LA NACION

La austeridad de Rohani pega en el bolsillo y socava el poder reformista

- Eric Randolph

Apesar de las consignas antirrégim­en que corean los manifestan­tes iraníes, los expertos consideran que el actual movimiento de protesta en Irán es fruto del mismo sentimient­o de ira que ya hizo temblar a otros países golpeados por la austeridad.

“Lo que hace que los iraníes salgan a la calle son los problemas económicos cotidianos, la frustració­n ante la falta de empleo, la incertidum­bre sobre el futuro de sus hijos”, explica Esfandyar Batmanghel­idj, fundador del Europe Iran Business Forum.

Según este experto, los incidentes de los últimos días surgieron por las medidas de austeridad adoptadas por el presidente Hassan Rohani desde su llegada al poder, en 2013, como las reduccione­s en los presupuest­os sociales o el alza de los precios de los combustibl­es anunciadas hace unas semanas.

“Para Rohani es difícil hacer aprobar los presupuest­os de austeridad, pero se trata de medidas necesarias frente a la inflación y los problemas de divisas y para intentar mejorar el atractivo de Irán para los inversores”, afirma Batmanghel­idj.

Sin embargo, “tras un período de sanciones muy difíciles, la austeridad solo puede mermar la paciencia de la gente”.

Las manifestac­iones estallaron el jueves pasado en Mashhad, segunda ciudad de Irán, antes de extenderse al resto del país.

Consignas como “¡Muerte al dictador!” y ataques contra los símbolos del régimen dieron a las manifestac­iones, las más importante­s desde 2009, un aire de revolución.

Algunos también sospechan que los conservado­res, rivales de la corriente moderada a la que pertenece Rohani, quieren sabotear la política económica del gobierno, a riesgo de desencaden­ar un movimiento más difícil de controlar.

“Existen pruebas, especialme­nte en Mashad, de que las manifestac­iones fueron organizada­s para marcar puntos políticos”, declaró a la agencia iraní Tasnim Amir Mohebbian, un experto asentado en Teherán.

Sin embargo, la ira surgida por la situación económica es palpable desde hace años y dominó las últimas elecciones, en mayo. En las últimas semanas, la agencia ILNA, vinculada con los sindicatos, informó principalm­ente de protestas de varios cientos de empleados del sector petrolero por retrasos de los pagos, así como de fabricante­s de tractores en Tabriz contra el cierre de su fábrica.

La furia fue en aumento con el derrumbe de empresas de crédito que afectó a millones de inversores.

Estas empresas se multiplica­ron bajo la presidenci­a de Mahmoud Ahmadineja­d y se desplomaro­n cuando explotó la burbuja inmobiliar­ia.

“No me sorprenden estas manifestac­iones. En los dos últimos años vimos un desfile en las calles contra los bancos y las sociedades de crédito”, recuerda el politólogo Mojtaba Mousavi, residente en Teherán.

“Muchos de estos manifestan­tes pertenecen a la clase media, que perdió muchos de sus haberes”, asegura.

A pesar de las causas económicas, las quejas sobre las restriccio­nes a las libertades civiles siguen vigentes.

Algunos expertos dudan de que las manifestac­iones puedan ser una seria amenaza para el régimen y consideran que no parece que obedezcan a una organizaci­ón clara.

Las protestas políticas se consideran una suerte para el régimen. “El sistema prefiere las manifestac­iones políticas que las económicas porque son más fáciles de controlar”, concluye Mousavi.

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