La sucesión de Khamenei, tema tabú
Nadie puede predecir en qué concluirá el reclamo de miles de iraníes que piden la caída del gobierno y la renuncia del líder supremo del estado teocrático. Pero sobre el ayatolá Alí Khamenei pende una amenaza mucho más ineludible: su avanzada edad y frágil estado de salud.
Más que en el eventual cambio de rumbo del presidente Hassan Rohani, el futuro se juega en un tema hoy tabú, la designación de un nuevo líder supremo, una posibilidad cercana si no por motivos políticos, al menos por los biológicos.
Nada de lo que ocurrió en Irán en los últimos 28 años estuvo fuera del control de Khamenei, sucesor del fundador de la república islámica Ruhollah Khomeini.
En la división de poderes de esta teocracia, el líder supremo (un jurista experto del islam chiita) es la autoridad máxima: comandante de las fuerzas armadas, encargado de delinear la política exterior, designar al jefe del Poder Judicial y los directores de los medios públicos. El presidente Rohani, reelegido en mayo por otros cuatro años, se ocupa de la administración de la vida cotidiana bajo los lineamientos del líder.
¿Qué dirección podría tomar entonces Irán tras el eventual relevo del líder de 77 años, aquejado de cáncer de próstata? ¿Hay posibilidades de un cambio de rumbo? ¿Quiénes son los candidatos a la sucesión?
Más allá del turbulento clima político actual, normalmente el proceso de elección queda a cargo de una asamblea de 88 expertos islámicos chiitas. Es un procedimiento totalmente secreto, similar a un cónclave cardenalicio, “pero hay algunas pistas sobre los consensos actuales en la asamblea que se reúne periódicamente”, explicó a Uzi Rabi, la NacioN del Centro de Estudios Iraníes de la Universidad de Tel Aviv.
“Con Khamenei se termina la generación de revolucionarios coetáneos de Khomeini. Por eso hay acuerdo en que el próximo líder debe ser alguien joven como para asegurar el comienzo de una nueva etapa”, explicó Rabi. En cuanto a los lineamientos ideológicos, la totalidad de los miembros de la asamblea fueron designados por Khamenei, así que no se puede esperar un cambio drástico. “Tal vez puede haber un mayor pragmatismo y no tanto dogmatismo”, agregó Rabi. En este sentido, alguien con muchas posibilidades de ser elegido es el ex candidato presidencial ayatolá Ebrahim Raisi, de 56 años.
El experto israelí consideró que la postulación presidencial de Raisi (que obtuvo el 38% de los votos frente al 57% de Rohani) fue precisamente un intento de los conservadores de darle credenciales políticas a este clérigo, un camino similar al que recorrió el propio Khamenei, que fue presidente entre 1981 y 1989.
Por otra parte, las protestas de estos días no comenzaron en cualquier parte, sino en la ciudad de Mashad, en el nordeste del país, cerca de la frontera con Turkmenistán. La ciudad, de tres millones de habitantes, es uno de los siete lugares sagrados del islam chiita y precisamente la ciudad natal de Raisi.
Pero son varios los candidatos que se mencionan, siempre entre los conservadores. Por ejemplo, quien desde hace ocho años es el jefe del sistema judicial iraní, ayatolá Amoli Larijani, de 56 años.
En la única mención implícita a la designación de su probable sucesor, Khamenei dijo hace dos años: “Las bases de la revolución y del pensamiento revolucionario deben ser tan fuertes que la vida y la muerte de tal persona no influyan en el movimiento revolucionario”.
Todo hace pensar entonces que el actual líder supremo ya tiene in pectore el nombre de su sucesor y dejará todas las cuentas arregladas para poder seguir marcando el rumbo del país, incluso cuando la política o la salud lo alejen del cargo.