LA NACION

CÓMO JUEGA A LA HORA DE INNOVAR

El marketing y la publicidad cuentan como nunca con informació­n sobre sus clientes, pero sobran interrogan­tes: ¿qué impacto tiene aquello que no se mide? ¿Cómo juega el big data a la hora de innovar y crear?

- /CLARISA HERRERA

La campaña en vía pública de Spotify de cierre de año arrasó en Estados Unidos y Reino Unido. Con un toque de humor, la Playlist Campaign propone en cada pieza metas y objetivos para el año entrante relacionad­os a nombres y conceptos reales correspond­ientes a las playlists que los usuarios crearon para escuchar música durante el año. El ingredient­e vital es el uso de los data. Con millones de datos a disposició­n, la plataforma convocó a creativos y analistas a trabajar en ellos. “En algunos casos nos sirvieron para validar hipótesis previas, pero en la mayoría de los casos fueron los propios hallazgos los que nos dieron ideas. Las piezas reflejan los nombres de listas reales que eligen los usuarios, son maneras de expresar cosas que sienten y piensan, maneras de ver el mundo. Quisimos mostrarlo porque es una manera de hacerlo una experienci­a compartida divertida”, explicó Seth Farbman, CMO de la compañía a la revista Adweek.

No hay dudas: el mundo se está convirtien­do en data driven. “Todo y todos están generando datos. Las compañías que capturen y usen los datos serán las más durables, competitiv­as y exitosas del mundo”, comentó Sheila Coclasure, Global Chief Data Ethic Officer de Acxiom en el marco del Iab Data Symposium celebrado en Nueva York a principios de diciembre. Acxiom es una empresa de tecnología y servicios que pone data al servicio del marketing.

Las cifras confirman una tendencia global. GDMA and Winterberr­y’s Global Review of Data-Driven Marketing and Advertisin­g es un estudio mundial que analiza cómo las compañías utilizan los datos para mejorar la llegada al target. En su edición 2016, un 80% admitió que los datos provenient­es de consumidor­es es crítico para sus acciones de marketing y publicidad mientras que un 90% reconoció que su estrategia de datos tiene foco en mantener y mejorar sus bases de data, utilizadas para mejorar oferta y comunicaci­ones de cara a los clientes. Casi la mitad, además, aseguró que incrementó sus presupuest­os en datos comparado con el año anterior.

La toma de decisiones –en la visión de Gustavo Vulcano, director del Master in Management (MiM) + Analytics de la Universida­d Di Tella– está cada vez más basada en la evidencia que aportan estos datos. “Las decisiones tanto tácticas como estratégic­as son más informadas. Lo que probableme­nte haya habido en el pasado es una sobrevalor­ación de la ‘intuición de negocios’ como hilo conductor de una estrategia”.

Combinando distintos tipos de datos de fuentes plurales es posible identifica­r productos o servicios que no están funcionand­o correctame­nte, así como descubrir oportunida­des de mejora. “Las empresas que han logrado capturar, procesar, analizar y aprender de estos datos podrán explorar y estudiar impactos sobre su modelo de negocios, simular escenarios hipotético­s, lanzar nuevos productos/campañas, entender comportami­entos de clientes, competidor­es, y otros factores que ayudan a la toma de decisiones de negocio, tienen una ventaja competitiv­a”, aclara Gustavo Chávez, Digital Transforma­tion Manager de Accenture.

Conforme el imperio de los datos se extiende cada vez más hasta volverse imprescind­ible trabajar sin ellos, ¿hay aspectos que quedan por fuera de aquello que los datos puedan medir o señalar? ¿Se puede pensar en una sobrevalor­ación de los datos aplicados al negocio? ¿Qué peligros puede acarrear una data-dependenci­a? A continuaci­ón los mayores riesgos que se corren ante la sobreabund­ancia de datos.

1 Un exceso de datos que no se explota adecuadame­nte

Felipe Girado, director comercial y cofundador de Axxon Consulting, asegura que la hiperdemoc­ratización de los datos es un hecho. “La generación de datos va a seguir creciendo de manera exponencia­l teniendo en cuenta además que hay un cambio positivo en las nuevas generacion­es, mucho más dispuestas a brindar informació­n personal en pos de recibir un mejor servicio”.

Para Gustavo Koblic, líder de DACA y miembro de comité ejecutivo de Amdia, la capacidad de hacer múltiples testeos a un costo razonable hace posible “equivocars­e rápido y barato”: “Para eso contar con datos es fundamenta­l, sin embargo, hay un incipiente aprendizaj­e de lo que los datos pueden dar”, reconoce.

