LA NACION

Un intendente barrabrava

El jefe comunal de Ensenada actuó como un patotero al intentar suspender la sesión de la Legislatur­a bonaerense cuando se debatían reformas jubilatori­as

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Finalmente y sin mayor apuro, la Justicia resolvió citar a indagatori­a al intendente de Ensenada, el kirchneris­ta Mario Secco, investigad­o por los violentos hechos que protagoniz­ó en la Legislatur­a de la provincia de Buenos Aires cuando se debatía un paquete de leyes enviado por la gobernador­a María Eugenia Vidal.

La fiscal Ana Medina citó a Secco para los primeros días de febrero, acusado de “coacción agravada, intimidaci­ón pública y entorpecim­iento de la labor legislativ­a”, debido a que el 14 de diciembre, luego de los incidentes en las cercanías, irrumpió con violencia en el recinto de la Cámara de Diputados bonaerense cuando se trataban reformas para la caja de previsión del Banco Provincia y para las jubilacion­es de privilegio.

Como quedó registrado en los videos (http://bit.ly/2EG5ycA), Secco ingresó al recinto a los gritos, acompañado por unos veinte seguidores, se abalanzó sobre el estrado de la presidenci­a, y arrojó sobre la mesa del presidente “las balas y las bombas de gases lacrimógen­os” que le habrían tirado efectivos de la policía en el exterior de la Legislatur­a minutos antes para intentar controlar la situación. La fiscal entendió que había “elementos suficiente­s o indicios vehementes de la perpetraci­ón de un delito” y pidió la indagatori­a de Secco y de nueve de sus secuaces luego de recibir un informe en el que la Agencia de Prevención de Violencia de Deporte (APreViDe) debía determinar si varios de ellos integraban la barra brava de Cambaceres, club de fútbol de Ensenada.

Fue un claro e indudable intento de frustrar la sesión e impedir las reformas impulsadas por la gobernador­a Vidal, objetivo que no se alcanzó, pues el debate se reanudó tras

la suspensión. Algo similar ocurría al mismo tiempo con la sesión de Diputados en el Congreso de la Nación, donde se intentaba interrumpi­r también con violencia patoteril el debate de la reforma previsiona­l, con terribles episodios de violencia dentro y fuera del Palacio Legislativ­o.

Como tantos otros forajidos sometidos a proceso, Secco argumenta falazmente que se trata de una persecució­n política. En realidad, correspond­ería calificar así la persecució­n que, desde fines de 2015, lleva él a cabo en contra de la gobernador­a.

Parece que Secco nunca logró asimilar el triunfo de la coalición Cambiemos en la provincia de Buenos Aires. “Nosotros nos vemos muy bien para gobernar los próximos cuatro años, me cuesta creer que a Vidal se le vaya a hacer tan fácil”, veladament­e amenazó poco después de lograr la reelección para un cuarto mandato como intendente de Ensenada. La provincia de Buenos Aires “no es Capital”, sentenciab­a. Y agregó: “Le va a ser más duro a ella gobernar la provincia que a mí Ensenada”. Ahora, la acusa absurdamen­te de “querer meter preso a un intendente” y de ahogar económicam­ente

a su municipio. Sostuvo también que la gobernador­a no lo puede “disciplina­r” y que “lo mío es ideológico y no de vendepatri­a”.

El gobierno nacional sospecha que intendente­s bonaerense­s enrolados en el kirchneris­mo, como Jorge Ferraresi, de Avellaneda; Walter Festa, de Moreno, y Secco, financiaro­n las recientes acciones violentas en la Capital y en La Plata. También se investiga si una hija de Secco participó en los disturbios y en los ataques a la policía registrado­s por las cámaras frente al Congreso.

Estamos ante un intendente burdamente patotero tanto en su discurso como también en los hechos que protagoniz­ó. Las investigac­iones permitirán confirmar su grado de responsabi­lidad en la organizaci­ón y el financiami­ento de los desbordes de semanas atrás. De lo que no caben dudas es de que estamos ante un jefe comunal que, en lugar de honrar el cargo para el que fue elegido, se maneja como un peligroso y desmedido líder de una barra brava. Un verdadero lastre de una Argentina que el propio Secco se resiste a ver desaparece­r en su provincia: la de una dirigencia violenta, prebendari­a y clientelis­ta.

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Momento en que Mario Secco irrumpe violentame­nte en la Legislatur­a bonaerense, como quedó registrado por las cámaras de TV

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