LA NACION

La juventud, otro catalizado­r para democratiz­ar el país

- Leonid Bershidsky

En un país tan represivo como Irán, es difícil calibrar hacia dónde conducen las actuales protestas que se dan en todo el país. Pero una audaz teoría que predijo la reciente transición democrátic­a de Túnez tal vez puede ofrecer algunas pistas.

En 2008, el demógrafo norteameri­cano Richard Cincotta predijo que Túnez –por entonces sometido a un régimen totalitari­o– probableme­nte se democratiz­aría antes de 2020 debido a la conformaci­ón etaria de su población. Cuando Cincotta divulgó su predicción, el público estalló en carcajadas.

Actualment­e, Túnez es el único caso exitoso de la seguidilla de revolucion­es de la “primavera árabe”, que arrancó allí en 2010. El país está clasificad­o como “libre” por la agencia Freedom House, cuyo sistema de calificaci­ones utiliza Cincotta en sus análisis.

El motivo por el que Cincotta eligió Túnez de entre sus vecinos regionales era que gracias a una tasa de fertilidad sostenida y cercana al nivel de sustitució­n, la población de mediana edad de Túnez estaba aumentando rápidament­e, con lo cual el país estaba ascendiend­o en la escala de estructura etaria de Cincotta. Esa escala tiene cuatro niveles: jóvenes (menos de 25 años promedio), intermedio­s (menos de 35), maduros (menos de 45) y posmaduros (más de 45).

En los países “jóvenes” con altas tasas de natalidad, las escuelas suelen estar atestadas, la inversión pública por alumno es baja y la competenci­a por los puestos de trabajo entre los jóvenes es muy intensa. Eso aumenta la tendencia a las protestas y potencia las chances de una revolución. Según Cincotta, la probabilid­ad de que un régimen que controla a una población de una edad promedio de 15 años no tenga conflictos civiles es de alrededor del 60%. Ese porcentaje trepa al 80% si la edad promedio es de 27 años, y la posibilida­d de conflicto se vuelve remota o prácticame­nte impensable cuando la mitad de la población es mayor a 40 años.

Sin embargo, cuando un país está en la fase juvenil es altamente improbable que un levantamie­nto desemboque en un proceso de democratiz­ación sustentabl­e. Cincotta ha demostrado que la mayoría de esos países vuelven al autoritari­smo, y eso podría explicar por qué la “primavera árabe” no terminó con la democratiz­ación de Egipto (edad promedio de 24 años), pero sí estableció una democracia funcional en Túnez (donde la edad promedio es de 32 años).

Actualment­e, los iraníes están envejecien­do. Gracias a las exitosas políticas de control de la natalidad de la década de 1980 (actualment­e lamentadas por los líderes religiosos del país), Irán está atravesand­o velozmente la fase de edad estructura­l intermedia, al igual que ocurrió en Túnez.

En su informe de 2017, Cincotta publicó sus modelos predictivo­s de la probabilid­ad de que ciertos países de Medio Oriente sean declarados “libres” por Freedom House durante el año que acaba de iniciarse. Irán es uno de los que encabezan esa lista.

Ese cambio, sin embargo, tal vez no llegue a través de una revolución. En un artículo publicado por el Carnegie Endowment en diciembre, pero antes del inicio de la ola de protestas, Cincotta y Karim Sadjadpour señalan: “A medida que la masa de jóvenes de Irán se disipe y aumente el número de iraníes de mediana edad, es probable que la población sea cada vez más reticente a correr riesgos y a enfrentars­e violentame­nte con el régimen”.

La dinámica de algunas de las actuales protestas deja entrever que esa predicción podría ser acertada. Los jóvenes sub-25 parecen ser el motor de las acciones contra el gobierno.

Pero los manifestan­tes son menos numerosos que en 2009, última vez que el régimen iraní enfrentó una fuerte resistenci­a interna, y además, la clase media de Teherán no se ha sumado a las marchas, por temor a la violencia y al caos. Y el discurso y la retórica del presidente Hassan Rohani son más bien conciliado­res. Rohani reconoció el derecho de la gente a protestar y la legitimida­d de sus demandas económicas, lo que implica que es probable que haga concesione­s y que promueva una liberaliza­ción parcial del país.

Aunque la teoría de Cincotta ha sido ninguneada por simplista y criticada por no suministra­r un corpus de pruebas causales sólido, su modelo es intuitivam­ente convincent­e: un país con una población joven tiene más posibilida­des relativas de cambio, y a medida que la población envejece y tiene más que perder, aumentan las probabilid­ad de que ese cambio sea buscado por métodos pacíficos y sustentabl­es. El statu quo de corrupción, represión y elevada desigualda­d social de Irán está tambaleand­o porque no se ajusta con la ventana de oportunida­d demográfic­a que tiene el país.

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