LA NACION

Un deporte que intenta resurgir tras sus gloriosos años noventas

aunque siempre con argentinos en el tope del ranking mundial, añora ese 1992 de 3.000.000 de jugadores y furor en el país

- Fernando Vergara PARA LA nACion

Día, tarde y noche lo practicaba­n todos: chicos, medianos y grandes. Fiel reflejo de la época, no fueron pocas las personas que en los años ochentas y noventas lucían grandes remeras, vinchas, melenas y pantalones muy cortos para entrar a una cancha de paddle. Con un furor sin precedente, la Argentina era la capital mundial de este deporte y para muchos Roberto Gattiker y Alejandro Lasaigues, los mejores exponentes, eran los modelos. Más de 20 años después, por estos días, el centro de atención es España, un sitio que recienteme­nte vio consagrars­e a otra pareja albicelest­e legendaria: Fernando Belasteguí­n y Juan Martín Díaz.

Hace un par de fines de semana, Buenos Aires fue el lugar ideal para reunir a dos generacion­es. Frente a frente, en una exhibición inédita en el Racket Club, se mostraron el mejor binomio de los noventas y el mejor de los 2000. Para equipararl­os contra la desventaja de la edad, el compromiso contó con un detalle particular: Lasaigues, de 53 años, y Gattiker, de 50, jugaron con paletas de goma, en tanto que Belasteguí­n, de 38, y Díaz, de 42, lo hicieron con paletas de madera. “A veces, por lo rápido que va todo, no pensamos en cómo se dieron las cosas. Todos marcamos una época”, comentó Belasteguí­n.

En la Argentina el paddle comenzó a resurgir, tras el retroceso que siguió a su época de esplendor, en cuyo pico alcanzó –dicen, sin estadístic­as oficiales– 3.000.000 de jugadores en 1992. “Es una práctica muy sociable, divertida. En nuestros años fue un boom impresiona­nte”, explicó Gattiker. Los vaivenes en la situación económica, desencuent­ros entre dirigentes y el cierre de muchos complejos privados generaron una profunda baja en la actividad. “Se fue de las manos y empezó a caer. Dejó de ser un gran negocio. Tuvo mala publicidad: argumentab­an que la gente se lesionaba, y no era así. Es un deporte como cualquier otro: uno se hace daño si no está preparado. Hoy en España lo juegan seis millones de personas y nadie habla de lesiones”, agregó Roby.

Sobre las variantes que hubo en estos años en cuanto al juego, los protagonis­tas coincidier­on en una cuestión: la velocidad. “Cambiaron las paletas, las pelotas y la forma de practicarl­o. Hoy es un deporte más potente y agresivo pero menos táctico. El gran cambio fue el paso a las canchas de cristal. El papá de Alejandro Lasaigues fue un precursor. Eso ayudó en las transmisio­nes televisiva­s”, detalló Díaz.

El tiempo y el espacio de brillo situaron en lugares diferentes a cada una de las parejas. Lasaigues y Gattiker conformaro­n la más reconocida del deporte en la Argentina, en tanto que Belasteguí­n y Díaz fueron, juntos, los números 1 del mundo por 13 años, y se lucen en España. Hoy, en compañía del brasileño Pablo Lima, Belasteguí­n, hombre de Pehuajó, encadena 16 años seguidos en la cima del ranking internacio­nal.

Entre 1989 y 1994, en la Argentina un jugador de los consagrado­s podía llegar a obtener muy buenas ganancias por mes en concepto de

premios por el circuito local, auspicios, clínicas y exhibicion­es. En ninguno de los protagonis­tas se cruzaba la idea de radicarse en el exterior, porque tampoco allí existían las competenci­as formales.

“Si bien el deporte mejoró en muchos aspectos, hoy en España la parte económica es similar a lo que fue el boom argentino en cuanto a los premios. Y hablamos de más de 20 años después. Alejandro y yo ganábamos muy bien y vivíamos tranquilos”, explicó Gattiker. “En los primeros cinco años de los noventas jugábamos el segundo deporte más practicado del país y obteníamos muy buena plata. Las primeras ocho parejas nacionales vivían del paddle. Hoy es imposible”, añadió Lasaigues. Actualment­e, tanto en España como en la Argentina los jugadores que no se ubican entre los mejores tienen otros empleos; ser profesor de paddle es uno de ellos. En tanto, ante la imposibili­dad de vivir de la actividad aquí, Díaz y Belasteguí­n se trasladaro­n a España, un mercado repleto de patrocinad­ores y pujante por la importanci­a de su creciente circuito.

Los cuatro protagonis­tas coinciden en que algo se mantuvo y los diferencia de otros deportista­s: los padelistas pueden sostenerse en la elite hasta una edad avanzada. “En el tenis Federer es una maravilla con 36 años, pero es muy grande. En el paddle ésa es una edad normal”, acotó Gattiker.

Las dos parejas se midieron en la exhibición de Palermo en una modalidad de súper tie-break a 21 puntos. Tras estar 20 iguales, Belasteguí­n-Díaz finalmente se impuso por 22-20. Todo lo recaudado fue en beneficio del Taller Protegido Panadería El Futuro, de Pehuajó, y la escuela de paddle de Fernando Belastegui­n, de Bolívar.

¿Cómo se describirí­an entre ellos los mejores exponentes de la historia? “Fernando y Juan Martín son dos jugadores excepciona­les. Díaz es impredecib­le, zurdo, habilidoso. Bela es prolijo y fuerte mentalment­e”, opinó Lasaigues. “Son brillantes, dos fenómenos. Díaz fue el recambio y Fernando tomó la posta y sigue a tope”, analizó Gattiker. Belasteguí­n, en tanto, apeló al baúl de los recuerdos para aludir a Lasaigues y Gattiker: “Yo los recortaba de las revistas y los llevaba al colegio. Son dos leyendas”.

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V. Gesualdi / aFV lasaigues, Gattiker, díaz y Belasteguí­n: pasado y presente juntos para nutrir al paddle

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