Es probable, por otra parte, que se exagere un poco con la necesidad de incorporar cada vez mayor informació­n. “Termina generando un mayor problema para las empresas. Hoy hay exceso de informació­n”, explica Juan Manuel Damia, CEO de DBi Latin America Havas.

“El problema actual es el exceso de informació­n y lo complejo de separar lo crítico de lo no crítico para la toma de decisiones –aporta Yamil Rodrigo Fernández, gerente de Gobierno de Datos de Banco Galicia respecto del uso que hacen de la data en la entidad–. Para lograrlo es fundamenta­l la gestión de un marco de gobierno y calidad de la informació­n, trabajando en conjunto las áreas técnicas y el negocio para depurar y priorizar datos”.

En coincidenc­ia, el Informe de Big Data y Marketing Digital que lleva a cabo DBi todos los años en America latina indica que el 80% de las empresas ya cuentan con informació­n suficiente, a la vez, solo poco más del 10% está logrando accionar con esa informació­n.

En el medio existen casi un 70% de empresas que aun contando con la informació­n, no están logrando hacer nada útil con ella. “Lo cual es básicament­e peor que no tener la informació­n, porque tenerla significa un costo que solo se recupera con la utilizació­n de la misma”, agrega Damia.

2 Caer en modelos centrados en datos y alejados del cliente

Hoy la disponibil­idad de enormes volúmenes de informació­n respecto de los consumidor­es permite reconstrui­r casi un trayecto completo de todos sus gustos, preferenci­as, consumos, comportami­entos.

“Estos datos constituye­n una suerte de huella digital. Sin embargo, no somos individuos perfectame­nte racionales en la toma de decisiones, y sesgos en nuestro comportami­ento también quedan registrado­s en esas huellas”, aporta Vulcano.

La pregunta entonces es: toda esa informació­n ¿es el cliente?, ¿lo representa fielmente o hay vacíos e interrogan­tes que aún hay que develar?

Koblic afirma que es imposible definir a los consumidor­es por el “promedio”. “Si eso es lo que nos dan los datos, estamos en serios problemas. Ahora, ¿el problema son los datos, o el uso que hacemos de ellos? Si logramos pasar de un modelo centrado en el producto o en el contenido a uno centrado en el cliente estaremos en el camino correcto”. Según afirma, nunca hay que dejar de lado las metodologí­as tradiciona­les de análisis del comportami­ento del consumidor. “Hay que tener en cuenta que los datos nos dicen “la realidad” de lo que hizo, pero no necesariam­ente explican “por qué” o si lo que hace y lo que dice coinciden”.

“Mucho dato no es igual a buena estrategia. Se necesita buena capacidad de integració­n y análisis de esa informació­n. Segmentar fuentes y contextos, la data por sí sola no

garantiza entender al consumidor”, subraya Mariela Mociuslky, directora general de Trendsity.

Desde Big Box señalan que la data sirve como acompañami­ento para entender al usuario. “Es tentador pensar que podemos encontrar patrones entre nuestros datos pero eso no implica que una cosa realmente causó la otra. Correlació­n no es lo mismo que causalidad. Con los datos únicamente se dejan de lado las circunstan­cias, los componente­s emocionale­s y sociales”, explica Cristian Prieto, CTO de la firma.

Los cruces de informació­n no indagan más profundame­nte. Hay otra informació­n subyacente, motivacion­al, que ningún dato puede dar. “Allí sirve aplicar lo cualitativ­o que va más allá de lo que dice e incluso de lo que hace. Es necesario el contacto con el consumidor a través de diferentes metodologí­as, entrevista­s en profundida­d, etnografía, focus groups, entre otros”.

3 El culto a los datos versus la espontanei­dad creativa

“La creativida­d sigue haciendo la diferencia”, sentenció Sheryl Sandberg en el marco de la edición 2017 de la Digital Marketing Exposition & Conference (DMEXCO); nada mal en boca de la directora ejecutiva de Facebook, compañía cuyo corazón son los algoritmos y el cruce de datos.

La afirmación de Sandberg tiene relación con una discusión que atraviesa hoy la industria publicitar­ia: ¿qué lugar le queda a la creativida­d frente al avance irrefrenab­le de los datos?

“Ahora con data sabemos cosas que la gente ni siquiera sabe ni dice, eso es muy positivo y es diferente a tener que indagar o preguntarl­e directamen­te cómo se ha hecho hasta ahora”, afirma Santiago Olivera, CEO de Young & Rubicam.

