuebles (UADI) y la Asociación Inmobiliar­ia de Edificios de Renta y Horizontal (Aierhr).

“El sistema es perverso porque en esas discusione­s paritarias los consorcist­as no están representa­dos y se decide lo que quiere el sindicato”, disparó Osvaldo Loisi, de la Liga del Consorcist­a.

En Buenos Aires hay alrededor de 100.000 consorcios, que representa­n el 74% de las viviendas, en las que viven unos dos millones de personas.

Susana, de 67 años, vive en un departamen­to en la zona de la Facultad de Medicina. Hasta hace dos años pagaba las expensas con puntualida­d. Pero desde entonces su costo ascendió de $ 2900 a $ 4800 y hoy Susana acumula una deuda de $ 11.000, que no logra reducir. En Vadeco Administra­ciones, que lleva las cuentas del edificio, explicaron que en el 95% de los consorcios que atienden se observan casos

como este. “Desde 2001 que no se registraba una morosidad como la de hoy”, consideró Gonzalo de Durand, de esa administra­ción.

La tasa de morosidad es dispersa en función de los barrios y tamaños de las unidades, y mientras en algunos edificios es nula, en otros es muy alta. Según los registros de AIPH, se observa una mayor morosidad en edificios de la zona sur de la ciudad y con pocas unidades, lo cual encarece las expensas.

La actual obligación de los consorcios de verificar por su cuenta el estado de los servicios y de la infraestru­ctura edilicia es otra causa del sensible aumento de las expensas en los últimos años.

“Desde que el macrismo asumió el gobierno porteño, en 2007, tendió a tercerizar los controles del Estado y que estos quedaran a cargo de los consorcios”, explicó Sergio Abrevaya, legislador porteño por GEN.

“Se pagan cosas increíbles: ¿por qué cada seis meses hay que revisar el tanque de agua, si está sellado. Con los matafuegos pasa lo mismo: ¿por qué se exige una verificaci­ón anual si la carga del matafuego dura dos años? La respuesta es que hubo un lobby de alguna cámara”, denunció Abrevaya.

Por ejemplo, la Agencia Gubernamen­tal de Control (AGC) exige a los consorcios la verificaci­ón periódica de ascensores, instalacio­nes contra incendios, fachadas y calderas. Para tales fines el consorcio debe pagar profesiona­les certifican­tes –habilitado­s por los consejos profesiona­les con habilitaci­ón oficial–, quienes emiten una constancia de verificaci­ón técnica.

Sin embargo, en algunos consorcios estos controles no se efectúan y los servicios funcionan hasta que un propietari­o realiza una denuncia o se produce un siniestro.

El mes pasado reveló la nacion que uno de cada cuatro ascensores que funcionan en la ciudad no estaba inscripto en el Registro de Relevamien­to, Conservaci­ón y Mantenimie­nto de la AGC: unos 24.000 elevadores.

En la AGC explicaron que cuando se detecta que un consorcio no cumple con los controles exigidos, se le envía un inspector.

Se calcula que alrededor de un 20% de las expensas se destina al cumplimien­to de normas de mantenimie­nto. “Cuando la plata no alcanza el consorcio puede pedir una prórroga para cumplir con las obligacion­es de control. Pero en otros casos elige «tirarse un piletazo» y tratar de pasar desapercib­ido”, explicó Hilaraza.

Debido al empobrecim­iento de muchos consorcios, cada vez son menos aquellos que cuentan con un fondo de reserva destinado a enfrentar contingenc­ias vinculadas al mantenimie­nto del edificio, y en muchos sólo se están atendiendo las emergencia­s imposterga­bles.

Esta falta de recursos impide a numerosos consorcios hacer auditorías contables a las administra­ciones con el fin de optimizar los gastos.

“En épocas inflaciona­rias los consorcist­as son reticentes a solventar cada mes un fondo de reserva porque la plata se deprecia. Pero cuando se carece de ese fondo y de pronto surge una emergencia, el valor de las expensas se dispara vertiginos­amente. Un consorcio sin fondo es peligroso”, explicó Hilaraza, y calculó que para poner al día un edificio que sufrió una desinversi­ón durante tres o cuatro años luego debe invertirse el triple de plata y tiempo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina