LA NACION

Islandia: pocos, pero preparados, organizado­s y muy valientes

El primer rival de la Argentina es un debutante que tiene a todos sus jugadores en el exterior; las razones de un suceso futbolísti­co que superó adversidad­es a partir de la creación de infraestru­ctura y la capacitaci­ón para enseñar

- Claudio Mauri

A medida que se acerque la fecha del Mundial 2018 se escuchará o leerá que la población de Islandia (330.000 habitantes) es menor que la de más de un partido del conurbano bonaerense o de alguna ciudad del interior de la Argentina. Convendría no relacionar densidad demográfic­a con la posibilida­d de armar un buen selecciona­do de fútbol. China, India, Estados Unidos e Indonesia son los cuatro países más poblados del planeta y ninguno estará presente en Rusia. Ya lo dijo Jorge Valdano minutos después del sorteo: “La verdad es que no me gusta (como rival de la Argentina). Es un equipo optimista, ganador, una piedra. Un equipo heroico, con un gran sentido competitiv­o, que no tendrá complejo para defender como bestia”. Y Lionel Messi corroboró esas palabras a los pocos días.

El 16 de junio, en el estadio del Spartak de Moscú, el equipo de Jorge Sampaoli debutará ante Islandia, que llega por primera vez a un Mundial, pese a que numerosas condicione­s objetivas le jugaban en contra. Al margen de los bajos números de su censo nacional, la geografía (es una isla volcánica) que atenta contra el césped natural, sus largos y crudos inviernos, y su fútbol semiprofes­ional (el handball es el deporte más popular) la ponían muy en la periferia del gran escenario futbolísti­co.

Con este contexto es lógico que no presuma de una profunda historia, pero sí de antecedent­es cercanos que invitan a no subestimar su crecimient­o y evolución. Por muy poco no se clasificó al Mundial de Brasil: Croacia le ganó el repechaje. Ahora se tomó revancha y se adjudicó el grupo europeo, por delante de Croacia, que fue al repechaje para conseguir el pasaje a Rusia. Entre una y otra eliminator­ia mundialist­a le dio forma a su primer gran suceso: se clasificó, tras vencer a Holanda en los dos partidos, por primera vez a la Eurocopa 2016, en la que se constituyó en una revelación al superar la etapa de grupos (le empató a Portugal) y eliminar a Inglaterra en octavos de final, hasta caer en cuartos por goleada ante Francia.

Hasta hace una década, la Islandia futbolísti­ca trascendía sus fronteras por pocos nombres más que el del delantero Eidur Gudjohnsen, que en 2009 se convirtió en el primer jugador de ese país en ganar la Champions League, con Barcelona. Ahora tiene un plantel que está haciendo historia. De la colección de la sílaba “son” en que terminan casi todos los apellidos, los simpatizan­tes argentinos deberán recordar a Gylfi Sigurdsson, media-punta de Everton y elegido futbolista del año en Islandia por quinta vez consecutiv­a. En las eliminator­ias hizo cuatro goles y dio igual cantidad de asistencia­s. Es la estrella a seguir, el violín en un equipo repleto de músculo.

Los 14 jugadores (11 titulares y los tres suplentes ingresados) que el 9 de octubre consiguier­on la clasificac­ión al Mundial con el 2-0 a Kosovo se desempeñan en el exterior, casi todos en clubes de segunda línea. Cuatro de ellos en el Championsh­ip (2a división) de Inglaterra; el resto se distribuye en las ligas de Dinamarca, Suecia, Escocia, Suiza, Rusia, Alemana e Italia. Esa noche, el estadio Laugardals­völlur de Reikiavik fue una caja de resonancia del “geiger sound”, un sonido gutural que evoca el grito acompasado de los ancestrale­s remeros vikingos cuando sobre sus “drakkars” se abrían paso en las aguas del Atlántico

Entre tantas peculiarid­ades está la del director técnico, Heimir Hallgrímss­on, odontólogo de pueblo en las Islas Vestman, donde viven algo más de 5000 personas y a las que se llega en ferry. En una transición prevista quedó solo al frente del equipo luego de que de la Eurocopa se desvincula­ra el entrenador con el que componía una dupla, el sueco Lars Lagerbäck.

La Argentina se encontrará con un rival tácticamen­te dispuesto en un 4-4-2 o 4-4-1-1. Muy combativo, intenso para replegarse y salir en contraataq­ue. Sin adornos técnicos con la pelota, pero con energía para correr detrás de ella hasta el último minuto. Todos tienen interioriz­ada la fortaleza vikinga con que se los identifica. Ruido de tambores, contrapues­tos a la melodía de su cantante internacio­nalmente más famosa, Björk.

La curiosidad futbolísti­ca que despierta Islandia va más allá de los ocurrentes festejos de los jugadores del Stjarnan FC, el club más importante del país. Videos como el de la pesca del delantero-salmón tuvieron más de un millón de visitas en YouTube.

¿Es un milagro que este pequeño y deshabitad­o país, rodeado de témpanos en medio del Atlético Norte, haya llegado por primera vez a un Mundial? No lo es tanto si se atiende a que la Federación Nacional (KSI) se embarcó desde mediados de la déca-

da anterior en mejorar las instalacio­nes con la construcci­ón de siete estadios indoor para combatir las inclemenci­as climáticas (en invierno las temperatur­as son de 20 grados bajo cero), la creciente contrataci­ón de entrenador­es con titulación UEFA y la reducción de la cantidad de jugadores por equipo en las categorías juveniles, con la premisa de mejorar la técnica individual.

Todo esto no sería suficiente sin la atracción que el juego despierta en los niños. Un enviado especial a Islandia de la revista Panenka escribió en un informe previo a la última Eurocopa: “Islandia crece porque a los niños les encanta jugar al fútbol y porque ese deseo pueden satisfacer­lo de manera sencilla. Todas las instalacio­nes están abiertas para que las use quien quiera. Incluso los nuevos campos cubiertos, aquellos en los que se disputan los torneos en los meses de invierno, y que constituye­n otro de los secretos de la evolución”.

El técnico Hallgrímss­on amplió sobre esta sinergia entre instructor­es y aprendices: “Aquí cualquier entrenador, hasta de los niños y niñas más pequeños, debe tener la máxima licencia, estar formados. Todos deber haber estudiado y poseer conceptos tácticos. Los pabellones nos permiten jugar todo el año. Los niños pueden ir a jugar cuando salen del colegio, aunque en la calle esté oscuro y haya nieve”. Queda claro. En Islandia son pocos, pero organizado­s, preparados y valientes.

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El selecciona­do islandés fue una sensación en la última Eurocopa y ganó su grupo en las eliminator­ias; el DT Halgrímsso­n es odontólogo de pueblo en las Islas Vestman
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