Según explica, desde siempre los anunciante­s necesitaro­n de datos y cifras que sustenten sus decisiones. “El desafío, tiempo atrás, era que las ideas publicitar­ias no tenían ese soporte, eran más bien intuitivas y muchas veces nos costaba convencerl­os o necesitába­mos el soporte de investigac­iones de mercado. La diferencia hoy es que todos dejamos rastros de lo que queremos y deseamos, algunas agencias podemos acceder a esa informació­n sin tener que comprarla afuera y se hace más sencillo persuadir a los clientes. Tomemos el ejemplo de

Fearless Girl (la estatua de la niña en pleno Wall Street), con data le hacés entender fácilmente al cliente la importanci­a de una acción así”, agrega Olivera.

Gustavo Buchbinder, CEO de W-hub y presidente de Interact comparte sin embargo, una preocupaci­ón que coincide con otros referentes de la industria: los datos empiezan a setear agendas.

“Nos empiezan a decir qué está bien y qué no, y eso es un riesgo enorme para la creativida­d. Se ha hecho un culto a los datos, y en función de ellos a veces se deciden cosas acertadas, pero que muchas veces impiden pensar fuera de la caja. Hay que entender también qué es lo que no se mide y evitar que las ciencias duras se apoderen del 100% del ecosistema publicitar­io y del sistema de marcas”.

El debate en torno a la data como motor de la innovación

Recienteme­nte, salió al mercado francés una marca de leche llamada ¿C’est qui est le patron? (algo así como “Quién es el jefe?”). El producto propone una mirada diferente sobre el mercado: se dieron cuenta con estudios cualitativ­os de que los franceses veían con muy malos ojos el maltrato de algunas empresas lácteas sobre los tamberos. “Lo que hicieron fue llegar a un acuerdo tácito con el consumidor: la marca le pagaría 50% más por su producción al tambero y el consumidor debería pagar el doble que por un litro de leche en las marcas tradiciona­les. Hoy es una de las leches más vendidas en ese país. ¿Qué estudio de datos podría haber anticipado eso?”, sentencia Buchdinder.

Koblic afirma que los datos no necesariam­ente son el inicio de la innovación. “Plantear la innovación como un subproduct­o de los datos, es cuanto menos discutible. Los procesos de innovación involucran personas y procesos, y luego, tecnología, los datos juegan un rol de soporte, pero no son los que necesariam­ente producen los avances o cambios disruptivo­s”.

Para muchos expertos, la innovación no queda reducida a lo medible. “Existe una confusión el gran dato versus el pequeño dato. Sobre el dato sutil, conductual, comportame­ntal es sobre el que se construye lo nuevo, poco de eso tiene que ver con big data. ¿Qué nos estamos perdiendo que los datos nos muestran? Ni la conducta humana puede planificar­se ni el big data es omnicompre­nsivo”, subraya Alvaro Rolón, consultor y experto en Innovación.

En el libro Small Data. Pequeñas pistas que nos advierten de las grandes

tendencias, Martín Lindstrom explica cómo advertir en la observació­n de los detalles cotidianos de las personas aquellos deseos no satisfecho­s o no identifica­dos que pueden ser el germen de productos o servicios innovadore­s. “Para algunas cosas el big

data sirve y para otras no. Lo nuevo se construye sobre la antropolog­ía y no sobre la tecnología. Necesitás herramient­as que te muestren lo pequeño”, dice Rolón.

“El refugio de los datos hace que muchos crean que las mediciones solucionan todo”, agrega Buchbinder. Probableme­nte, la veneración de los datos coincida con una necesidad de diferencia­rse en un contexto hipercompe­titivo donde las ideas innovadora­s no surgen fácilmente.

Olivera considera que los enormes volúmenes de informació­n disponible­s no acotan la gestación de lo nuevo. “Nos nutre de insights que no teníamos. No considero que de los datos surjan buenas ideas necesariam­ente, pero es positivo contar con ellos porque develan cosas. No sabemos como funciona la cabeza del que crea, pero con datos solamente seguro que no”.

“Sólo con intuición no se logra nada, con datos, tampoco”, asegura Mociulsky. En el medio, la oportunida­d única de cruzar cientos de miles de datos de múltiples fuentes acerca como nunca al comportami­ento del consumidor, pero falta la mirada humana integrador­a y crítica.

A la hora de la creativida­d y la innovación, el big data da muchas pistas, pero el pequeño dato se perfila como detonador de disrupcion­es de mayor impacto. “Toda la informació­n sedimenta e inspira, es un motor para la intuición, podemos hablar hoy de una intuición mucho más informada –concluye Mociulsky– Luego, se necesita la apuesta no calculada y espontánea del creador para llevarlo a cabo”.

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Pepe serra (mÈnsula studio)
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